“No me lo esperaba”: quién es la adolescente argentina seleccionada entre los diez mejores estudiantes del mundo
Victoria Rojas tiene 17 años y vive en Posadas, Misiones; es la primera mujer local con posibilidades de ganar los 100.000 dólares del Global Student Prize
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A los 9 años, Victoria Rojas ya inventaba soluciones para mejorar su mundo. Estaba en tercer grado cuando, junto a una compañera, creó un proyecto literario para fomentar el hábito de la lectura entre sus compañeros. Hoy, a los 17 años y varios proyectos después, fue seleccionada entre casi 4000 estudiantes de 122 países como una de los diez candidatos finalistas a ganar el Global Student Prize, un premio de Chegg.org y la Fundación Varkey que cada año reconoce con 100.000 dólares a un alumno que esté impactando de forma real y positiva en la vida de sus compañeros y la sociedad en general.
“Es una gran noticia y toda una sorpresa. No me lo esperaba, pero estoy muy orgullosa de que la Argentina esté presente entre los diez finalistas ”, expresó la adolescente a LA NACION, al enterarse de la novedad.
Victoria, hija de docentes y nieta de un inmigrante paraguayo que escapó de la dictadura en su país, cursa actualmente el quinto año del secundario en el Instituto Politécnico San Arnoldo Janssen, una escuela técnica de la ciudad de Posadas, Misiones, en donde sigue la orientación en Construcciones. Fue seleccionada para el premio principalmente por haber creado una red estudiantil llamada Innovaty.
Innovaty (por “innovación” más “aty”, que significa “equipo” en guaraní) es una red de jóvenes de diferentes provincias argentinas que buscan disminuir la barrera de la desinformación e impulsar transformaciones. “Hay muchos chicos que quieren mejorar su entorno y no saben bien cómo porque muchas veces no se conoce que, por ejemplo, hay un mundo de becas estudiantiles disponibles. A través de Innovaty queremos dar a conocer estas oportunidades y acompañarlos en el proceso”, dijo Victoria.
La vocación de Victoria por emprender y mejorar la realidad de su entorno empezó a temprana edad. Cuando aún se encontraba cursando el nivel primario, participó de la Escuela de Robótica y presentó un proyecto para mejorar la calidad del sueño a través de una almohada con distintas funciones. Luego, a los 12 años, formó parte de un equipo de ciencias en el que desarrolló un proyecto de investigación llamado “El mundo en una gota”, cuyo objeto de estudio eran los ecosistemas de los ríos locales. “Iba a la costanera y a las lagunas, y me llevaba las muestras para analizar con microscopio. Quería saber todo”, recordó Victoria.
Cada vez que un tema llama su atención, sin importar el área, Victoria lo explora, desde literatura hasta ciencia o relaciones internacionales. Una profesora del Instituto Politécnico San Arnoldo Janssen vio eso en ella y le acercó la posibilidad de participar en el modelo de Naciones Unidas para estudiantes. De esa forma le llegó la oportunidad de participar del programa “Jóvenes Embajadores 2022″, una iniciativa de desarrollo de liderazgo centrado en el compromiso cívico organizado por la Embajada de los Estados Unidos, que permite a estudiantes destacados de nivel secundario viajar por tres semanas a distintas ciudades de ese país. Ese viaje fue trascendental, ya que fue el que la inspiró para crear Innovaty.
En caso de resultar ganadora, anticipó, le gustaría usar el dinero para asesorarse en temas financieros y, principalmente, potenciar Innovaty. “Hay muchos chicos que no tienen acceso a las charlas y talleres que damos de forma online. Entonces me gustaría invertir en poder hacer más actividades presenciales”, detalló.
Referentes
Entre sus referentes, Victoria nombró a su familia y a sus docentes. “A lo largo de mi vida tuve muchos referentes. Mis padres desde un inicio, mi tía, que es mentora, y una profesora en particular que me introdujo en el modelo de Naciones Unidas, algo que no conocía y que dio un vuelco a mi vida”, describió.
Sus padres decidieron, por ejemplo, que era mejor que no utilizara celular hasta los 13 años para que pudiese desarrollar creatividad y pensamiento crítico, y no generase su propio aislamiento. Entonces ella diseñó su teléfono de cartón. “No le dábamos celular, pero sí libros”, sostuvo Claudia, su madre, y añadió: “Lo importante era que ella desarrollara su creatividad, su manera de hacer el bien con los demás”.
“Desde chiquita me interesan cosas muy distintas como la ciencia, el ajedrez, el arte, las construcciones, pero siempre estuve orientada a la educación. Con mi hermano solíamos jugar a ser otras personas. Un día éramos periodistas; otro día, presidentes; y muchas veces, docentes. Después del secundario me gustaría seguir estudiando, pero estoy viendo cómo encontrar un punto en común entre la arquitectura y las relaciones internacionales”, relató.
En sus tiempos libres, Victoria disfruta de desarrollar todo tipo de proyectos, tocar la guitarra, cocinar, pintar e investigar, pero –dijo– en general le gusta aprender.
Con respecto a ser la primera mujer argentina en ser nominada al premio, la adolescente respondió: “Es un gran honor. Siento que van a venir muchas más”.
El 19 de julio pasado se anunció que Victoria formaba parte de los primeros 50 finalistas, un grupo en el que también figuraban estudiantes de Uruguay, Chile, República Dominicana, Perú, Colombia, Brasil y México. Ahora, con el listado acortado a diez finalistas, hay dos latinoamericanas: Victoria y Elisa Torres Durney, una estudiante de 18 años de Valparaíso, Chile, quienes esperan el resultado definitivo que se anunciará a finales de año.
“Tenemos que poner al estudiante en el centro de cualquier decisión educativa. Si algo mejora el aprendizaje de nuestros estudiantes, hay que ir por ahí. La historia de Victoria nos recuerda eso: que los buenos docentes, el clima escolar, la comunidad involucrada y la familia acompañando hacen la diferencia”, declaró Agustín Porres, director regional de Fundación Varkey para Latinoamérica.
Por su parte, Heather Hatlo Porter, directora de Chegg.org, felicitó a Victoria. “Su compromiso, creatividad y resistencia son realmente inspiradores. Este honor no es solo un reflejo de tus notables logros, sino también un testimonio del futuro brillante que estás forjando activamente para todos nosotros día a día”, dijo.
El año pasado, Nicolás Monzón, un estudiante argentino oriundo de Quilmes que cursaba tres carreras y fundó una start up, llegó a esta misma prestigiosa instancia, aunque el ganador fue Igor Klymenko, un alumno ucraniano de 17 años de Kyiv que, al comienzo de la invasión rusa, se trasladó a las afueras para terminar su último año de secundaria. Refugiado en el sótano de su nueva casa, Igor completó sus estudios mientras perfeccionaba un dron detector de minas en el que había estado trabajando durante ocho años.
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