“No me hisopo más”: advierten sobre el riesgo de abandonar una práctica que impuso la pandemia
Más allá del avance de la campaña de vacunación, los expertos consideran que, ante síntomas compatibles con el Covid-19, aún es necesario testearse
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“Hace unas semanas me empecé a sentir mal, me dolía el cuerpo, la garganta y tenía unas líneas de fiebre, pero no me hisopé. A los dos días me sentí mejor y retomé mi vida con total normalidad”, dice Aldana Milberg, de 30 años. Ella afirma que en su grupo de amigas los testeos forman parte de una lista de recuerdos vinculados a una pandemia que todavía no terminó. Según cuenta, el año pasado ante la aparición de cualquier síntoma compatible con el coronavirus se sometía a un análisis y se aislaba durante algunos días, pero esa rutina, que describe como engorrosa, la cansó y decidió que no la hará más.
“El año pasado me hisopé, más o menos, unas 10 veces por diversos motivos. En cuatro oportunidades, me testeé porque tenía síntomas de Covid-19. Además, tuve que aislarme. Calculo que pasé 40 días encerrada y no pienso volver atravesar eso nunca más”, agrega Milberg, que tiene el esquema de vacunación completo. Hace más de un mes que recibió la segunda dosis de Sinopharm.
Ella no es la única que tomó la decisión de abandonar uno de los hábitos más importantes que impuso la pandemia. Según los testimonios recopilados por LA NACIÓN, esta tímida tendencia, que de acuerdo con las autoridades consultadas irá creciendo con el correr de los meses, se entiende por el avance de la vacunación y el hartazgo por los protocolos sanitarios. Sin embargo, para los expertos, dejar de someterse a análisis, es un error, porque aún está presente la amenaza de la variante delta, que puede generar síntomas muy similares al de un estado gripal.
En paralelo, tanto en la Ciudad como en la provincia, algunos centros de testeo dejarán de funcionar por la baja demanda, que genera el descenso de los casos. De hecho, desde junio pasado las infecciones comenzaron a descender. El 1° de ese mes se habían registrado 35.355 contagios, mientras que hoy se notificaron 1350. Este es un cambio drástico en comparación a los peores momentos de la pandemia, en los que se criticaba a las autoridades sanitarias por no hacer más pruebas diagnósticas.
“Por cansancio o por los cambios de clima suelo tener algún dolor de garganta leve o siento un poco de decaimiento. El año pasado me hisopé varias veces frente a esos síntomas. Efectivamente, una vez tuve coronavirus y después de ese episodio siempre que me testeé dio negativo. Ahora estoy vacunada con dos dosis y la verdad que ya no me hisopo más, salvo que tenga mucha fiebre o pierda el olfato. Lo mismo están haciendo mis padres y amigos”, admite Nicole Wilk, de 33 años.
Costumbres y recomendación
Enio García, epidemiólogo y jefe de asesores del Ministerio de Salud bonaerense, cree que la tendencia de no hisoparse cuando aparecen síntomas gripales es una costumbre que se va a ir asentando cada vez más a medida que pase el tiempo y avance la vacunación. “La manera de transitar el Covid-19 se va a ir pareciendo a la de la gripe. Si sentís síntomas leves seguramente te quedarás en tu casa durante algunos días y luego volverás a la normalidad. Tal vez, los hisopados vayan quedando para los casos más graves en los que sea necesario hacer un diagnóstico para atender al paciente. Por supuesto, esto será así siempre que la mayoría de la población esté inmunizada, pero hoy la recomendación sigue siendo testearse”, indica el funcionario. De hecho, en la provincia, desde el 22 de junio pasado, cuando se hicieron 24.948 pruebas diagnósticas, el número comenzó a descender y el jueves pasado se hicieron 13.999.
El funcionario explica que en el distrito se instalaron dos tipos de centros de testeos: “Los que están armados con el test de antígenos, que no necesitan de una gran estructura. Todos esos se van a mantener activos, porque se viene la campaña de verano. Por otro lado, pasamos de seis laboratorios con capacidad para hacer pruebas de PCR en todo el territorio a tener 20, más los laboratorios de las universidades. Estos últimos van a volver a sus actividades habituales y los otros laboratorios que instalamos van a seguir funcionando, pero para detectar otras enfermedades”.
Por su parte, Gabriel Battistella, subsecretario de Atención Primaria, Ambulatoria y Comunitaria porteño, describe que durante el pico de la pandemia llegaron a hacer 27.000 hisopados por día y ahora oscilan entre los 7000 y los 10.000. Por eso, cerraron el centro de Costa Salguero y creen que el mes próximo también van a desactivar otros más.
“No vemos que la gente se haya dejado de hisopar, nosotros todavía tenemos muchos tests de personas con síntomas que luego dan negativo, pero lógicamente la ansiedad por saber si tenés coronavirus va a ir bajando. A partir de noviembre, en base a los datos que tengamos, algunos centros van a cerrar y otros se van a achicar. Este mes los mantendremos para ver cómo avanza la delta”. Y agrega: “Están venciendo los convenios que tenemos con muchos lugares. En cuanto a las Unidades Febriles de Urgencia de los hospitales, serán las últimas en cerrar”.
Detección
Leda Guzzi, infectóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), advierte que, a pesar de que la situación epidemiológica sea más favorable, la definición de caso sospechoso sigue siendo la misma. “La única forma de detectar una tercera ola es hisopando. Sino solo la detectaríamos por las hospitalizaciones. El hisopado debe continuar porque el diagnóstico se tiene que hacer, lo peor que uno puede hacer frente a una enfermedad es pensar que uno la puede ocultar. Los cuadros gripales de vías aéreas superiores pueden ser causadas por el coronavirus, por lo que hay que hisoparse para descartar la infección”, indica la especialista.
En la misma línea, Ricardo Teijeiro, infectólogo y miembro de la SADI, destaca la importancia de seguir con los testeos: “La vigilancia epidemiológica está para detectar los casos primarios de coronavirus. Esa es la única manera de evidenciar un brote y concentrarnos en una acción. Si lo detectamos podemos tomar medidas para contenerlo, pero si la gente no se testea puede pasar inadvertido y cuando queramos actuar tal vez sea tarde”.
Según el último informe técnico “Covid 19-Situación de Nuevas Variantes SARS-CoV-2 en la Argentina”, que publicó el Ministerio de Salud de la Nación, con datos hasta el 30 de agosto pasado, se habían secuenciado 28 casos comunitarios de la variante delta. Para el 27 de septiembre, el número había llegado a 99. Es decir, en casi un mes los contagios subieron más de tres veces.
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