No hubo acuerdo y sigue el paro de los choferes de larga distancia
Ya se suspendieron 3200 viajes en todos el país; protesta de pasajeros varados en la terminal de Retiro
Rostros trasnochados, grandes ojeras, signos de preocupación y angustia, enojo: cientos de pasajeros pasaron la noche del jueves y el viernes en la terminal de ómnibus de Retiro. El paro de choferes de larga distancia que lleva adelante la Unión Tranviarios Automotor (UTA), desde el jueves a las 14, dejó a miles de personas varadas. La reunión que se llevó a cabo ayer en Casa Rosada para destrabar el conflicto, y de la que participaron miembros del gobierno nacional y de empresarios del transporte, fracasó.
Según un comunicado de la Cámara Empresaria de Larga Distancia (Celadi), en tan sólo 24 horas se suspendieron 3200 partidas en todo el país. "Hasta el momento, habrían quedado varados casi 80.000 pasajeros en más de 2000 destinos", dice el documento.
De continuar la medida, según Celadi, la cifra de varados podría elevarse a casi 300.000 pasajeros distribuidos en más de 8000 servicios, incluidos los especiales como, por ejemplo, el fútbol oficial de la AFA.
En Retiro se vivieron horas de angustia y bronca. Grupos que conversan entre ellos, mamás que entretenían a sus hijos, otros que se acercaban a las pocas ventanillas en donde había empleados; desde las 14 del jueves, conviven en la terminal y esperan a que alguien les diga si, finalmente, podrán viajar.
Entre los que pasaron la noche allí, había familias enteras, ancianos y enfermos. Cientos de historias se mezclaban, con el enojo.
"Yo soy de Corrientes, tenía que viajar el jueves a las 19. No tengo a dónde ir, así que dormí acá. Tenía una mochila con todos los estudios médicos de mi hija, que está internada y tiene que ser trasplantada, y me la robaron", contó Zulma Pérez, que necesitaba regresar a su provincia con urgencia.
Pérez se unió a un grupo de pasajeros que, cansados de la espera, decidieron cortar, alrededor de las 15, la avenida Ramón Castillo. "Empezamos haciendo un poco de ruido dentro de la terminal, y después salimos a la calle, porque no puede ser que nadie nos escuche ni nos dé una explicación", contó Laura Wagner, quien debía viajar a Trelew el jueves. "En la boletería te dicen que no saben nada", agregó. La protesta duró hasta las 17 y luego siguió dentro de la terminal.
Juan Alejandro Cardozo debía viajar el jueves a las 23 hacia Las Toninas. Como no tenía dónde quedarse ni dinero para pagar un hotel, decidió pasar la noche en la estación, a la espera de alguna novedad. Estaba con su esposa, Ivana, embarazada de dos meses. "Nadie nos dio ninguna explicación, y la ventanilla de la empresa está cerrada", se quejó.
A los Cardozo, como a muchos otros pasajeros en su misma situación, cada hora se le hace más difícil. "Estamos sin plata y acá todo es más caro; una botella de agua cuesta $ 20", se lamentó.
Entre los pasajeros que no tienen dónde ir hay familias enteras y mujeres solas, muchas de ellas con bebes y niños que duermen en el piso, sobre cartones o abrigos. "Tengo miedo, porque si esto no se arregla, voy a tener que quedarme aquí a la noche y estoy sola con mi hijo", contó Marta Rivera, mientras movía nerviosa el cochecito de su bebe de ocho meses. Rivera es de La Pampa y debía volver ayer, a las 16, a su provincia. "Mi familia me llama y están preocupados, pero no puedo pagarme un hotel; uno viaja con lo justo", agregó.
Un caso similar es el de Marisel Pastro, que vino a Buenos Aires con su hija de nueve años. Ellas tendrían que haber regresado a su Casilda natal, en Santa Fe, el jueves a las 20. "Anoche -por el jueves- fuimos a un hotel, pero hoy ya no puedo, me quedé sin un peso", dijo la mujer, con los ojos llenos de lágrimas. "Mi hija hoy almorzó un pancho y no comió nada más", agregó.
En el piso superior de la terminal, la mayoría de las ventanillas de las empresas estaban vacías. En las que había personal, las luces estaban apagadas. "Solamente le decimos a la gente que cuando termine el paro, se van a reprogramar los viajes, pero no podemos decir nada más", dijo un empleado que pidió mantener su nombre en reserva.
"No puedo dar información, porque si me ven, se va a armar lío y van a venir a romperme los vidrios", dijo otra empleada, escondida detrás de los vidrios tapados con cartones. A la pregunta de quién puede romper los vidrios, respondió sin vueltas: "Los de la UTA, que están por los pasillos, dando vueltas".
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