“No hay SUBE”: por qué se volvió un dolor de cabeza conseguir las tarjetas
La problemática, coinciden los usuarios, se profundizó en el último tiempo, cuando muchos kioscos de barrio dejaron de ofrecer el producto
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“No hay SUBE”, señala un cartel en un kiosco en Caballito. “No es negocio”, responde el encargado de un local de lotería de Palermo. “Ya no vendemos más”, completa una kiosquera de Boedo. La escena se repite en diversos puntos de la Capital: conseguir la tarjeta para abonar el boleto digital del transporte público se ha vuelto un verdadero dolor de cabeza para los porteños. Los comercios en donde se solían vender señalan que hay una faltante que lleva semanas (y hasta meses, en los peores casos) e indican que los únicos lugares que siempre tienen son los principales centros de transporte, como las estaciones de Constitución y Retiro.
“Lo que pasó primero es que la pandemia frenó la distribución, cuando pocas industrias o actividades funcionaban. Como esa situación se terminó extendiendo, muchos comerciantes se dieron de baja del sistema y nunca más volvieron. Después, ocurre que no es un negocio redituable. Hay que pedir un mínimo de tarjetas que hay que pagar de entrada y cuyo margen de ganancia es ínfimo”, grafica Ricardo Dipancrazio, titular de una sucursal de Lotería Nacional en Monserrat. Pese a que su local está a pasos del Metrobus de la Avenida 9 de Julio, la UADE y la estación de subte Independencia (donde se combinan las líneas C y E), hoy prefiere no vender la SUBE.
Formalmente llamada Sistema Único de Boleto Electrónico, la red SUBE se creó en 2011, bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, para digitalizar (y agilizar) el sistema de pagos del transporte público a través de tarjetas en reemplazo de la impresión de los extintos boletos de papel. En la actualidad, hay 11,8 millones de tarjetas activas y 12,5 millones de usos diarios en 45 distritos del país. Sin embargo, su principal caudal es el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), en donde son –según cifras oficiales– alrededor de 4.300.000 los pasajeros que a diario usan colectivos, trenes y/o subtes.
La problemática –coinciden usuarios– se profundizó en el último tiempo, cuando muchos kioscos de barrios dejaron de ofrecer el producto. Pero, además de estos y las agencias de loterías, otros puntos neurálgicos del transporte en la Capital como los subtes –y no necesariamente en sus tramos más remotos y menos transitados– también han mostrado fallas. Desde una de las boleterías de la estación Lima de la línea A, ubicada sobre Avenida De Mayo y que se entrelaza con la C, un metrodelegado afirma que llevan tres meses sin recibir stock de SUBE, una aclaración que repite una y otra vez ya que un cartel a centímetros suyo promociona la venta de la famosa tarjeta al precio de 90 pesos.
Pero si dar con un punto de venta de una SUBE se volvió un laberinto para los porteños, la odisea toma otras dimensiones si se trata de turistas que llegan a la ciudad o extranjeros que se instalan por períodos cortos. Ese es el caso de Mattia Steardo, historiador italiano proveniente de Torino que arribó al país en marzo pasado para realizar una pasantía en el Instituto Dr. Emilio Ravignani, dependiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Una de las primeras cosas que hice fue buscar una SUBE para moverme en la ciudad. Salí por Monserrat y el microcentro, pero ya en el primer kiosco el dueño me comentó que estaban faltando las tarjetas y lo difícil que era encontrarlas. Así me pasó en los kioscos siguientes que pregunté durante varios días hasta que una persona me dijo que vaya a Constitución”, relata.
Crisis de chips
Voceros de Nación Servicios, la empresa que implementó y administra la red SUBE, reconocen inconvenientes por la pandemia, pero hoy no hablan de fallas, sino de cambios en la distribución. Por decisión del Ministerio de Transporte de la Nación, hay un total de 51 puntos de venta en el AMBA y líneas de trenes (que incluye las estaciones de Retiro, Once y Constitución), sumadas a las loterías nacionales que deciden comercializarlas. Sin embargo, la venta de tarjetas en kioscos pasó a concentrarse solo en los de grandes cadenas. Esta estrategia, afirman, ha limitado los sobreprecios y aumentado los números de venta: “En abril pasado, vendimos y se distribuyeron 400.000 tarjetas, mientras que en la prepandemia se vendían 300.000 tarjetas mensuales”, indicaron los voceros.
El regreso de la presencialidad casi total en las oficinas, áreas del Estado y universidades desde que comenzó el año también disparó la demanda, por lo que los insumos para la fabricación comenzaron a no dar abasto. Así lo reconoció Marcelo Torres, subsecretario de Proyectos Estratégicos y Desarrollo Tecnológico del Ministerio de Transporte de la Nación, durante una entrevista con FM Urbana Play en marzo pasado en la que abordó diversos puntos de esta problemática.
“Hubo un pico de demanda, porque por suerte se retomó el pico de nivel de transporte público prepandemia”, afirmó el funcionario, y agregó que se vendieron 4 millones de SUBE en el país durante 2021 y que entre enero y marzo pasados ya se entregaron 550.000 tarjetas. Pero también aclaró que la SUBE “es una tarjeta que tiene componentes electrónicos que están faltando, y [desde la sociedad del estado encargada del servicio] se informó hace un tiempo que por una cuestión de faltante mundial de chips, su proveedor renunció a seguir entregando”.
La crisis mundial de chips (y microchips) comenzó con la irrupción de la pandemia, que llevó a los fabricantes a cambiar y/o acotar sus líneas de producción a nivel global. Al cabo de unos meses, cuando las ventas reflotaron, la demanda comenzó a superar esa capacidad productiva, lo que alteró toda la fabricación digital a gran escala, principalmente para las industrias automotriz y tecnológica. Según estimaciones recientes del reconocido ingeniero y ejecutivo de negocios estadounidense Pat Gelsinger, CEO de Intel Corporation, el mayor fabricante de circuitos integrados del mundo, esta escasez podría continuar hasta al menos 2024.
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