El candidato de Juntos por el Cambio no sólo perdió contra Kicillof; su heredero también cayó derrotado en la lucha por la intendencia de Lanús
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“Se veía venir. Pasó lo que tenía que pasar. No había intendente”, dice Roberto Herrera, de 58 años. Hace diez que tiene su puesto de diarios casi en la esquina de avenida Hipólito Yrigoyen y 25 de mayo, en la estación Lanús. “Está todo muy deteriorado, sin obra”, agrega. Puntualiza que volvió a ver “el arrebato”, el robo de celulares y lamenta que ya no están más los puestos móviles que había en la época de Daniel Scioli.
Es el diagnóstico que comparten varios. “En el peor momento dejó por conveniencia de él”, sentencia Crístian que no quiso dar su apellido porque dice que todos lo conocen. Habla de Néstor Grindetti, el intendente en uso de licencia que el domingo fue derrotado por Axel Kicillof en su intento por llegar a la gobernación de Buenos Aires.
Crístian tiene 52 años, pero desde los 14 que vende productos de kiosco en la puerta de la estación. “Después de las 20 no hay policía acá. Cuando se van los vendedores esto es zona liberada”, describe mientras acomoda sobre su mesa algunas galletitas.
Lanús, el octavo municipio más poblado de la provincia de Buenos Aires, con 462.051 habitantes, gobernado hace ocho años por Grindetti, fue uno de los 12 distritos de la provincia de Buenos Aires que ayer se quedó en manos de La Cámpora. Diego Kravetz, el candidato de Juntos por el Cambio para la intendencia de Lanús, perdió por más de diez puntos frente a Julián Álvarez, el postulante de Unión por la Patria. Las PASO ya habían adelantado una posible victoria para el peronismo. La suma de las listas de Unión por La Patria alcanzaba los 95.000 votos, mientras que las de Juntos llegaban a los 83.000.
Kravetz creció, pero no le alcanzó. Y para Grindetti la derrota fue doble. No solo perdió en su pago chico, sino que tampoco se pudo imponer en territorio bonaerense frente a un Kicillof que consiguió su reelección arañando el 45% de los votos.
Grindetti se convirtió en intendente de Lanús en 2015, después de dos mandatos de Darío Díaz Pérez. En abril pasado, después de la renuncia de Fabián Doman como presidente de Independiente, Grindetti, vicepresidente primero del club de Avellaneda, asumió el cargo y se tomó licencia en el municipio. Fue Kravetz, su jefe de Gabinete y responsable del área de seguridad, quien lo reemplazó. Para ese momento ya era, además, precandidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires de Patricia Bullrich.
“Estoy”, dicen paradójicamente los carteles que promocionaban la candidatura de Kravetz todavía pegados en la mayoría de los postes de luz del municipio. Al igual que Grindetti, que vive en Caballito, Kravetz reveló que aunque está “la mayor parte del tiempo” en Lanús, vive en la Ciudad de Buenos Airescon su mujer, Soledad Acuña, ministra de Educación porteña. Fue al ser consultado en una entrevista luego del asesinato de Morena Domínguez, la nena de 11 años que murió tras ser asaltada por motochorros cuando llegaba a la escuela.
Grindetti venció a Diego Santilli, la apuesta de Horacio Rodríguez Larreta, por pocos votos en las PASO de agosto. Pero no logró retener ese caudal que sumaban las dos listas, y ayer Juntos por el Cambio se ubicó en segundo lugar, con un 26%. En las primarias, Kicillof había quedado apenas cuatro puntos por encima de la coalición opositora , una ventaja que estiró en las generales hasta llevarla a los 20 puntos.
La derrota en Buenos Aires se enmarca en un mapa que ayer se tiñó de azul en casi todos sus municipios. La boleta de Patricia Bullrich perdió casi 7 puntos porcentuales en esa provincia respecto de las PASO. Sergio Massa, en cambio, consiguió sumar 8,27%. Juan Schiaretti también subió casi un 3% e incluso Myriam Bregman movió la aguja de manera positiva, aunque solo un 0,06%. En tanto, Javier Milei disminuyó ese mismo porcentaje, pero la caída más pronunciada fue para Bullrich. No hubo un solo municipio en todo el territorio bonaerense en que no haya caído la cantidad de votos conseguida por Juntos por el Cambio en las primarias.
“Por culpa de [Mauricio] Macri volvieron todos estos”, dice Marcelo Martino. Está apoyado en el mostrador de un galpón que vende principalmente carbón, en Monte Chingolo, el límite de Lanús con Lomas de Zamora. “¿Quién no lo odia a Macri? Nos mató”, sigue enojado el hombre mientras acepta un mate de Luis Miranda, dueño del negocio. Cuenta que ayer después de los resultados lloró y agrega: “Estoy caliente porque este pueblo no quiere cambiar. Yo voto para progresar. No pienso en mí, pienso en todos y con estos tipos no progresás. Voté a Milei porque quiero un cambio”.
“Álvarez no conoce Lanús. Díaz Pérez se robó todo, dejó las calles hechas mierda. Kravetz y Grindetti, en cambio, sí hicieron”, relata el hombre, aunque coincide con la mayoría de los vecinos que el principal problema en este municipio, y al igual que en el resto del conurbano, es la inseguridad.
“Nos robaron un montón de veces”, cuenta Miranda y sigue: “Pero acá estamos bien, no hay muchos lugares donde podrías estar hablando así, con todo abierto. Yo ni loco me voy de acá, de Chingolo. Metete algunas cuadras más para adentro”, desafía.
“Pocas esperanzas a que cambie esto a nivel seguridad. Tenemos la capacidad de movilizarnos en el momento, pero no tenemos la conciencia para generar un cambio”, dice Gabriela, portera de una escuela, recordando las marchas por el asesinato de Morena.
Al lado está sentado Miguel, que es parrillero, y suma: “Yo tengo años en la calle y me doy cuenta. Cuando estoy en bici tengo una cadena por las dudas, por si me quieren robar. Se nota la diferencia que hay en la calle por ejemplo con Avellaneda. Lanús está muy sucio, están las calles rotas”.
“La inseguridad está constante y más ahora. Sin ponerme de ningún lado, [los políticos] se preocupan por las apariencias y los verdaderos problemas los van a seguir pateando para el que sigue. Todos heredan pero nadie hace”, sigue Gabriela y ejemplifica: “Se renovó la cancha de Chingolo. Se iluminó la zona y hoy por hoy es un lugar privado. Está hermoso, pero ya no la pueden usar los chicos de Chingolo”.
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