No está suficientemente advertida la millonaria magnitud del narcomenudeo
Es conocido que las etapas de producción, transporte, distribución y consumo de las drogas naturales, la cocaína, marihuana, hachís y heroína, difiere sustancialmente de las drogas sintéticas, como son el MDMA, éxtasis, LSD, etcétera. Sin embargo, el fenómeno de lavado de activos del narco tiene lugar sistemática y constantemente en todos los eslabones de esa cadena; con excepción de aquellos casos en los que existe una integración vertical de la mayoría de las etapas del negocio de las drogas -caso de los complejos carteles mexicanos y colombianos, y algunas estructuras de producción y tráfico de Afganistán o Myanmar-, que lavan estructuralmente sus recursos consolidados.
El lavado de activos en el narcomenudeo se produce a partir de la distribución minorista de la dosis -la venta directa a consumidores-, que produce el cambio de manos del dinero, y su "ensuciamiento". Hasta la compra del estupefaciente ese dinero es "limpio" salvo que provenga de otro delito.
Claramente el punto de inflexión de todo enfoque se centra en esa etapa: si se logra detener eso con cualquier instrumento válido, como obstaculizar el cambio de manos del dinero al frenar el momento de la compra, o impedir la posterior utilización del mismo por parte de los grupos vendedores de las sustancias, se habrá logrado convertir en estéril toda la cadena previa.
La particularidad de ese momento es que el comprador civil, que busca la sustancia para su consumo personal, es partícipe del delito (ley 23.737, artículo 5), lo que dificulta notablemente la labor estatal para poner un freno en ese momento de la comercialización.
En la Argentina las redes de distribución guardan particularidades según la droga: es más común que la venta de sustancias naturales -cocaína, paco, etcétera-se produzca en determinados barrios carenciados con fuerte presencia de traficantes (como ocurre en las villas 1-11-14 y Zavaleta, entre otros puntos en la ciudad de Buenos Aires); mientras que las sintéticas utilizan el delivery a domicilio o su venta en fiestas electrónicas, cuyos proveedores están en muchos casos totalmente alejados de las organizaciones de mayor escala.
Eso genera una fuerte dificultad en su investigación por estar desagregadas e inconexas las múltiples "unidades de negocios".
Esta operación genera la necesidad directa del narcotraficante de ingresar en el sistema el dinero de la venta: allí se produce lo que podríamos llamar el "microlavado constante", al cual el Gobierno debe prestar especial atención. Sin perder de vista los méritos de las investigaciones que lleva a cabo la UIF con colaboración del sector bancario e impositivo, el reciente dato público de los ingresos diarios por narcomenudeo de algunos grupos que operan en villas lleva a pensar que un fenómeno gigantesco -diario- no está siendo suficientemente advertido.
Existen varios mecanismos en la experiencia internacional para encarar la lucha contra el micro-lavado constante, pero lo principal es darse cuenta a tiempo de la dimensión del fenómeno y pensar un modo específico de ataque.
Es importante detener los grandes cargamentos que usan nuestro país como escala de tránsito a otros mercados, y recibir por eso la felicitación de naciones amigas y mejoras en los índices de organismos internacionales. Pero es más importante detener el incesante crecimiento local del consumo (detectado por los relevamientos constantes difundidos por la UCA, entre otros informes), atacando de manera inteligente el circuito de microlavado.
El autor fue subsecretario de lucha contra el narcotráfico e investigador de la ONU en Yemen y Siria