“No es olor a grasa, es a muerto”: escala un conflicto entre vecinos de Valentín Alsina y tres seberías
La contienda lleva más de 50 años; los principales reclamos son por el hollín liberado por las chimeneas de las fábricas, los restos de grasa que “patinan los patios de los hogares” y los vuelcos de químicos
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En una contienda que lleva más de 50 años, residentes de un barrio de Lanús se organizaron contra la actividad de las graseras en la zona. Los vecinos de Valentín Alsina conviven con dos históricas seberías, Mapar y Hebos, pero en el último tiempo el conflicto recrudeció por la instalación de una nueva planta en un predio de tres manzanas frente al río Matanza-Riachuelo. Se trata de Refinerías del Centro, que pertenece al conglomerado Grupo Beltrán, uno de los frigoríficos más grandes del país. Los principales reclamos son por el hollín liberado por las chimeneas de las fábricas, los restos de grasa que “patinan los patios de los hogares” y los vuelcos de químicos.
La situación derivó en una batalla legal que va escalando; también, en marchas y festivales como medios para visibilizar la protesta. Alcanzó un pico crítico cuando, después de denunciar estar tres días con el aire irrespirable por las emanaciones de las plantas en actividad, tomaron por la fuerza una de las fábricas. En los últimos meses, una de ellas fue clausurada tras una inspección sorpresiva de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), que detectó una conexión clandestina que volcaba sus desperdicios directamente en la ribera. En cuanto a la última compañía que desembarcó, todavía no cuenta con la habilitación para operar y desde la empresa alegan que su funcionamiento se limita solo a tareas de prueba hasta que se autorice la puesta en marcha.
“No nos quejamos del olor a grasa, que podría ser el de una torta frita o un churrasco que se está cocinando; acá sentís olor a muerto nauseabundo. Es el aroma agrio de un químico irrespirable que te hace llorar los ojos y picar la garganta. Tenemos una lucha contra lo invisible, porque es muy difícil que cualquiera que no viva acá lo pueda entender”, dice a LA NACION Ailín Leiva, vecina y miembro de la Asamblea Vecinal Campomar.
En el lugar donde reside Leiva existen cerca de 43 fábricas, pero sostiene que es con las tres graseras que está afectada la convivencia. “La última [por Refinerías del Centro] se instaló frente a la plaza 20 de junio, el único espacio verde que tenemos en el barrio”, sostiene la activista.
El litigio contra Refinería del Centro comenzó en junio pasado con una medida cautelar que interpusieron ante el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, solicitando que se la inhabilite. De acuerdo con su presentación, habría sido autorizada por el municipio en diciembre de 2020. La empresa se instaló en Valentín Alsina hace dos años en el predio que antes pertenecía a la aceitera Nidera y luego a Cofco Internacional, el gigante del comercio mayorista de alimentos de capitales chinos. El objeto comercial de Refinería del Centro es la “elaboración de grasas bovinas comestibles, cebos líquidos industriales, molienda derivados sólidos, trasvasamientos de sebo de grasa derretida en camión cisterna y molienda de chicharrón”.
En la solicitud los vecinos esgrimieron que la empresa no cuenta con el Certificado de Aptitud Ambiental obligatorio para estar habilitada, que existen inconsistencias ambientales que no fueron evaluadas por el Ministerio de Medio Ambiente provincial y que no se hizo el llamado a audiencias de participación ciudadana obligatorio por ley. El reclamo vecinal se fundamenta, a la vez, en la afectación a la salud: denuncian padecer cuadros de rinitis severas y la aparición de escamas en la piel de los niños.
La cautelar fue rechazada; la municipalidad argumentó que la refinería de grasas no está habilitada todavía y que la competencia para evaluar el funcionamiento de la empresa corresponde a Acumar. Por otro lado, remarcaron que desde el punto de vista de la zonificación no existe impedimento para que se instale allí porque se trata de una zona industrial exclusiva.
Ante el revés administrativo, los vecinos pretenden interponer un recurso de amparo e impulsaron a través de los concejales de Lanús un proyecto para que el municipio realice una auditoría ambiental de todas las graseras instaladas en Valentín Alsina. El conflicto no solo escaló en lo legal. “Después de tres días en los que no podíamos respirar, nos metimos 25 vecinos en la fábrica de Mapar. Imaginate que tu casa quede en un lugar donde por día entran 70 toneladas de grasa. Peor en verano, que se descompone rápidamente. Es insostenible”, denuncia Leiva.
Inspecciones
En agosto de 2022, tras reiteradas denuncias de los vecinos, Acumar realizó un operativo de fiscalización. “En la sebería Mapar se realizaron inspecciones, que se extendieron durante toda la semana, en distintos horarios del día y la noche. Se detectaron vuelcos irregulares que desembocaban en el arroyo Millán, sobre el camino de la ribera del Riachuelo, por lo que se procedió a buscar exhaustivamente en el interior de la empresa para detectar la conexión clandestina”, destacan a LA NACION fuentes de Acumar que participaron del operativo.
Y agregan: “Finalmente, en una fiscalización nocturna, junto con las guardias ambientales del organismo, se logró dar con el dispositivo a través del cual el establecimiento realizaba la maniobra clandestina para volcar sus efluentes sin tratar directamente en el pluvial, que derivó en la clausura total del establecimiento y sus procesos productivos”.
De acuerdo con varios de los informes de monitoreo que realizó la autoridad ambiental en la zona, las conexiones clandestinas de las industrias son uno de los mayores obstáculos que impiden el saneamiento del Matanza-Riachuelo. Los residuos industriales compuestos principalmente por metales, como el plomo y el zinc, y los hidrocarburos, si no son debidamente tratados, contaminan la tierra y las napas de agua. A largo plazo pueden generar enfermedades toxicológicas.
La empresa además fue multada y para que pueda levantarse la clausura tiene que modificar en la planta su proceso de tratamiento de gases y de efluentes líquidos. El mismo mes Acumar detectó irregularidades en Hebos y la multó. La firma tenía filtraciones de grasa que derivaban en el cordón del establecimiento.
Consultados por LA NACION, desde Hebos sostuvieron: “Estamos radicados desde hace más de 50 años en el lugar que está declarado zona industrial exclusiva por ley provincial. Hebos es una empresa alimenticia y sus clientes son en general multinacionales que nos auditan frecuentemente, cumplimos con las normas internacionales. En todo este tiempo hemos mejorado en materia ambiental”.
Representantes de la empresa alegaron que detrás de las denuncias hay intereses políticos. “Hay movilizaciones políticas a cargo de piqueteros profesionales identificados con nombres y apellidos, filmaciones y fotografías, que actúan en distintas protestas como ser Pepsico, Mondelez, otros. Asimismo, competidores de otros municipios estimulan a vecinos para generar conflictos. Como cualquier industria, se generan molestias inevitables, pero con los vecinos reales tenemos diálogo permanente y escuchamos sus reclamos”.
En tanto, desde Refinería del Centro y Mapar no dieron declaraciones hasta el cierre de esta nota.
En el caso de Refinerías del Centro, si bien no se encuentra autorizado el inicio de su actividad, en septiembre fue multada después de que se detectaran vuelcos nocturnos. La irregularidad impulsó un operativo entre la autoridad ambiental y la policía bonaerense. Además, se intimó a la refinería a presentar un plan para resolver situaciones de este estilo.
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