Cada vez que va a sacar una foto, Nirán Ganir cierra el ojo izquierdo para mirar con el derecho a través de la lente de su cámara. En ese movimiento, el piercing que tiene sobre la ceja sube y baja, como si en ese preciso instante algo en él se encendiera.
Oriundo de Israel, Nirán tiene 35 años y es el menor de tres hermanos. La pasión por la fotografía la heredó de su papá. "Él lo hacía como un hobby. Siempre llevaba una cámara a todos lados", cuenta. De su infancia en la ciudad de Ra'anana conserva bellos recuerdos. "Al ser una localidad pequeña nos conocíamos entre todos. Además, queda cerca de la playa y el agua del mar (Mediterráneo) está caliente todo el año", explica el israelí que, cuando terminó el secundario, debió cumplir con los tres años de servicio militar obligatorio que exige su país. Al finalizar, en 2006, comenzó a trabajar en una cafetería.
Allí conoció a Giselle, una argentina que se había instalado en Israel, y lo que comenzó como una linda amistad terminó en una relación de pareja. Seis años después, en 2012, se casaron en Tel Aviv y, cinco años más tarde, decidieron trasladar sus vidas a Buenos Aires.
SALIR A CONOCER EL MUNDO
La primera vez que Nirán pisó Argentina fue en 2007. "Viajamos para visitar a la familia de Giselle y nos quedamos un mes y medio. Fuimos a las Cataratas del Iguazú y a Puerto Madryn. Todo me pareció hermoso", cuenta. Después de aquella visita, la pareja volvió a Israel con una certeza: algún día se iban a ir de ahí. "Por un lado, teníamos ganas de echar raíces en un lugar seguro, donde no hubiera guerras ni alarmas, como sucede en Israel. A Ra'anana muchas veces llegaban cohetes. ¿Cómo le íbamos a explicar eso a nuestros hijos? Por otro lado, queríamos conocer otras culturas e idiomas", explica.
En ese momento Nirán comenzó a estudiar la carrera de sonidista y, paralelamente, se anotó en curso básico de fotografía. Al finalizar, quiso poner en práctica lo que había aprendido. "Me metí en una página que buscaba fotógrafos y le ofrecí mis servicios a una pareja que se iba a casar. ‘Soy joven, no tengo mucha experiencia, pero quiero retratar su casamiento por poco dinero’, les dije. Enseguida me contestaron que ‘Sí’", recuerda. De a poco, a medida que iba concretando proyectos, se fue equipando: compró otra lente, otro flash. Finalmente, en 2014 la idea de dejar Israel cobró forma de pasaje aéreo. El destino era Argentina, donde llegó con Giselle en enero de 2015.
MODO TURISTA
Cuando aterrizó en Buenos Aires, Nirán no manejaba el idioma español. "Con mi mujer siempre hablábamos en hebreo. Lo único que sabía decir era ‘Hola’ y ‘¿Cuánto cuesta?’. Nada más", cuenta entre risas. Se instalaron en La Paternal. Una de las cosas que hizo más fácil su adaptación -dice el israelí- fue el trato que recibió por parte de los porteños.
"Me sorprendió descubrir lo tolerantes que son con los extranjeros. El hecho de que yo tartamudeara al intentar hablar castellano, hizo que muchas personas se detuvieran para intentar ayudarme y también se interesaran en mi acento y en saber de dónde venía", cuenta. Los primeros meses los describe como unas vacaciones. "Me emocioné con tanto fútbol. Miraba todos los partidos y me hice simpatizante de Boca. Ni hablar de la comida: me la pasaba comiendo asado y empanadas", recuerda.
Mientras intentaba meterse en el mundo de la fotografía, Nirán trabajó en la cocina de un restaurante de comida judía. "Mis compañeros, un peruano, un chileno y un uruguayo, solo hablaban español. Después de ocho meses de convivir con ellos, terminé aprendiendo el idioma. Fue una gran experiencia. Hasta el día de hoy me sigo esforzando y estudiando. Ahora en el Centro de Idiomas de la Universidad de Buenos Aires", agrega.
QUÉ VES CUANDO ME VES
En las imágenes, los novios se besan, caminan de la mano y se colocan alianzas. También bailan, hacen pogo o usan máscaras de La Casa de Papel durante el carnaval carioca. Las fotos son cientos y están en la página web de Nirán. También en su perfil de Facebook. "Desde que llegué a la Argentina se me fueron abriendo muchas puertas. Tuve la posibilidad de ir a trabajar a Bahía Blanca, Córdoba y Rosario. Me gusta hacer fotografías de bodas porque me permite conocer personas y lugares; pero, sobre todo, porque me permite contar historias a través de imágenes", explica desde el bar Gavilán, donde suele ir a editar las fotos con su computadora.
Hoy, Nirán lleva retratadas más de 40 bodas. Ha visto desde parejas que van a la iglesia con sus mascotas, hasta grupos de mariachis, pasando por competencias para ver quién agarra el ramo de la novia. ¿Un recuerdo especial? "Una ceremonia armenia en un templo cerca de la sala Siranush. Los novios usaron coronas, como en El señor de los anillos", dice. Un dato no menor: de todas las bodas que retrató solo dos fueron judías. "Cuando imaginé mi vida en Argentina, me visualizaba haciendo fotos en iglesias y eso es exactamente lo que me está sucediendo. Acá me siento como en casa", dice emocionado.
Hace dos años y medio Nirán se convirtió en papá de Lucía. Desde entonces, duerme poco y entrecortado; pero cuando sueña, se ve caminando por las calles Israel.