Tienen siete años y son amigos; su conexión y complicidad fueron un imán para las cámaras que los retrataron, y que luego Martín Ron usó para pintar una torre de agua en Miramar
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Cruzados de brazos, con miradas cómplices y hasta con las hojas de los árboles que juntaron en la plaza, Salvador Di Paola y Nina Casado, de siete años, posan para las fotos y se divierten. Hace frío, pero parecen no sentirlo. Para ellos es un día más de juego en el espacio verde de Martínez. Su parecido físico y la conexión que surgió de su amistad fue lo que inspiró al artista Martín Ron a pintar una torre de agua en la localidad balnearia de Miramar, que la semana pasada fue premiada como el mejor mural del mundo.
“Me gusta lo que hago. Amo bailar y maquillarme”, dijo Nina a LA NACIÓN, una jovencísima actriz y modelo, que señaló que sus ídolas son las cantantes Tini, María Becerra y Emilia Mernes. Con campañas de ropa y apariciones en series de televisión, Casado es una experta frente a las cámaras y disfruta de sonreír y probar diferentes expresiones a la hora de las fotos.
“Me gustó ponerme antiparras. Me divertí mucho y la pasé muy bien”, sumó Salvador sobre el día que posó para las fotos que luego, dibujo y pintura de por medio, se convertirían en la obra premiada, y destacó que le gusta jugar al fútbol y pintar, como Ron, quien ya lo había retratado en un mural para en el Hospital General de Agudos José María Penna, en Parque Patricios.
Sobre la forma en que Ron y los jóvenes modelos formaron un vínculo, Jimena Bustos, la madre de Salvador, explicó: “Estaba buscando un chico con algunas características para hacer uno de sus murales y le llegó una foto de mi hijo por un contacto que teníamos en común. Entonces, me preguntó si él estaba dispuesto a posar y sacarse fotos, y Salvi aceptó. Fue un mural difícil porque era en homenaje a los enfermos de patologías poco frecuentes”, indicó. Un niño abrazando un globo plateado, con una sonda, fue el resultado final, en una de las paredes de Hospital Penna.
Después de esa primera experiencia, y de haber generado un vínculo con Salvador, Ron lo volvió a llamar para poder crear la obra en Miramar. “Se quedó fascinado con la mirada y la buena onda de Salvi”, señaló Bustos sobre la conexión del artista con su hijo, que destacó que, como necesitaban a una chica para que se sumara a la producción, sugirió a Nina, su mejor amiga, para que posaran juntos.
Con una producción preparada especialmente para recrear las formas que los cuerpos y el pelo adquieren debajo del agua, se utilizaron colchonetas, ventiladores, y una tarima sobre la que los chico simulaban sumergirse y bracear en el mar. “Se divirtieron mucho. Como son amigos, estaban en confianza y se morían de risa, saltaban, hacían caras, hubo mucha complicidad entre ellos y eso generó un buen clima”, destacó Valeria Ojeda, la madre de Nina.
“Ganamos”
“¡Ganamos Salvi!”, fue lo primero que le dijo Casado a su amigo en el colegio el día que se enteraron que el mural del que habían formado parte había sido premiado como el mejor del mundo. Como el reconocimiento fue hace muy poco, las familias indicaron a LA NACIÓN que todavía no pudieron viajar a verlo, pero planean hacerlo juntos “apenas los días estén un poco más lindos”.
La obra, de extremo realismo, llevó casi cinco semanas de trabajo compartido con un equipo, integrado por Nicolás Dicianno, Mariana Parra, Érica Ávalos y Joaquín Cava. Fue creada con la técnica de “anamorfosis”, que aporta la fórmula para que al pintar en circunferencia se logre el efecto buscado en términos de perspectiva, y que cada uno de los componentes que la conforman pueda observarse sin problemas desde diferentes planos.
Tanto Bustos como Ojeda destacaron a LA NACIÓN el impacto de ver a sus hijos en una obra tan monumental. “Es impresionante cómo capta la mirada y la forma de los niños”, indicó Bustos.
“Salvi y Nina existen, son amigos, y junto a sus padres están más contentos que este artista por el resultado que logramos con la obra”, había dicho su creador luego de recibir la distinción, que reconoció el gran trabajo de haber logrado plasmar en una superficie con irregularidades, y en altura, una pintura de dos chicos sumergiéndose en las profundidades de un cuerpo de agua. “En total es un plano de 35 por casi 40 metros, casi 1000 metros cuadrados de pintura”, detalló.
Los detalles de la obra
“¿Por qué los niños? Siempre los elijo porque me permiten trabajar sobre situaciones lúdicas, me gusta cómo funcionan en escala gigante y me permiten, a partir del juego con globos y reflejos, metaforizar el concepto; en este caso, en la Miramar que todos conocemos como la ciudad de los niños”, profundizó Ron.
El premio que otorga la plataforma Street Art Cities corresponde a los trabajos presentados durante mayo, que esta vez lo ganó este joven artista con una producción espectacular no solo en la Argentina, sino en distintos puntos del planeta.
Ron está considerado uno de los diez mejores muralistas del mundo. En esta competencia internacional ya logró segundos puestos por piezas logradas también con extrema calidad, siempre en espacios urbanos, allí donde tienen contacto e impacto directo sobre quienes transitan las calles. Es el mismo que en la ciudad estuvo detrás de un retrato gigante de Diego Armando Maradona, que luce sobre la medianera de un edificio de San Juan al 1600.
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