Nicolás Trotta. "La desigualdad no es de 5 años o varias décadas, es de 200 años"
Ampliar la jornada escolar secundaria, lograr consensos entre todas las partes y mantener las evaluaciones a alumnos y docentes, las claves de la gestión para el nuevo ministro de Educación de la Nación
Está persuadido de que no habrá conflictos sindicales, pero dice estar dispuesto a pasar "muchas noches sin dormir" si fuera necesario. A los 43 años, Nicolás Trotta, exrector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), es el nuevo ministro de Educación de la Nación. Apuesta al "diálogo" y al "consenso" para superar "la crisis" que vive el país, no solo en el sistema educativo. "Hoy, el hambre y la exclusión son lo más urgente", plantea, y anticipa que, una vez superada la emergencia, "la educación tiene que tener centralidad" porque lo que se haga en la escuela "es lo que va a ser la Argentina dentro de 20 años". En una entrevista con LA NACION, en su despacho, planteó "una épica educativa, que permita comprometer a la sociedad en los procesos de aprendizaje y de enseñanza de nuestros niños y nuestras niñas".
-La escuela hace años que no da respuesta a lo que se espera de la educación.
-La sociedad argentina no da respuesta y la escuela no está exenta.
-Pero hablamos de educación.
-La escuela y la educación en sí son el instrumento más importante de la ruptura de la desigualdad. Por eso es la responsabilidad tan grande que todos delegamos en la escuela para resolver cuestiones que la sociedad no ha tenido la capacidad de resolver, incluso nuestra democracia no ha tenido la capacidad de resolver. Porque si observamos la caída, desde la década del 70, principalmente desde el 75, 76, en términos sociales y económicos, ha sido un tobogán que ha tenido momentos en que se ha logrado frenar esa caída. Y ha habido momentos de recuperación, pero cada crisis termina demostrando que el tejido social está cada vez más desgastado.
-De las medidas que se tomaron en los últimos años, no solo en el último gobierno, ¿qué es lo que se va a sostener o mejorar y qué va a cambiar en su gestión?
-Creemos que desde el Estado no se puede tener una mirada refundante. Hay que tener la capacidad de valorar todo lo que se hizo positivamente en las gestiones anteriores. Y la educación no tiene que estar exenta de esa mirada. Vamos a hacer foco, como lo anunció el presidente Alberto Fernández, en la necesidad de lograr una escolarización temprana en nuestros niños y nuestras niñas. Quizá como principal herramienta de ruptura de esas desigualdades. También el desafío de que la sociedad, a través de su gobierno nacional, asuma la responsabilidad de garantizar esa educación transformadora en todo el territorio. Porque a veces plantean que el Ministerio de Educación no tiene escuelas y tiene 56.000 establecimientos educativos. Tenemos que garantizar esa educación transformadora a todos los niños y niñas sin importar dónde les toque nacer, ya sea a 10 cuadras del Ministerio de Educación, en un paraje rural o en el conurbano de la ciudad de Buenos Aires, donde también vemos los indicadores de mayor pobreza y de mayor violencia.
-¿Cómo se lograría?
Queremos discutir formación docente, metas pedagógicas, agenda para afrontar y combatir la profunda desigualdad educativa. Veamos lo que son el norte grande, el conurbano [bonaerense], como espacios más dramáticos, en términos de carrera docente y de salarios. Hay que dar una discusión de frente. No es una desigualdad que se corresponde a los últimos cinco años o las últimas décadas, son 200 años, y no solo es educativo, es social y económico. Por eso digo 200 años de una Argentina pensada en su región centro, donde tenemos una Patagonia que se incorporó entrado el siglo XX y tiene una realidad social muy distinta y más parecida a la del centro, con sus complejidades también, y un norte grande que no ha tenido la capacidad de generar un desarrollo con justicia. No en vano en ciertas partes de nuestro norte grande siete de cada diez chicos están bajo la línea de la pobreza.
-¿A partir de qué edad será la escolarización temprana?
-Sala de dos y sala de tres años.
-¿Cómo lo van a instrumentar?
-Estamos empezando a trabajar en la construcción de consensos. Hoy tenemos la obligatoriedad de las salas de cuatro y de cinco. La sala de cinco está casi universalizada, no así la de cuatro. Sala de tres y sala de dos, otro eje de nuestra gestión, así como va a ser la jornada extendida en la educación secundaria, que tiene un nivel de cobertura actual del 22%.
-En 2016, Diputados votó por unanimidad la obligatoriedad de la sala de 3 años, pero nunca se trató en el Senado. ¿Le tocará convencer a los ministros para que convenzan a los gobernadores de que hagan la infraestructura que se necesita?
-Primero deberíamos poner no solo el foco en una medida, sino también en la integralidad de nuestro sistema educativo, y a partir de allí el desafío es cómo logramos que la agenda educativa esté a flor de piel de toda la sociedad y de la dirigencia política; no solo frente a los momentos del inicio del ciclo lectivo o de un conflicto gremial. Parte de esto es la tarea que tengo que llevar adelante como ministro, responsabilidad que me ha delegado el presidente Fernández, y también los 24 ministros de cada una de las jurisdicciones educativas.
-¿Cómo harán esos consensos?
-Siendo consciente de que las prioridades tienen que estar acompañadas de procesos de inversión, porque si no, quedan en discursos. Esto es parte de lo que hemos dialogado en la primera reunión del Consejo Federal de Educación, que tuvimos la semana pasada, en la que participaron los 24 ministros. Ahí desplegamos la mirada de la agenda para los próximos cuatro años y también la necesidad de establecer un diálogo con las organizaciones sindicales. Eso también es algo que nos diferencia, frente a actitudes del gobierno anterior.
-¿Se imagina un año sin conflictos sindicales docentes?
-Imagino un año con mucho diálogo constante, con muchas noches sin dormir si es necesario, pero priorizando que podamos poner una agenda educativa que le empiece a dar respuesta a la sociedad.
-Algunas provincias mejoraron y otras tuvieron problemas, como Chubut, que tuvo 67 días de clases este año. ¿Cómo se articula entre querer hacer y las situaciones de cada provincia?
-En la reunión del Consejo Federal de Educación establecimos el calendario escolar que garantiza más de 180 días de clases: de 182 a 187. Pero más importante que los 180 días es la jornada extendida o completa [en la escuela secundaria], y hay que empezar donde hay mayor necesidad, donde la escuela tiene un impacto transformador más importante a partir de la presencia en esos sectores de mayor vulnerabilidad social y de mayor abandono histórico.
-Son pocas las provincias que lograrán tener 180 días de clases.
-El calendario hoy, en el laboratorio, garantiza al menos 180 días. En esta primera instancia tenemos que tener un profundo diálogo. Ser conscientes de que en la convocatoria entre cada provincia y el sector docente no solo hay que discutir salarios, que es un factor fundamental en un momento de fuerte restricción fiscal que responde a la profunda crisis que tiene la Argentina, que más nos debe movilizar y que el Gobierno está estableciendo un orden de prioridades. Una Argentina que está sobreendeudada y con incapacidad de tomar deuda para hacer frente a un montón de políticas que le gustaría estar desplegando en este momento.
-¿Cómo se evaluará a un alumno y a un docente en su gestión?
-Hemos convocado a Gabriela Dicker, rectora de la Universidad Nacional de General Sarmiento, para que esté al frente de la Secretaría de Evaluación e Información. Evaluar nos parece un paso fundamental de toda política educativa como de toda política pública. No solo es importante evaluar para saber dónde estamos, sino también para saber qué políticas tenemos que modificar o profundizar para mejorar esos resultados. No desde una mirada como puede ser el establecimiento de rankings, como plantean algunos sectores. Para nosotros, cada escuela tiene que tener la capacidad de ir mejorándose a sí misma.
-Cada escuela recibe el resultado de cómo le fue en las pruebas Aprender y podría confrontarlo con la evaluación anterior.
-Por supuesto. Nuestra clave es que toda instancia de evaluación nos permita desarrollar las políticas educativas para ir mejorando el desempeño del funcionamiento integral de nuestro sistema educativo. Lo que más nos debería movilizar es no solo lo que se relaciona con el acceso a la educación, sino también a una educación transformadora y de calidad, que es lo que hoy no estamos pudiendo lograr. Y a partir de eso la instancia de evaluación debe ser sustantiva e importante. En ese sentido, los últimos resultados de PISA no nos sorprenden.
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