Nicolás Kreplak: “Podríamos tener los cuatro serotipos de dengue circulando, lo que generaría un mayor riesgo de complicaciones”
LA NACION entrevistó al ministro de Salud bonaerense, que habló sobre la crisis del sistema sanitario, la vacunación contra el dengue y la vieja disputa sobre los pacientes de la Provincia que se atienden en el sistema público porteño
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No esquivó la pregunta y fue categórico. “Es una irresponsabilidad y una mentira. Durante el primer año de la pandemia, no había vacunas disponibles y las restricciones fueron la única herramienta para proteger a la población”. Esa fue la respuesta del ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, cuando se le preguntó por los dichos del exministro de Economía, Martín Guzmán, quien había señalado que las restricciones impuestas en la pandemia se terminaron utilizando como una bandera política.
Kreplak visitó la redacción de LA NACION para conversar sobre los principales desafíos que enfrenta el sistema de salud bonaerense. Uno de los temas centrales fue el dengue, una enfermedad que tuvo un fuerte impacto en la temporada 2023 y 2024 y genera preocupación de cara al verano. Kreplak anticipó que la situación en 2024 podría ser aún más grave si no se toman medidas preventivas y señaló que se prevé la circulación de los cuatro serotipos del virus del dengue, lo que incrementa las probabilidades de complicaciones para las personas que lo contraen por segunda vez, advirtió. Esto implica un aumento en los casos de dengue grave, que puede requerir hospitalización y pone una mayor presión sobre el sistema de salud.
El estado actual del sistema sanitario en la provincia fue otro de los puntos abordados por el ministro, quien admitió que las clínicas y hospitales están bajo una gran tensión y esto preocupa frente al inicio de la temporada de dengue. En el verano pasado las guardias se vieron colapsadas, tanto en la Provincia como en la Ciudad a causa del brote de la enfermedad. “Muchas clínicas privadas cerraron o se quedaron solo con los quirófanos”, explicó, y atribuyó esta situación a los efectos de las crisis económica. Además, criticó los recortes presupuestarios y la falta de insumos básicos, como los reactivos para VIH y la disminución en el suministro de vacunas, aunque sostiene que mantiene una buena relación con el ministro de salud de la Nación, Mario Russo.
En ese contexto, Kreplak confirmó que en octubre de 2024 comenzará una nueva campaña de vacunación contra el dengue en la provincia de Buenos Aires y resaltó la importancia de proteger a la población antes de que comience la temporada de mayor circulación del virus. La campaña estará dirigida especialmente a personas entre 15 y 59 años que ya hayan transitado la enfermedad.
Otro tema relevante que abordó el ministro fue el debate sobre los bonaerenses que se atienden en la ciudad de Buenos Aires. Kreplak sostuvo que es falso que los pacientes de la provincia “saturan” el sistema de salud porteño, calificando esa idea como un mito. “De los 17 millones de habitantes en la provincia, solo 400,000 se atienden en la Ciudad, y el 85% de esos pacientes lo hacen en el sector privado”, explicó.
Además, sostuvo que es peligroso promover discursos que dividen a los argentinos en cuanto al acceso a la salud, especialmente cuando se trata de un sistema que históricamente ha sido abierto e inclusivo.
Sin embargo, las cifras de Fernán Quirós, ministro de Salud porteño, señalan que, en promedio, el 55% de las consultas hospitalarias son de porteños y el 45%, de bonaerenses. Pero, en el Zubizarreta, por ejemplo, el 90% que consulta reside en la ciudad, mientras que en el Argerich, el Elizalde (pediátrico) o el Santojanni, el 80% de los pacientes que llegan viven en la provincia.
—¿En la temporada 2024-2025 veremos aún más casos y muertes por dengue?
—Los casos de dengue se mantuvieron activos durante el invierno de 2023 en la Argentina, especialmente en el noreste del país, lo que generó preocupación en el ámbito de la salud pública. Esta situación se debió a varios factores. En primer lugar, hubo una circulación interna del virus, con una notable presencia de casos locales, en lugar de depender únicamente de contagios provenientes de países vecinos. Además, la falta de políticas específicas de erradicación y vigilancia durante la temporada invernal contribuyó al mantenimiento de la enfermedad. Mientras que en el año anterior se registraron aproximadamente 9000 casos de dengue en la provincia de Buenos Aires, en la temporada 2023 se reportaron alrededor de 110,000 casos, lo que representa un alarmante aumento del 1100%. Esta tendencia sugiere que el dengue se ha convertido en un problema persistente que requiere atención continua y medidas efectivas. La persistencia de casos de dengue en el invierno de 2023 sugiere un riesgo significativo de que la próxima temporada epidémica sea aún más grave. La circulación de los cuatro serotipos del virus del dengue incrementa las posibilidades de complicaciones en pacientes que contraen la enfermedad por segunda vez. Esto es crucial, ya que los serotipos pueden interactuar de manera que agraven la condición del paciente, lo que podría llevar a un aumento en las hospitalizaciones y en los casos graves de dengue hemorrágico. Por lo tanto, la situación actual requiere una preparación adecuada y una respuesta coordinada para mitigar el impacto potencial de un nuevo brote.
—¿Qué medidas se están implementando para controlar la propagación del dengue?
—La estrategia principal para controlar la propagación del virus se centra en la reducción de la población de mosquitos vectores, en lugar de depender únicamente de la vacunación. Las campañas de concientización están promoviendo el descacharrado, que implica la eliminación de objetos que acumulen agua y puedan servir como criaderos de mosquitos. Además, se están impulsando medidas de higiene en los hogares y comunidades, fomentando el uso de repelentes y mosquiteros. También es fundamental la vigilancia epidemiológica para identificar y responder rápidamente a los brotes. Estas acciones son esenciales no solo para controlar la situación actual, sino también para prevenir futuros brotes de dengue en el país.
—¿Cuándo comenzarán los primeros casos de dengue de este año y en que momento empezarán a vacunar?
—Pensamos que en diciembre tendremos algunos casos, pero la epidemia va a ser grave para marzo. Empezaremos a vacunar, si el laboratorio cumple con nosotros, a partir de octubre. Nosotros compramos 500.000 vacunas para recibir 250.000 en una primera dosis y 250.000 para la segunda dosis. Así que iremos recibiendo entre octubre y noviembre las vacunas. Vamos a priorizar a la población de entre 15 y 59 años que ya tuvo dengue.
—¿Cómo impactó la crisis económica en el sistema de salud bonaerense? ¿Hay muchas personas que, por ejemplo, han dejado la prepaga y se han volcado al sistema público tensionando la capacidad de atención?
—Sí, hay una tensión muy grande en el sistema de salud, especialmente en el sistema de salud público, porque el sector privado está muy complicado. El público también está bajo presión por la caída de la recaudación y la falta de asistencia de programas nacionales que ya no existen, lo que obliga a la provincia a asumir esos costos. Pero el mayor problema está en las obras sociales. La pérdida de empleos y la fuerte caída del salario real frente al aumento de los precios de la vida, en particular en salud, ha provocado que los costos de los medicamentos y los insumos sanitarios crezcan 100 puntos por encima de la inflación. Esto ha generado una caída del 30% en la venta de medicamentos, lo que significa que 3 de cada 10 personas que necesitan medicación para enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes o EPOC, ya no se están tratando. Eso provoca un desborde en el sistema de emergencias, con enfermedades crónicas descontroladas que requieren atención urgente.
—¿Y esto se está traduciendo en guardias que están colapsadas, en turnos para dentro de muchos meses?
—Sí, eso está ocurriendo en todo el sistema, tanto en el sector público como en el privado, incluso en la ciudad de Buenos Aires. Las personas piden turnos y los consiguen con largas demoras. Creemos que esto tiene más que ver con la organización del sistema. Estamos trabajando fuertemente en la digitalización del sistema de salud, que puede ayudar a reducir la cantidad de consultas innecesarias y aliviar la presión. No obstante, hoy estamos en una situación muy tensa, con insumos muy ajustados. Estamos logrando cubrir las necesidades, pero con muchísimo esfuerzo, redistribuyendo recursos cuando es necesario para compensar las carencias en diferentes áreas.
—¿Qué opinas de que bonaerenses ocupen lugares en el sistema de salud de la Ciudad?
—Realizamos un estudio con 65.000 domicilios y de los 17 millones de habitantes, 11 millones utilizan el sistema de salud. De esos, 400,000 se atienden en la ciudad de Buenos Aires, y el 85% de ellos lo hace en el sector privado. Es importante destacar que hay 3 millones de bonaerenses que viajan a la Ciudad diariamente por trabajo. Creo que es un mito que genera tensiones y disputas en las guardias, donde la gente se siente amenazada por la presencia de otros. A su vez, los estudios muestran que las consultas de extranjeros en el sistema bonaerense son mínimas: solo el 0,3% de las consultas de guardia y el 0,1% de las vacunaciones son de extranjeros. Es peligroso establecer un discurso que discrimine el acceso a la salud. La Argentina tiene un sistema educativo y sanitario que son ejemplares en el mundo.
—¿Cuál es la situación del IOMA hoy? Hay muchos profesionales que se están yendo, y se están cobrando copagos debido al retraso en la actualización de los aranceles...
—La situación del IOMA es similar a la de los demás actores de la seguridad social, con una diferencia que considero positiva: el IOMA es solidario. Por ejemplo, yo soy ministro y tengo IOMA, y mis aportes pueden ser más altos que los de un empleado de menor rango en el Ministerio, pero ambos tenemos la misma obra social. Esa solidaridad es lo que, creo, lo sostiene a largo plazo. En cuanto a los copagos, efectivamente, se están cobrando en todas las prepagas y obras sociales. Hasta diciembre del año pasado no estaban permitidos, pero el cambio se hizo por la presión económica que están enfrentando los sanatorios. Sin embargo, en el IOMA hay restricciones: no se pueden cobrar copagos en políticas esenciales como el plan materno-infantil, internaciones o guardias. Los copagos se aplican en consultas de primer nivel, pero la intención es que no afecten el acceso a servicios esenciales ni sean una barrera económica para la atención médica.
—Hablando del manejo de la pandemia, hay funcionarios del Gobierno anterior que señalan que el ascenso de Javier Milei se debió al mal manejo de la pandemia. Por ejemplo, Martín Guzmán, exministro de Economía, dijo que la pandemia se usó como bandera política.
—Considero que lo que dijo Guzmán es una irresponsabilidad y una mentira. Es absolutamente falso. Durante el primer año de la pandemia, se implementaron medidas de restricción muy fuertes porque no había vacunas disponibles. Cuando llegaron las vacunas en diciembre de 2020, comenzamos a vacunar especialmente al equipo de salud, ya que su salud era fundamental para la atención a otros. En el segundo año, las restricciones no fueron tan severas, y, de hecho, hubo un crecimiento del PBI de 10 puntos. Si hubiéramos tenido restricciones continuas, la economía habría sufrido más. Mi trabajo fue monitorear el nivel de saturación del sistema de salud para asegurar que nadie se quedara sin atención médica. Argentina fue uno de los pocos países que logró garantizar el acceso a la salud y poder luchar contra la enfermedad con todas las herramientas necesarias.
—¿Cómo es el trabajo ahora con el Ministerio de Salud de la Nación?
—Es complicado. Personalmente, tengo una buena relación [con Mario Russo, actual ministro de salud de la Nación], hay respeto y diálogo, lo cual es importante. Sin embargo, hay un ajuste y muchos recortes en el sector salud. Por ejemplo, se están cerrando programas de médicos comunitarios que tienen más de 20 años de historia, y se están reduciendo insumos de medicamentos.
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