Nicola Costantino: "No quise representar a la Eva dogmática"
La artista trabajaba en la instalación desde antes de que la convocaran para la bienal
El laboratorio de animales disecados, la "peletería humana"; los cerdos atrapados en esferas y formas escultóricas; la cita continua a la historia del arte y a sus obras emblemáticas en una nueva iconografía fotográfica. Y en todos esos lenguajes una constante que atraviesa esa poética: el sesgo autorreferencial, la artista que pone su propio cuerpo para convertirlo en obra de arte. Todo eso es la materia que alimentó la obra inclasificable de Nicola Costantino, una ex enfant terrible consagrada por el público y el mercado. Como quien redobla su apuesta en cada nueva creación, Costantino pasó de "duplicarse" y actuarse a sí misma en Trailer , la instalación que presentó en 2010 en la que reflexionó sobre la opción de la maternidad -un desafío que ella asumió sola- a personificar "a la mujer más emblemática del siglo XX: Eva Perón". Le prestó su cuerpo, imitó su lenguaje corporal, sus gestos, hasta ella misma compuso el vestuario impecable y verosímil que la arropa, pero no le dio su voz. "No quería que fuera una actuación. Quería construir una poética propia del lenguaje contemporáneo", dice desde Venecia, donde se instaló semanas atrás para el arduo montaje de su obra. Contrariamente a lo que se piensa, las piezas no fueron creadas especialmente como envío para la Bienal. Costantino llevaba trabajando en la obra más de un año y medio cuando, casi sobre el filón, un 6 de marzo, le comunicaron que representaría al país en la muestra más importante del mundo para las artes plásticas.
-¿Por qué Evita?
-Porque el arte contemporáneo nunca se ocupó de ella. Siempre he buscado la máxima referencia en lo que he representado. Si es una cena, busco la de Da Vinci. Y dentro de las figuras femeninas, Eva es lo más emblemático del siglo XX. Y no quería representar a la Eva dogmática que los políticos nos quieren mostrar. Ni el cliché de su estatus mitológico ni a la que nos imponen los antiperonistas. Creo que hay mucho de cierto en todo lo que se dice de Eva. De allí la imposibilidad de representarla de una sola forma. Y de allí la idea de multiplicarla, explotarla, atomizarla y ponerla en distintos personajes. La invención de Morel , de Bioy Casares, y "El otro", de Borges, fueron textos inspiracionales para esta obra.
-¿Por qué la representaste "de entre casa"?
-Quise captar ese momento de intimidad, el instante previo a su exposición pública, que también muestra lo que es prepararse para salir a escena. Y en ese punto es increíble cómo te condiciona la ropa que usás, el poder que te da la ropa. Me pasó al reproducir el vestido de tul de Dior y ponérmelo. Uno se transforma.
-En la segunda instalación hay como un doble juego...
-Sí, está la evocación de lo que ella hizo en esa habitación reflejada en los espejos y la puesta en descubierto de mi truco: yo vistiéndome para ser ella. Quise jugar con esa línea borrosa entre ficción y realidad.
-¿Qué expectativas tenés?
-Recién el otro día, acá, supe de la parte competitiva de la Bienal, y de los premios. No aspiro a ganar nada porque todo lo que aquí se presenta es lo mejor de la producción mundial. Me interesa que se vea la obra, que pueda exponerse, llegado el caso en Europa, ya que la obra continúa siendo de mi propiedad, y que en la Argentina también la gente pueda verla en el Museo del Bicentenario, donde se exhibirá en 2014. Yo la había pensado para exponerla en el Colón, el ámbito del que se había apropiado Evita, y cuando lo propuse fue como un insulto.
-Es bella la metáfora del vestido que choca contra la pared.
-Ahí no me importó la verdad histórica. Quise mostrar ese intento de vencer una enfermedad que la anula. Como a ella, en ese momento, le brotaban los comentarios y discursos más violentos por un final anunciado cuando casi alcanzaba la gloria.