Neurociencia: tras la pandemia, por qué cuesta tanto volver a rendir en la oficina
El teletrabajo alteró nuestro cerebro, y para enderezarlo, aconsejan los expertos, habrá que pasar más tiempo en los espacios de empleo
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WASHINGTON.- Si todavía no lograste recuperar tu ritmo en la oficina, podría haber una explicación científica: el sistema de trabajo híbrido confunde al cerebro.
Frustrados, los jefes de oficinas semivacías no logran explicarse por qué alguien que hasta 2020 trabajaba full time ahora no se presenta en su puesto como solía hacerlo. Pero los neurólogos y los investigadores del comportamiento dicen que esa especie de amnesia colectiva sobre lo que implicaba trabajar al lado de otros es totalmente lógica.
Algunos empleados han perdido la “memoria muscular” cerebral que les permitía realizar sus tareas en un entorno de oficina, como los bíceps que pierden tonicidad y fuerza cuando no se los ejercita, señala el profesor S. Thomas Carmichael, jefe del departamento de neurología de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles.
Tras años de trabajo remoto, la capacidad de atención selectiva del cerebro y nuestra habilidad para bloquear las distracciones se fue debilitando, agrega Carmichael. Pero a quienes prefieran seguir trabajando desde sus casas, el remedio que ofrece el especialista podría no gustarles: oblíguense a ir a la oficina más seguido.
Ahogados en un mar de “¿Y si…?”
Para la psicóloga organizacional Cathleen Swody, los ensayos para demostrar qué tan productivo es trabajar desde casa solo han servido para alimentar la infelicidad, y que en el entorno social de oficina muchos empleados ahora ven coartada su autonomía.
Durante 2021, la ingeniera en software Maryia Babinova trató de volver varias veces por semana a su oficina de Nueva York, donde le resultaba prácticamente imposible hacer algo productivo.
“Los primeros 45 minutos de mi día laboral me los pasaba saludando a todo el mundo”, recuerda Maryia, y agrega que hasta las pequeñas interrupciones típicas de una oficina se convertían en una distracción mayúscula: una excursión a la máquina de café podía tardar hasta 15 minutos, si había compañeros esperando, cuando en su casa el café estaba a la mano y seguía concentrada sin interrupciones.
Actualmente solo va en persona a la oficina cuando hay integrantes de su equipo que llegan de visita de otras ciudades. Y esos días solo hace tareas que no requieren mucha concentración mental, para asegurarse de poder hacerlas rodeada de gente.
La carga de readaptarse al trabajo presencial puede hacerse todavía más pesada por las constantes comparaciones entre la realidad de la oficina en 2023 y la alternativa de un entorno de trabajo hogareño, según Laura M Giurge, profesora adjunta de la Escuela de Economía de Londres.
Cuando las personas empiezan a elucubrar sobre cómo sería su vida bajo circunstancias diferentes, pueden ahogarse rápidamente en un mar de “¿Y si…?”, un concepto de la psicología conocido como pensamiento contrafactual, o contrafáctico.
“Ahora, cuando vamos a la oficina, tenemos el contrafactual de trabajar desde casa”, apunta Giurge. “Sabemos cuánto mejor sería todo, incluso cuánto más trabajo lograríamos hacer.”
Y es difícil perder la memoria de lo lindo que era sacar a pasear al perro al mediodía, o la comodidad de hacer un corte a media tarde para encausar la cena, y volver a conectarse tipo 17 para seguir trabajando. El repaso mental de todos esos escenarios que podrían ser mejores consume mucha energía cerebral, y nos distrae del trabajo concreto que tenemos entre manos, señalan los psicólogos.
Un silencio perturbador
Acostumbrarse a trabajar con ruido de fondo también lleva tiempo.
Ahora muchos lugares de trabajo son más silenciosos porque las oficinas siguen semivacías, y eso implica que puede haber períodos de silencio total, salpicados por ruidos repentinos que se potencian y perturban sistemáticamente a los empleados durante todo el día. Y alternar la soledad del teletrabajo desde casa un día con el ruido de la oficina al día siguiente puede provocar un efecto similar.
“Para volver a trabajar bien tenemos que rehabituarnos a todas esas distracciones que ya existían”, dice Vanessa Bohns, profesora de comportamiento organizacional de la Universidad de Cornell. Según una investigación citada por Bohns, tardamos 20 minutos en acostumbrarnos al ruido de fondo, pero bastan cinco minutos de silencio antes de que regrese el ruido para que el cerebro tenga que “resetearse” y el proceso vuelve a empezar.
Para muchos empleado y algunos jefes, ahora el espacio de la oficina es un lugar de colaboración, pero no como el único lugar donde hacer el trabajo individual de cada cual.
En una encuesta a gran escala publicada el año pasado, el 84% de los empleados de Microsoft dijo que su principal motivación para ir a trabajar en persona era conectarse con sus compañeros de trabajo, y más del 70% respondió que iría a la oficina más seguido si supiera que los miembros directos de su equipo o amigos del trabajo coincidirían ese día en el lugar.
“Los datos muestran que la oficina no es el único lugar donde podemos enfocarnos en nuestro trabajo”, señala Colette Stallbaumer, gerente general de Future of Work, una unidad de Microsoft.
Lynn Dang, desarrolladora de software de Dallas, aprovecha sus tres días de trabajo presencial obligatorios para mantener reuniones cara a cara y para las tareas que no requieren una concentración intensa.
El año pasado, cuando hizo la transición de regreso a la oficina, notó que no podía concentrarse en leer código tan fácilmente como lo hace trabajando desde su casa. Las discusiones en voz alta de los equipos de trabajo y escuchar conversaciones telefónicas de los boxes vecinos alteraban constantemente sus sentidos.
“Ahora tengo que buscar en mi lista de tareas pendientes alguna opción para aprovechar el tiempo y ser productiva”, dice Lynn. “La alternativa es seguir quedándome después de hora o trabajar los fines de semana desde cada para sacar adelante el trabajo.”
Por Ray A. Smith
(Traducción de Jaime Arrambide)
The Wall Street Journal