Necesitan un nuevo campo: el dramático pedido de una ONG para reubicar a 132 caballos rescatados y curados del maltrato
Los animales serán desalojados antes del 14 de enero del refugio en Baradero de la ONG ACMA; corren contrarreloj para encontrar otro alquiler adecuado y accesible; exhortación a las autoridades
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Los directivos y el equipo de Ayuda a Caballos Maltratados (ACMA) están desesperados. La institución, que lleva 14 años a servicio de los animales y la sociedad, atraviesa una triste situación: un posible cierre de la ONG que se sostiene gracias al trabajo de voluntarios y la ayuda de padrinos.
La asociación les da asilo y cuidados a más de 200 caballos en Alejandro Korn y Baradero, pero hoy corre contrarreloj para poder seguir haciendo su enorme trabajo, que fue reconocido por el Senado de la Nación, tanto por la acción de la entidad como por la de su presidente, el médico veterinario Ariel Corse. Además, fue declarada de interés municipal en San Vicente.
Corse salva a caballos del maltrato y les da otra oportunidad a los ancianos, heridos y sentenciados a muerte, pero ahora teme quedarse sin su ONG tras no haber podido renovar contrato en el campo de 80 hectáreas de Baradero donde funciona el santuario de ACMA: fue vendido y será destinado a otro fin.
Al buscar un nuevo predio se les está haciendo imposible conseguir uno que se adapte a lo que los caballos necesitan y por un precio que no sea inaccesible para ellos.
“Nosotros siempre manejamos dos predios. Uno está ubicado en Alejandro Korn, donde tenemos 20 hectáreas útiles y un total de 80 animales. Tenemos 60 en boxes; allí también se encuentra el hospital y dos boxes de internación donde se recibe a los caballos que están en estado de emergencia. Allí los atendemos y realizan la recuperación”, contó el médico veterinario.
“En Alejandro Korn también realizamos todas las actividades sociales de la institución, visita de los padrinos y de los seguidores. Ellos vienen al predio a conocer a sus caballos ahijados y ver cómo está todo; ver la inversión permanente que hacemos, el desarrollo, el mantenimiento, los sectores nuevos, galpones nuevos. Esta es una forma de que vean a donde va su dinero porque siempre nos caracterizó la transparencia”, dijo.
El ciclo de visitas es una parte fundamental de la ONG. También reciben colegios de alumnos con capacidades diferentes; la visita de chicos, madres y adolescentes en situación de calle, y personas con adicciones, entre otros grupos: “Este año tuvimos más de 60 visitas. También vienen de las universidades de veterinaria a hacer las cursadas de bienestar animal. Me toca muchas veces dar clases en esas cursadas”, detalló Corse.
ACMA también apadrina a dos merenderos del barrio. Su prioridad es llegar a la primera infancia, enseñarles a generar empatía hacia los animales y, a través de eso, empatía hacia las personas. “Por derrame esto llega y es un aporte que nosotros brindamos a la sociedad”, sostuvo el médico veterinario.
El Poder Judicial y el personal policial también también reciben capacitaciones en el predio, respecto al abigeato, al bienestar animal, sus procedimientos y demás”.
Una vez que los caballos tienen el alta médica, capacidad y actitud para valerse por sí mismos pueden ser trasladados al santuario, que hasta el momento queda en Lima, Baradero. Mientras en Alejandro Korn “los atienden todos los días de su vida: tienen su cama limpia, la comida, el agua y veterinario permanente”, en el santuario hacen su vida en un estado de semilibertad absoluta, con la intervención del hombre dos veces al año. Hoy habitan allí 132 ejemplares.
“En esas visitas hacemos la extracción de sangre para el test de anemia infecciosa equina, que por legislación corresponde; la vacunación y la desparasitación correspondiente”, detalló Corse.
“El resto del tiempo permanecían en un campo de 40 hectáreas y, cuando se acababa el pasto, los pasaban a otro lote de 40 hectáreas”, describió. Pero ahora, “diez años después, el campo se vendió. El nuevo propietario tiene su propio emprendimiento con vacas. Nos dijo que no podemos continuar, es algo lógico, y nos dio un plazo para retirarnos”, añadió.
El calvario de buscar alquiler
“El inconveniente radica en que nosotros pagábamos un alquiler módico, porque la propietaria de ese predio era amante de los caballos y siempre nos hizo un precio irrisorio. Cuando salimos a buscar un campo para alquilar nos encontramos con que no conseguiamos y no conseguimos aún un campo adecuado. Los campos no se alquilan, no cumplen con lo necesario o piden barbaridades”, detalló sobre la difícil situación que están atravesando como ONG.
Uno de los principales problemas es que no pueden tampoco trasladar a los caballos a un campo ubicado en cualquier zona porque hay muchos robos: “Están carneando a los caballos para comer, eso está pasando en la actualidad. Entonces hay zonas que se deben evitar. como General Rodríguez, Luján, Moreno, Merlo, Escobar. Nos dedicamos a esto y sabemos de lo que estamos hablando, los caballos no pueden ir a parar a cualquier lugar”, insistió Corse.
Por eso, ACMA está en busca de un campo que reúna cierta seguridad y determinada cantidad de hectáreas: más de 80, pero si surge una oferta de 60 la tomarían igual porque no tiene opción.
“Si la semana que viene tengo que sacar esos caballos del predio y no tengo campo, los voy a tener que llevar al predio de Alejandro Korn, donde ya tengo 80 caballos en 20 hectáreas, cuando el promedio es un caballo por hectárea”, lamentó.
Y sentenció: “Es inviable tener tantos caballos en 20 hectáreas. Ahí lo que va a suceder es que se van a pelear y se van a lastimar. La comida que voy a tener que darles, porque obviamente el pasto ni siquiera alcanza para un día, oscila los 4,5 millones de pesos por mes, más todos los gastos fijos que ya tenemos de este predio. Es una situación que se vuelve insostenible”.
Desde la ONG afirman que en dos o tres meses ACMA puede dejar de funcionar. Desde sus inicios, la asociación sin fines de lucro tiene caballos en depósito judicial, sin recibir nada a cambio. “El Estado tiene que ver esto. El 99% de los caballos son de la provincia de Buenos Aires y los debería tener la Policía de Buenos Aires. Como no hay recursos, entramos nosotros como ONG”, explicó Corse.
El veterinario no quiere, en realidad, dinero a cambio. Pero sí pide un predio judicial, en comodato o contrato de alquiler por 10 o 20 años para poder seguir con el invalorable trabajo que llevan haciendo hace una década y media.
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