Naturaleza y tranquilidad: cinco escapadas dentro de la Provincia de Buenos Aires para hacer en Semana Santa
Un hospedaje en la cima de un cerro, termas en el portal de la Patagonia, gastronomía criolla, almacenes de campo y pueblos donde la tradición gauchesca se unen con el arte son algunas alternativas donde la vida en cámara lenta es el común denominador
- 8 minutos de lectura'
Los viajes en tiempos de pandemia se concentran en propuestas donde la naturaleza y la tranquilidad son los ejes centrales de las plazas elegidas. Los destinos nacionales son la mejor opción para conocer rincones desconocidos, cercanos y seguros donde la aventura forma parte del recorrido.
La agenda se basa en disfrutar los silencios y colmar la necesidad de cielo, aire puro, recorridos por caminos solitarios que cruzan pequeños pueblos y rincones de belleza escénica. Alimentos kilómetro 0, recetas centenarias y caseras, la propia dinámica de las viejas ceremonias que tierra adentro se mantienen intactas. Nada puede fallar en el mapa del turismo rural.
Semana Santa es el tiempo ideal para hacer escapadas y renovar la mirada en el horizonte. La provincia de Buenos Aires sorprende por la multiplicidad de propuestas alternativas, muchas de ellas desconocidas que se centran en paisajes de absoluta belleza y completa soledad. Hospedaje en la cima de un cerro, termas en el portal de la Patagonia, gastronomía criolla, almacenes de campo y pueblos donde la tradición gauchesca se unen con el arte, actividades al aire libre, viejos boliches y calles de tierra donde la vida pasa a ritmo lento.
Cerro Áspero: dormir a 650 metros de altura en el techo de la Provincia
“Te despertás y por la ventana ves un ciervo, un caballo salvaje y todo el valle”, afirma Carlos Eckardt, propietario de la estancia Cerro Áspero, y del hospedaje más alto y salvaje de toda la provincia, en la cima del cerro Vigilante, a 650 metros de altura, en la zona montañosa del Partido de Saavedra, en el corazón de los silencios naturales de los cordones serranos de Cura Malal y Bravard, a pocos kilómetros de Sierra de la Ventana. Con capacidad para 15 personas, cocina, electricidad, salamandra, baño y agua potable, el deck de este exclusivo alojamiento de montaña muestra una postal única a toda el Abra del Hinojo. Se trata de una estructura semicircular, para evitar el choque de los vientos.
“Era un silo que cortamos al medio”, afirma. Lo hizo él mismo. “Es un lugar hermoso, da mucha paz, no existe otro lugar igual”, sostiene. El alojamiento está en el techo de la provincia. “Estás completamente solo”, asegura. Por la noche, las estrellas parecen al alcance de las manos. En la base se ofrecen dormis, cabañas y un campamento. Se pueden hacer actividades de montañismo y trekking. Se accede por la ruta 33, a la altura del pueblo Dufaur, donde se encuentra el almacén de ramos generales “La Moderna”, con oferta gastronómica con productos de las sierras.
Distancia desde CABA: 580 kilómetros.
Lodge La Sistina, la isla intraterrena bonaerense
“Es el secreto mejor guardado de la provincia de Buenos Aires”, afirma Juan Vitali, manager del Lodge La Sistina, en la isla grande de Laguna del Monte, en Guaminí. Es la única isla intraterrena de la provincia. A este paraíso insular bonaerense se accede por barco o por avión. Una vez en la isla, el mundo moderno y sus ruidos quedan en el continente, las mansas aguas de la laguna, la protegen y aíslan. “Nuestra principal característica es ser una isla dentro del mapa de Buenos Aires”, sostiene Vitali.
En el lejano oeste, en medio de grandes extensiones de tierra y pastizal, La Sistina es un tesoro en el mapa. La isla tiene 450 hectáreas. La propiedad, desde el aire, tiene forma de trébol. ¿Las comodidades? Ocho habitaciones grandes, cuatro en planta alta y cuatro en planta baja. El living es uno de los espacios con hechizo propio, inmensos ventanales de más de tres metros de largo por dos y medio de alto, presentan una visión de 180° grados, sin interferencias, a toda la laguna y al “continente bonaerense”.
“Los amaneceres son imperdibles”, sugiere Vitali. La isla es un pequeño edén, donde diferentes especies de animales exóticos están en libertad. Ciervos dama, antílopes, muflones, perdices europeas y faisanes, entre otros. La propuesta es con pensión completa. “Nuestros platos se apoyan en productos del territorio”, afirma. Pejerreyes, diferentes carnes, y vegetales, las opciones. Las actividades incluyen pesca, kitesurf, paseos en bicicleta y safaris fotográficos. “Esperamos el amanecer solar y el lunar”, afirma Vitali.
Distancia desde CABA: 490 kilómetros.
San Antonio de Areco, tradición y tranquilidad
San Antonio de Areco lo tiene todo a muy poca distancia. A una hora del obelisco el pueblo plantea un viaje al pasado: calles arboladas, un casco histórico con casas centenarias, un circuito imperdible de viejo boliches (algunos con 200 años de existencia como el de Bessonart) donde aún se conserva la tradición de tomar el aperitivo al mediodía y al caer el sol, ocho museos, la costanera del río Areco, gastronomía criolla de excelencia y una dinámica propia de tranquilidad y ritmo lento. La puesta en escena es la natural vida de los arequeros, y contagia.
En la plaza, está el epicentro de esta reposada serenidad y el Hotel Draghi es el corazón del sosiego. “Nuestro principal capital es el ambiente familiar que lo caracteriza, atendido por sus propios dueños que le otorgan un encanto especial”, afirma Lucila Draghi, a cargo. La familia es reconocida por su actividad artística en orfebrería; aquí se encuentra un museo dedicado a la platería criolla y el taller de Mariano Draghi, uno de los más grandes artistas de este oficio. La belleza, el sentido de la estética, los colores y diseños, presentan un recoleto jardín, una piscina, una fuente, un desayunador vidriado y las nueve habitaciones dobles, íntimos cascos de estancias. “El objetivo es conectarse con el pasado activado por el elemento mágico representado por los detalles arquitectónicos y paisajísticos”, sostiene Lucila.
Aunque esté en el pueblo, el hotel sugiere un viaje hacia el mundo rural y sus silencios. “El huésped encuentra un ámbito de paz y silencio interrumpido por el canto de las aves y el susurro de la fuente”. Areco es un pueblo con una idiosincrasia propia. “Hacemos de la hospitalidad, un culto. Somos una gran Aldea donde ‘La Gauchada’ es una moneda corriente”, resume Lucila.
Imperdibles: sus boliches, los helados de la heladería “Tokio”, los alfajores de “La Olla de Cobre”, y dos museos: el Ricardo Güiraldes y Las Lilas con obra original de Molina Campos.
Distancia desde CABA: 113 kilómetros.
Termas en el portal de la Patagonia
Cuando el mapa de la provincia de Buenos Aires comienza a finalizar, un territorio extenso y con los paisajes propios del sur se presenta en íntima soledad. Pedro Luro está a orillas del río Colorado y en la puerta de la Patagonia bonaerense. Hace un siglo aquí quisieron buscar petróleo, hicieron una perforación de 1000 metros, pero en vez del oro negro, emergió un tesoro más preciado: agua termal con grandes propiedades terapéuticas. Hoy son el centro de atracción del Complejo Termas de Luro Hotel & Spa. “Las personas vienen a sanar la mente en un entorno agreste y rural, alejado del ruido y el cemento de la ciudad”, afirma Lucio Serrón, el propietario.
“Las aguas son únicas, la relajación del cuerpo es total”, sostiene. “Es una gema oculta de la Provincia de Buenos Aires”, describe. El hotel tiene piletas internas y al aire libre, fangoterapia, hidromasaje y área de picnics. El dato curioso es que las aguas son rojas, debido a la alta concentración de hierro y sales, se conoce al lugar como el “mar muerto bonaerense”. Se produce la flotación natural. “Podes flotar mirando las estrellas”, invita Serrón refiriéndose a las termas a cielo abierto. La propuesta también incluye las solitarias playas del río Colorado, a metros de las termas. Soledad absoluta. Son playas vírgenes. Para recuperar fuerzas, la carta del hotel apuesta a recetas caseras con productos regionales.
Data: Distancia desde CABA 760 kilómetros.
Tandil y sus sabores criollos
Tierra bendecida por productos reconocidos en todo el país, Tandil es un destino que asegura momentos inolvidables y sabores que solo se consiguen en este rincón serrano. En la ruta 74 (Km 231), en el acceso a Azucena (un pequeño pueblo de la campiña tandilense) y a apenas 30 kilómetros del centro de Tandil, se levanta, orgulloso, el Almacén y tambo ovino Cuatro Esquinas. Postal criolla y parada obligada de sibaritas y adoradores de los silencios del campo y de la experiencia gastronómica calma y tranquila. “Somos una pyme familiar”, afirma Romina Somi, que atiende este almacén que los fines de semana se transforma en uno de los restaurantes camperos tandilenses más visitados
“Nuestro sándwich de jamón crudo y queso es muy conocido”, sostiene Somi. En 1998 se hicieron cargo del lugar, a la par, montaron un pequeño tambo ovino. Los quesos personalizados, pronto tuvieron éxito. “Recibimos viajeros de todo el país en busca de nuestros quesos de oveja”, manifiesta Somi. Elaboran también quesos de leche de vaca, ricota, yogurt natural estilo griego y dulce de leche.
El “Cuatro Esquinas” es un almacén y tambo de culto. “Este típico boliche de campo atesora una colección de recuerdos que se fueron acumulando con los años, dándole una atmósfera especial”, describe Somi. La estética remite a una obra pictórica de arte rural, la singularidad es que es real. Con mesas en el salón y al aire libre, la propuesta es disfrutar “una típica picada tandilense o una comida campestre en familia, con cata de quesos”, concluye.
Distancia desde CABA: 380 kilómetros.
Otras noticias de Viajes
Más leídas de Sociedad
Calendario escolar 2025. Definieron cuándo empiezan las clases en la Ciudad y las fechas de las vacaciones
Murió una persona. Un grupo de argentinos chocó en la frontera con Paraguay: viajaban para ver a Racing
Seguridad vial. Tras ocho meses cerrado, reabrirán al tránsito un puente clave entre dos ciudades
“Es como jugar al ping-pong con señales de radio”. El asombroso método que científicos usaron para medir el glaciar Upsala