Nahiara Argüello, la chica que luchó para que su escuela se adaptara a sus necesidades
"Tengo que apoyarme en la pared del baño. A veces, prefiero no ir porque me da asco", dice Nahiara Argüello, de 11 años. Durante los últimos años de su vida pidió que algún responsable de Educación de la ciudad las escuchara a ella y a su mamá. ¿Cómo podía ser que no pudiera movilizarse con normalidad en su escuela porque el edificio no estaba preparado para su silla de ruedas? Finalmente, hoy la institución ya tiene rampa de acceso y el sanitario adaptado está pronto a estrenarse.
Esto se logró porque hubo una terapeuta que oyó a Nahiara y a su madre, María Ledesma, porque la fundación Acceso Ya les prestó atención y porque la Justicia no miró a otro lado. "Este año se contactó con nosotros la mamá de Nahiara, que es una niña con discapacidad motriz que asiste a la Escuela N° 5 "Vicente López y Planes", ubicada en Tandil 6690, del barrio de Mataderos. La institución era totalmente inaccesible, lo que vulneraba su derecho a acceder a la educación en igualdad de condiciones que el resto de sus compañeros", explican a LA NACIÓN desde la ONG.
Seis años atrás, durante la inscripción de la chica en la escuela para iniciar la primaria, Ledesma le comentó a las autoridades que Nahiara, debido a un problema de salud que tuvo cuando aún no tenía un año de vida, utilizaba silla de ruedas para trasladarse. Los escasos escalones que había que cruzar para ingresar en el edificio ya se presentaban como una complejidad para la menor. "Al principio, no insistí tanto para que hicieran la rampa, aunque existe una ley que así lo indica. La nena era más chica y yo podía levantar la silla", recuerda la mujer.
En 2006, la ONG Acceso Ya inició una acción de amparo contra la cartera de Educación porteña con el objetivo de lograr que todas las escuelas de la ciudad cumplieran con accesibilidad edilicia. Tres años después, en una resolución de primera instancia se ordenó al gobierno porteño a cumplir con un plan de accesibilidad integral, sentencia que fue confirmada en 2012. De acuerdo con la organización, la fecha límite para la finalización de las obras estaba prevista para marzo de 2015.
El tiempo fue pasando, Nahiara pasó de grado cada año, y cada vez se volvió más molesto movilizarse en la escuela. No solo porque su mamá debía esperar que alguien la ayudara para levantar la silla de ruedas, sino porque la chica se sentía más aislada de sus compañeros. "¿Por qué tengo que comer sola abajo o me juntan con los que se portan mal?", comenzaba a preguntarse Nahiara. El comedor de la institución está en el primer piso. Los estudiantes deben ascender 24 escalones para llegar allí. Aunque asistiera a la escuela con sus muletas y la prótesis de su pierna izquierda, "¿cómo hace para subir sin perder el equilibrio?", resalta su madre.
Normativa que no se cumple
Pese a la normativa que obliga a readecuar las escuelas para que sean accesibles para todos, Nahiara no contaba con un servicio sanitario acorde a su realidad. Ledesma cuenta: "Los baños son chiquititos, angostos, y la silla no entra. Para poder pasar, la nena se tiene que parar e ir saltando y agarrándose de las paredes porque no hay barandas". Mientras su madre grafica esta situación, la nena deja en claro, con las expresiones de su cara, lo desagradable que es eso para ella.
"Hice un montón de reclamos. Llamé a todos lados, pero nunca tuve reunión con algún funcionario de la ciudad. Solo me daban teléfonos y más teléfonos para comunicarme. Una vez, alguien me dijo que la cambiara [a Nahiara] de escuela ya que había muchas que tenían rampa… ¿pero por qué yo tengo que cambiarla si estamos a dos cuadras y media?", dice enojada, María. "En mayo de este año me contacté con Acceso Ya", recuerda la mujer.
Desde la Fundación se hizo una presentación judicial en la causa por escuelas accesibles que, finalmente, tuvo un fallo favorable de la jueza Elena Liberatori. Por resolución, se ordenó al gobierno de la ciudad a que realizara las obras de adecuación que necesita Nahiara bajo apercibimiento de imponer sanciones pecuniarias en cabeza de la ministra de Educación, Soledad Acuña. Incluso, a comienzos de julio pasado, la magistrada participó de un reconocimiento judicial en el establecimiento educativo para visibilizar las barreras arquitectónicas que tenía la escuela.
"Conseguimos que 600 de 750 escuelas públicas porteñas cuenten con condiciones de accesibilidad básicas -rampa de ingreso, baños adaptados, aulas accesibles y señalética correspondiente-, y que 299 tengan accesibilidad total (tienen garantizada la libre circulación horizontal y vertical)", resaltan desde Acceso Ya.
Madre e hija están contentas. Por fin, fueron escuchadas. Durante las vacaciones de invierno se hizo la rampa de acceso y comenzaron las obras para que haya un baño adaptado en la planta baja del edificio. Lo del comedor es, por ahora, un asunto que resta resolver. Ledesma resalta: "Ahora era por mi nena, pero un día puede venir otra persona en la misma situación ya sea porque nació con algún problema o porque se trata de un alumno o maestro que se fractura o tiene otro inconveniente de salud".
El reclamo de las mujeres continúa. Alguien más debe escucharlas. Nahiara necesita que el Estado – a través de lo que era el plan Profe (hoy Incluir salud) - cumpla con su deber de trasladarla desde su casa en Mataderos hasta el Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP), donde se trata la menor, que queda en el barrio de Belgrano. Sin esa asistencia, Nahiara y María deben tomarse dos colectivos para ir, y otros tanto para regresar, y el largo trayecto de una punta a otra de la ciudad es cansador para la nena.