"Nadie nos a va usar a nosotros para exprimirnos o coimearnos"
Así lo afirmó a LA NACION Javier Porjolovsky, uno de los dueños del complejo Ku
PINAMAR.- Al ex intendente Blas Altieri lo define como "un caballero". Y de Rafael De Vito, presidente del Concejo Deliberante y sucesor natural del actual mandatario, afirma que es "un amigo". Pero Javier Porjolovsky, uno de los tres dueños del complejo bailable Ku-El Alma, niega que la denuncia que puso en la cornisa del poder al jefe comunal local Roberto Porretti tenga un trasfondo político.
"Aquí hubo una acción a la que no estábamos acostumbrados, que nunca nos había pasado y nos rebelamos", explica el empresario para justificar la acusación por extorsión que uno de sus socios hizo en la Justicia contra Porretti.
"Nadie nos va a usar a nosotros para nada porque no lo permitiríamos. Y tampoco exprimirnos, extorsionarnos o coimearnos", afirma a LA NACION.
Porjolovsky accede a dar mayores precisiones del caso, pero sin avanzar en detalle sobre las pruebas que obran en el expediente.
El empresario cuenta que comenzó a recibir presiones de la gestión de Porretti incluso "antes de que empezaran a ejercer el poder". Y considera que "tal vez" pensaban en la comuna que en la discoteca iban a encontrar una "caja fácil".
Admite también que el nuevo gobierno les reclamó el pago de un canon con efecto retroactivo por explotación de un espacio público lindero al complejo. Recuerda que es un médano que tiene barras de venta de bebidas y al que se recurrió "por cuestiones de seguridad".
"El nuevo gobierno consideró que correspondía un canon y la anterior administración, no", explica.
Entonces, asegura que se pactó con funcionarios un canon a discutir. "Nunca se pagó nada", aclara. Pero detalla que desde la municipalidad se recurrió a "una maniobra" para dilatar la resolución de la cuestión. Prefiere no decir si fue un pedido de soborno.
Sí especifica que lo que se les pedía "no era razonable", por lo que su socio, Rubén Cameroni, decidió denunciar el caso. "Agotó las instancias y no hubo forma, había una intransigencia total de los funcionarios", destaca el empresario de la noche.
Porjolovsky es testigo en el marco de la causa. Participó de cada una de las reuniones en las que recibieron presiones para abonar unos 175.000 pesos a cambio de no ser molestados con inspecciones y eventuales clausuras en la discoteca. "Lo difícil fue tomar la decisión", aclaró sobre la idea de denunciar a Porretti y quien era su secretario de Gobierno y Hacienda, Aldo Leonian. "Estamos luchando contra el poder", insiste.
Para probar la extorsión, dice, junto a sus socios debieron evaluar la forma de llegar a la Justicia con elementos de prueba. Estimaron que recurrir a grabaciones de video con cámaras ocultas y escuchas telefónicas era una buena estrategia. "Asumimos un riesgo, pero no nos puede ni debe jugar en contra", afirma.
Porjolovsky no teme que el contenido del video pueda convertirlos en acusados, como aseguró ayer el abogado defensor de Porretti. Y aun así se muestra dispuesto a asumir el riesgo. "Yo no quiero un monumento -señaló-, sino que la política sea transparente y que el funcionario elegido por el pueblo tenga objetivos claros de desarrollo y no fines de lucro espurios".
Al evaluar los motivos que pudo haber tenido la gestión de gobierno de Porretti para presionar tanto contra los titulares de la discoteca, el empresario dice que prefiere creer que no hay una raíz política.
Es que reconoce su apoyo a Altieri, que fue intendente de Pinamar durante 16 años, en las campañas electorales. "No me avergüenza decirlo", plantea. Por ende, lejos estuvo de colaborar con el proyecto que llevó a Porretti a vencer al histórico líder local. "No creo que eso haya sido el objetivo básico de todo este tema", arriesga con cierta suspicacia.
Con ello, también descarta intenciones de contribuir con esta denuncia a que De Vito ocupe el lugar de Porretti. "Políticamente -aclara- no comulgo con su proyecto."
Ahora, mientras espera el avance de la causa, asegura que su discoteca "no es un antro" sino un negocio "limpio y honesto". Pero sostiene que por un pedido de su familia está dispuesto a desprenderse de este "templo" de la noche de Pinamar. "Ya estaba cansado -afirma-, pero esta fue la gota que rebasó el vaso."
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