Nadie controla las máquinas que venden alimentos
Desde hace más de una década los argentinos convivimos con ellas. Están en lugares de esparcimiento, en empresas, en consultorios. Es común ver las luchas cuerpo a cuerpo con ellas para lograr que el producto seleccionado llegue a nuestras manos. Sin embargo, las conocemos poco. Nadie puede indicar cuántas son las máquinas expendedoras de bebidas y alimentos que miles de porteños utilizan diariamente, ni dónde funcionan.
Ante esta situación, la legisladora porteña Alicia Bello (CPC) presentó un proyecto para crear un registro de estas máquinas y de su mantenimiento en la ciudad, como también que la habilitación y el control pasen al gobierno porteño. En tanto, las empresas líderes en el mercado consultadas por LA NACION creen que esa reglamentación no es necesaria.
"No existe control sobre los alimentos que en ellas se expenden, como tampoco una legislación sobre el mantenimiento y limpieza de las máquinas automáticas, lo que deja en un desamparo total a los consumidores", explicó Bello.
Desde el gobierno porteño no creen que la situación sea tan caótica. "Los alimentos que se expenden dentro de las máquinas, son, en general, productos que están aprobados por alguna autoridad sanitaria. Es decir, que tienen registro alimentario y vienen controlados de origen. Lo que permite nuestra jurisdicción es acudir cuando existe algún pedido de control", explicó Marta López Barrios, directora de Higiene y Seguridad Alimentaria porteña.
Las máquinas, en su mayoría importadas, son aprobadas por el Instituto Nacional de Alimentos (INAL), aunque una fuente del organismo dijo que se ignora qué cantidad de aparatos funciona en la ciudad. Según se informó a LA NACION, conocer ese dato no les "corresponde" a dichos funcionarios.
La masividad de estas máquinas llegó de la mano de la convertibilidad. A mediados de los años 90 las empresas del rubro ascendían a 500. Las reunía la Cámara Argentina de Expendedoras Automáticas, hoy desaparecida. Se calcula que en 2004 queda menos de la mitad.
Importadas
"Las máquinas de café son italianas y, las de gaseosas, norteamericanas. El café es importado del Brasil. De esa forma, con la devaluación el sector quedó muy golpeado", afirmó Javier Socol, presidente de Royal Vending SA, una de las empresas líderes del rubro.
"El sector no está reglamentado, de la misma manera que no está reglamentado un maxiquiosco. Cada empresa contrata pólizas de seguro de responsabilidad civil. En doce años no hemos tenido ningún inconveniente", agregó.
Según pudo averiguar LA NACION, las asociaciones de consumidores no tienen registradas denuncias de usuarios por el uso de las máquinas, y tampoco existe un registro en la Defensoría del Pueblo (ver aparte).
"Cada particular puede controlarlos, pero muchas veces no se cumple con las normas de higiene establecidas por el Código Alimentario Nacional, dato que muchas personas ignoran. Sin mencionar la cantidad de máquinas que tragan las monedas de los clientes y en las que no hay nadie a quien reclamarle", insistió Bello.
Buenos Aires Vending SA es otro de los referentes del sector. Dicen que son "prácticamente intermediarios. Y de funcionar un registro, los controles deberían ser aplicables. Si no, lo único que se generará es más burocracia", indicaron en la empresa.
López Barrios coincidió: "Las máquinas hacen las veces de dispensers. Pero -aseguró- si se aprueba el registro, la Ciudad es competente para evaluar lo apropiado e inapropiado en este tipo de expendio".