Nació en El Tibet, llegó a la Argentina de casualidad y pasó de vender pulseras en la calle a ser modelo
Yeshi Tenzin llegó al país como traductor de monjes budistas y lo adoptó como su hogar; artesano, actor y un poco “busca porteño”
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“¡El que no salta es butanés!”, bromea Yeshi Tenzin, nacido en Bután, país de Asia del sur, un reino budista situado en el borde oriental del Himalaya, la cordillera más alta de la Tierra, con 8849 metros de altura.“El Techo del Mundo”, señala cuando charla con LA NACIÓN.
Yeshi es el único ciudadano oriundo de dicha Nación residente en la Argentina, y confiesa estar feliz por cómo lo recibieron cuando llegó en 2008 por mera casualidad. Desde entonces viene desarrollando diversas actividades, primero como traductor de monjes budistas que llegaron a nuestras tierras, luego paseando perros, como cajero y encargado de una cadena de venta de lácteos conocido como Al queso, queso; también fue artesano, modelo de la marca de indumentaria Bolivia y actor en la película Focus, que filmó en la Argentina junto a su “colega”, podríamos llamarle así, Will Smith, que también es rapero, productor cinematográfico y discográfico estadounidense.
No es todo. La actualidad laboral de Tenzin indica que hoy es el recepcionista del restó Pizza Cero, con 25 años de tradición en el mercado gastronómico, ubicado en Libertador y Tagle. Allí les da la bienvenida a todos los clientes en el idioma castellano que aprendió, como él mismo lo define, “caminando la calle con los pichichos”.
“Nací en Bután, el país más feliz del mundo porque hay 0 por ciento de polución y se trabaja muchísimo con lo orgánico. El 70 por ciento del país está rodeado por bosques y eso purifica el ambiente. No existen los semáforos. El 100 por ciento de la población es budista, gente muy disciplinada. Es una monarquía constitucional con mucha libertad. La medicina es pública. Si no tenés casa, el gobierno te da el terreno y la vivienda”, explica Yeshi, y agrega: Mis padres nacieron en el Tibet y al año de tenerme se refugiaron en la India huyendo de los conflictos”.
Bután está dividido en veinte distritos y limita al norte con China y al sur, este y oeste con India, a lo largo de 1075 kilómetros de frontera. Comparte 470 kilómetros de frontera con China, con la Región Autónoma del Tíbet, y 605 con India, con cuatro Estados: Sikkim, Bengala Occidental, Assam y Arunachal Pradesh. El eje este-oeste del país tiene una longitud de 306 km, y el norte-sur 145 km: su sede de gobierno se encuentra en la capital, Timbu. Con una superficie de 40 994 km² y una población aproximada a los 770.000 habitantes, es uno de los países más pequeños y con menos población del planeta. El idioma oficial es el dzongkha.
Los orígenes del país se remontan al siglo VII de nuestra era, con la introducción del budismo por los tibetanos y la expansión de su imperio hacia el territorio que hoy en día es Bután. Hasta el siglo XVII la población estuvo siempre en continuas guerras, pero el jefe tibetano Shabdrung Ngawang Namgyal los unificó y comenzó a extender la región.
Tenzin estudió en una escuela pública tibetana ubicada en un templo donde aprendió arte y a cultivar maíz, arroz y realizar artesanías.
“La filosofía tibetana te deja una buena base para enfrentar el sufrimiento que hoy aqueja al mundo. Hablo siete idiomas de la India, que tiene dieciocho. Creo que en esta vida nací para llevar un mensaje”, explica y comenta que con toda la sabiduría que fue incorporando a la lo largo de su vida, en la actualidad lidera encuentros de meditación con cuencos: “Son instrumentos de curación, sanación, relajación que ayudan a establecer una vibración saludable en el organismo a nivel físico, mental o psicológico, emocional y espiritual, aliviando el estrés, calmando la ansiedad, mejorando la capacidad de concentración y aumentando la claridad mental y la creatividad”, describe.
De El Tibet a la Argentina sin escalas
“Hace casi trece años que vivo en la Argentina. Aprendí el castellano paseando perros, nunca fui a estudiar el idioma. Lo entiendo, hablo bastante bien, pero a veces me falta gramática”, detalla Yeshi y cuenta cómo llegó a la Argentina en 2008: “Cuando estaba en el monasterio tibetano en el sur de la India como voluntario y relaciones públicas ayudando en el intercambio de idiomas, uno de los monjes recibió un llamado de tu país y me dijo: ‘Una familia de argentinos quiere invitar a los monjes para hacer ceremonias en su casa y necesita un traductor, ¿quieres acompañarlos?’. Yo sabía cómo era Argentina porque lo había estudiado en la escuela. Soy muy curioso y me interesaba saber. Me dije, ‘Argentina, Maradona’. Fue un motivo de alegría para mí. Era un señor de Acasusso. Estaba en una búsqueda espiritual, había viajado a Rusia, le encantaba la búsqueda, el chamanismo, la Pachamama, lo católico, la meditación, el yoga, le interesaba descubrir otras culturas y tradiciones”.
Y entonces Tenzin puso proa rumbo a la Argentina junto a dos monjes tibetanos. “Antes por suerte había conocido una chica de España y aprendí algo del idioma también a través de películas de Antonio Banderas. Llegué acá y el dueño de casa hablaba inglés, yo también lo hago muy bien y traducía la palabra de los monjes que hablaban en tibetano. Ellos y yo teníamos visa por seis meses. Cuando se nos vencieron les dije que me quería quedar. Me preguntaron qué iba a hacer en este país porque no hablaba español. ‘Si te enfermás, ¿quién te ayuda?’, me decían. ‘Voy a aprender, no se preocupen’, les respondí”.
La persona que los trajo estaba al frente de la cadena Al queso, queso y le dio trabajo. “Por un año paseé los dos perros de su casa, vivía ahí; cuando aprendí a hablar me mandó al local de Unicenter Shopping, controlaba a los empleados. Después fui cajero y más tarde encargado de ese local y de otros. Luego se fundió en 2012 y comencé a trabajar haciendo arte y artesanías, aros, dijes, pulseras. Le dije al dueño que no me indemnice porque él me había ayudado y yo debía estar agradecido. Me fui a trabajar al Barrio Chino en la calle. Tenía una pareja argentina, me enamoré y compartíamos el alquiler en Martínez”, explica.
De película
En 2013 conoció a Alejandra, una chica budista que le compró alguna que otra artesanía y que le modificó el rumbo y su vida: “Le conté que yo había actuado en India y me comentó que estaban filmando Focus en la Argentina y me conectó con gente de la película para un papel. El protagonista era nada menos que Will Smith, un número uno, muy simpático conmigo; me recibió muy bien, me entrevistaron, quedé y mi nombre está en Hollywood”, detalla acerca del filme, que tuvo participación argentina con Justina Bustos y Juan Minujín.
“¿Cómo llegué a Pizza Cero? En 2015, el hijo de mi exjefe tocaba música disco acá y me conectó con Jorge González y su hijo Ezequiel, sus dueños, dos personas extraordinarias que me abrieron las puertas de lo que yo llamo su casa. “Me presentó con ellos y me aceptaron sin pedirme currículum, confiaron en mí, les dije que hablaba bien inglés y sabía castellano. Primero estuve como cajero y ahora recepcionista, me gustan las relaciones públicas”, afirma.
En 2018 Yeshi fue modelo gráfico durante un año de la marca de indumentaria Bolivia: “Estaba vendiendo bijou en el Barrio Chino, era verano, yo estaba con rastas, tipo hippie, se acercó un muchacho, me compró algunas cosas y elogió mi look. Vino otra vez, me dijo que tenía mucha onda y si me animaba a ser modelo. Es fotógrafo profesional, se llama Chino Zavaleta, me conectó con la marca Bolivia, hicimos las fotos y un contrato. La gente veía las imágenes en los shoppings, iba al Barrio Chino y me preguntaba si era yo el de la publicidad”.
Respecto al resto de sus actividades, cuenta que le agrada diversificar y ayudar: “Doy charlas open mind, meditación. La gente me dice ‘me siento muy mal’, y trato de darles soluciones para no sufrir. Hay que saber manejar la mente, el alma interior, porque es muy poderosa. No soy monje, pero aplico la filosofía budista. Trabajo con cuenco tibetano, es un sonido de metales para hacer meditación, limpiar chakras, centros de energía. Yo canto mantras tibetanos todos los días, tengo mi altar en mi casa, hago ceremonias, pido para otros. Esta sabiduría proviene del budismo tibetano, enseñanzas milenarias que aprendí en la escuela”.
Con relación a su vida privada, Yeshi comenta que en India tuvo una mujer tibetana y, de esa relación, nacieron su hija (hoy de 24) y un hijo (de 21).
“Tengo contacto por WhatsApp, redes sociales, antes por Skype y viajo cada dos años para verlos porque los extraño demasiado. Hoy vivo solo, sin compromisos, solo touch and go. Soy devoto de Maradona por sobre todo, Messi y Ronaldo. Cuando alguien mira un partido acá yo le digo que soy hincha del rival para hacerle bromas. Me gusta el fútbol argentino, cuando estaba en la escuela fui arquero, por eso admiro a Dibu Martínez: en la Copa América y contra Brasil fue crack. Le hablaba a los colombianos en los penales, fue muy inteligente. Ah, me olvidaba, me apasiona la música, la cumbia para bailar. Soy fan del rock argentino, de Gustavo Cerati y Charly García, que es onda rock de Jimmy Hendrix, se tira del balcón y no pasa nada”, concluye entre risas.
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