Nació Emilia, una beba que hace historia
Por primera vez, logran llevar a término un embarazo obtenido por técnicas de reproducción asistida de alta complejidad después de un trasplante cardíaco; Juliana, la mamá, había recibido el corazón donado hace trece años
La voz de Juliana es de pura felicidad. Y se sonríe al borde de un risa corta durante toda la charla. Tiene en brazos a Emilia, que desde el jueves pasado no deja de provocar elogios del equipo médico que la recibió en la maternidad del Cemic y de todos los que ya vieron su foto de presentación en sociedad que sus papás subieron a Facebook.
La alegría de Juliana no es sólo porque a los 39 años cumplió el sueño que persiguieron con Gerardo, su marido, de ser padres. La llegada de su beba es el mejor regalo que pudo recibir a pocos meses de cumplir 13 años con un corazón trasplantado que, a los 26, le quitó súbitamente un 75% de probabilidades de poder ser mamá. Sin embargo, y como se lo dicen sus amigos y familiares, ¡lo logró! Algo inédito: no hay descripción en la literatura médica de otro nacimiento por fertilización asistida de una mamá trasplantada.
La beba, que nació a término y por cesárea para reducir todo riesgo, pesó 2580 gramos. "Hoy [por anteayer] fuimos al primer control y dejó de bajar de peso. Ya está en 2435 gramos", contó Juliana Finondo a La Nacion con la precisión que aportó la memoria de su esposo, Gerardo Tuya. "Toma la mamadera, porque no le puedo dar la teta y ¡es de lo más glotona! -dijo hablándole, en realidad, a Emilia, en sus brazos-. La tengo a upa y me derrito..."
"¡Es una muñeca!", acotó desde más lejos la abuela Pupita. Y a Juliana la emoción le quiebra la voz cuando cuenta lo tranquila que se queda Emilia en brazos de su propia mamá.
Ahora, uno de los cuidados que tiene que tener Juliana es no amamantar a la beba para no pasarle a través de la leche materna nada de los 10 medicamentos diarios que estuvo tomando desde el trasplante para evitar el rechazo del corazón y prevenir cualquier complicación, como la hipertensión, el aumento del colesterol o las infecciones. Poco a poco, su cardiólogo irá restableciendo esa batería de fármacos.
Paso a paso
Un mes antes del tratamiento de fertilización, a la entonces futura mamá se le realizó una biopsia cardíaca y otros estudios para conocer el estado de su corazón. También tuvo que dejar de tomar las drogas que podían causar malformaciones fetales, le reemplazaron otras y le ajustaron las dosis de algunas para que pudiera tomar hormonas para estimular sus ovarios. El tratamiento hormonal fue en dosis muy bajas para evitar la retención de líquido y que el corazón tuviera que bombear más sangre.
Todas estas decisiones las tomaron en equipo los doctores Sergio Perrone, cardiólogo de cabecera de Juliana y especialista en trasplante cardíaco y pulmonar de varios centros del país; Gustavo Leguizamón, jefe de la Unidad de Embarazo de Alto Riesgo del Cemic, y los reproductólogos Ricardo James y Nicolás Paul, del área de Endocrinología y Fertilidad del Cemic, y Ramiro Quintana, director de Preservar Fertilidad, un grupo de estudio sobre pacientes oncológicas pediátricas y adultas.
A los 10 días del inicio del tratamiento, los reproductólogos pudieron aspirar tres óvulos "de calidad", a los que en el laboratorio les inyectaron espermatozoides del esposo. Esta técnica se conoce como ICSI o inyección intracitoplasmática de un espermatozoide. Y a las 48 horas, los médicos le transfirieron un embrión para evitar un embarazo gemelar, que pondría en riesgo la vida de Juliana.
En dos semanas, un test casero de embarazo y un análisis de laboratorio confirmaron la buena noticia. Pero las familias se enteraron recién con el video de la segunda ecografía. "Fue un momento muy lindo -recordó Juliana-. Tardamos en contarlo porque queríamos estar tranquilos de que todo estuviera bien."
Durante los nueve meses, su corazón "¡se portó de diez!", como dijo la flamante mamá. Cada dos o tres semanas iba a las consultas con su cardiólogo y el especialista en embarazo de alto riesgo. Perrone le detectó extrasístoles (latidos adelantados), que disminuían si se sentaba. "Era que la cabeza de la beba me hacía presión debajo del estómago cuando se estiraba", detalló Juliana, que pidió expresamente agradecer a su obra social, Ostpba, y su equipo médico.
Para Quintana, la llegada de Emilia "es algo muy importante para la medicina argentina, porque es el primer nacimiento en el mundo con estas características. Es un trabajo en equipo, pensado y cuidado paso a paso -dijo ayer a LA NACION-. Abre una posibilidad para muchas chicas y mujeres que son trasplantadas, algo cada vez más frecuente, para que si el día de mañana tienen un problema de fertilidad, podamos ofrecerles una estrategia terapéutica seria y controlada".
Único en su tipo
En mayo pasado, cuando se confirmó el embarazo, James ya había adelantado a LA NACION: "No existen antecedentes aquí ni en el resto del mundo de un embarazo logrado con técnicas de fertilización asistida de alta complejidad. Sí sabemos, por ejemplo, que hay unas 50 mujeres en los Estados Unidos que quedaron embarazadas espontáneamente".
Y Perrone había recordado que, aquí, el equipo del doctor René Favaloro había publicado en los 80 el primer nacimiento por vía vaginal del bebe de una trasplantada cardíaca. "Independientemente de eso, no recomendamos que las pacientes queden embarazadas", había aclarado.
Por eso, Juliana dijo: "No puede ser una locura, sino que todo tiene que estar planeado, consensuado (entre los especialistas). No es tener un hijo y que pase lo que pase. Les digo a otras chicas que están en mi situación, que es posible quedar embarazada si todo se hace a conciencia y con los profesionales adecuados, que son los que saben".