A principios del siglo XIX se repetía una escena: esclavos cargando baúles y petacas de cuero sobre los techos de las carretas en las que familias pudientes atravesaban caminos de tierra para llegar a sus quintas veraniegas de San Isidro, donde se retiraban a descansar largas temporadas frente al Río de la Plata. Esos agotadores viajes duraban tres días. Hoy, en media hora se llega desde el centro hasta el norte del conurbano, pero aún se conservan algunas de aquellas residencias de jardines perfumados, testigos de acontecimientos históricos y del estilo de vida burgués de las familias acomodadas.
Según los especialistas, la mansión mejor preservada de ese momento es la casa de estilo pompeyano de Acassuso perteneciente a Juan Martín de Pueyrredón y O'Dogan, uno de los fundadores de la patria y Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata entre 1816 y 1819, quien la habitó hasta su muerte. En la quinta ocurrieron hechos trascendentales de la historia, entre ellos, el momento en el cual Pueyrredón y su amigo José de San Martín planearon el cruce de los Andes, bajo la sombra de un algarrobo protegido y aún en pie.
Llegado de Francia en 1764, Juan Martín de Pueyrredón fue padre del exquisito retratista Prilidiano Pueyrredón. El artista, que escandalizó a la sociedad por ser el primer argentino en pintar mujeres desnudas, se encerraba durante largos períodos a trabajar en su atelier de la quinta sanisidrense. Con el correr de los años, esta tradicional familia se multiplicó hasta alcanzar a más de 2 mil descendientes, entre los que se encuentran el cantante César Banana Pueyrredón, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su prima, la también cantante Fabiana Cantilo.
Pero en realidad los Pueyrredón solo usaron la quinta de Rivera Indarte 48 como residencia de verano entre 1815 y 1856, momento en el que el pintor se la vendió a un pariente, Manuel Aguirre, por 2.500 onzas de oro sellado. Según crónicas de la época, Prilidiano, desilusionado por el amor que no pudo ser con su prima Magdalena Costa, sumado al hecho de que un señor bohemio, viviendo solo en una quinta, no estaba bien visto socialmente, decidió desprenderse de la chacra a pesar de que él mismo, también arquitecto, la había refaccionado, instalando su taller con un mirador con vista al río en la planta alta, y creando una galería con columnas dóricas que dan hacia las barrancas.
Más allá de su valor netamente arquitectónico, los muros de la casona encierran la anécdotas de los Pueyrredón, personajes con vidas de novela, o de película. Uno de los hitos fue cuando el general Pueyrredón mandó a fusilar a Francisco Telechea frente a su hija y su familia. Al año, el militar enviuda y se casa con esa niña de 15 años, María Calixta Telechea, más tarde madre de Prilidiano Pueyrredón, único hijo legítimo del general, quien además tuvo otro dos descendientes bastardos. Por ese entonces, bautizó a su chacra Santa Calixta.
Más tarde, y luego de pasar por sucesivas manos, en 1941 la Municipalidad de San Isidro se hizo cargo del lugar y se lo declaró Monumento Histórico Nacional. "La residencia en sí misma es un excelente ejemplo de casco colonial. Probablemente fue mandada a edificar por José Luis Cabral, quien fuera su dueño a fines del 1700", cuenta Karina Álvarez, guía del Museo Pueyrredón, que funciona actualmente en la casona. El edificio conserva el esquema original de habitaciones dispuestas alrededor de un patio con aljibe, al cual se ingresa por un zaguán doble. Tiene gruesas paredes despojadas, pisos de rojas baldosas y puertas estrechas de madera.
Al tomar posesión de la quinta, Juan Martín de Pueyrredón renovó la galería principal, las caballerizas y los cuartos de servicio, que eran ranchos de paja y barro y fueron reconstruidos en ladrillo. A la muerte de su padre, Prilidiano modernizó las habitaciones y la ornamentación de la galería principal, cambiando las vigas de lapacho por columnas de estilo toscano, y diseñó un dormitorio en un piso superior y un mirador anexado, en el cual instaló su taller.
Entre 1911 y 1912, periodo en el cual la habitó el presidente de la Nación, Roque Sáenz Peña, debido a las visitas que recibía, se empapelaron algunas habitaciones, a las cuales se les introdujo también cielorrasos de yeso. Sin embargo, con los años, debido a falta de mantenimiento, la casa comenzó a deteriorarse hasta pasar a manos del municipio, momento en el cual empezó la puesta en valor. Además de la casona principal, el predio contaba con dos construcciones que aun existen, la casa de los chacareros y la caballeriza, en la cual se encuentra un ingenioso horno de pan diseñado por Prilidiano.
Un jardín de ensueño que perteneció a un zapatero
Un dato poco conocido es que todas esas tierras en realidad pertenecieron a un zapatero, Antón Roberto, allá por 1580, cuando Juan de Garay, durante la segunda fundación de Buenos Aires, loteó a la suerte la zona y al afortunado hombre le tocó la zona delimitada hoy entre el río y Fondo de la Legua, y a lo ancho por el área que va entre la calle Acassuso y Sáenz Peña.
Más tarde, los Pueyrredón buscaron paz y tranquilidad en los jardines de esa chacra que hoy cuenta con 99 especies de pájaros. Allí plantaban árboles y cultivaban flores, en un espacio con vista al río que hoy disfrutan los turistas y también los chicos de los colegios locales, quienes acuden allí a almorzar yestudiar a la sombra de algún árbol histórico.
El tesoro del lugar es el algarrobo bajo el cual se planeó la Campaña Libertadora. Pero también se conserva el aguaribay que plantó Domingo Sarmiento en 1870, en una visita que realizó a la quinta durante su presidencia. Hacia la parte norte se encuentra el jardín de boj y magnolias diseñado por Prilidiano, que cuenta con una fuente de mármol de carrara enviada desde Italia por un diplomático.
Por otro lado, antiguamente existía un camino que unía la chacra con el río, que era utilizado por las lavanderas y los cuidadores de animales, sendero que fue restaurado durante una restauración de la barranca, estropeada por las correntadas de agua. Ahora el visitante puede tener una noción de cómo era el camino de la lavanderas en la época colonial.
Toda esta zona, que un principio se llamó Chacra de Bosque Alegre, cuenta con especies autóctonas del continente americano y también exóticas. En la actualidad se denomina Parque Natural Municipal Barranca de la Quinta Pueyrredón, y fue declarado Monumento Natural Municipal. Sus valiosas especies, de hasta 400 años de antigüedad, son conservadas por la Dirección de Ecología y Conservación de la Biodiversidad de San Isidro.
La Colección
El museo exhibe muestras itinerantes, como Viajeros en el tiempo. Ignacio Ezcurra y la tradición de la crónica, en la que se recuerda al periodista y fotógrafo del diario La Nación que no regresó de su cobertura de la Guerra de Vietnam. También cuenta de una valiosa colección permanente donde se exhiben los retratos de Prilidiano Pueyrredón y algunas obras de pintores extranjeros del siglo XIX, entre los que se encuentran Charles Durand, Ernst Charton, Raymond A. Quinsac Monvoisin y Joseph Fonteneau, entre otros.
"También hay una colección de imágenes religiosas y documentos que dan cuenta de la vida pública y privada de Juan Martín de Pueyrredón a los que se suman documentos de la época colonial, otros firmados por la Primera Junta de Gobierno y el primer Triunvirato", cuenta Cecilia Lebrero, una de las curadoras del museo. Finalmente, el mobiliario, textiles, vajilla, elementos de labranza y otros objetos que se exhiben en las salas dan cuenta de la sociabilidad y vida cotidiana del siglo XIX.
Pero, sin dudas, la estrella del lugar son los óleos de quien vivió en la casona. Si bien uno de los retratos más famosos del pintor es el de Manuelita Rosas, el museo conserva otro, testigo del tortuoso amor de Prilidiano por su prima no correspondida, Magdalena Costa, a la cual pintó con una mano inconclusa. Esta obra, como tantas otras que adornan las blancas paredes, dan cuenta de la exquisita sensibilidad del artista y nos permiten imaginar porque eligió un lugar como este para encerrarse a crear.
El Museo Pueyrredón es visitado por unas 40 mil personas al año y la entrada es gratuita. Para conocer los horarios y las actividades que ofrece se puede ingresar al sitio del museo .
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