Murió Torcuato Di Tella, heredero de un imperio e intelectual de izquierda
Tenía 86 años, fue secretario de Cultura y embajador kirchnerista; su padre fundó SIAM
Torcuato Di Tella siempre quiso dedicarse a los libros y a la vida contemplativa, pero su periplo estuvo repleto de aventuras.
Fue el hijo rebelde de uno de los industriales más poderosos de la Argentina, ingeniero por imposición familiar, militante antiperonista en sus años de universitario, joven viajero y enamorado de una chica de la India –a la que siguió a su país hasta que lo expulsaron acusado de agitador político–, uno de los primeros intelectuales en pensar al peronismo desde la izquierda, preso por error el 24 de marzo de 1976, secretario de Cultura de Néstor Kirchner y embajador en Roma de Cristina Kirchner, además de locuaz e irreverente hasta sus últimos días.
Di Tella tenía 86 años y murió hoy a las 5.47 de la madrugada. Estaba internado en la clínica Mater Dei desde hace algunos días y sufría cáncer de páncreas. Lo velarán en la Universidad Di Tella –"la homónima", como la llamaba él– y el entierro será en el cementerio de la Chacarita. Con Torcuato Di Tella se acaba una de las dinastías más poderosas de la Argentina. Lo sobreviven su mujer -Tamara- y sus cuatro hijos –Víctor, Andrés, Sebastián y Carolina–, pero no así el imperio industrial que comandó su padre, símbolo de una Argentina que alguna vez fue próspera.
El padre de Torcuato también se llamaba Torcuato y emigró dos veces a la Argentina desde su aldea natal en el sudeste de Nápoles, Italia. Los di Tella, así se escribía entonces el apellido, fracasaron en la primera oportunidad y recién lograron instalarse en una casa de Caballito en 1905. Torcuato padre tenía 13 años y sueños de grandeza. Terminó al frente de SIAM, el sello detrás de surtidores de nafta, heladeras, ventiladores y el resto de los artefactos consumidos por la clase media argentina que surgía en la primera mitad del siglo XX.
Diversión de pobres
"Dicen que hacer hijos es la diversión de los pobres y como los tiempos son de pobreza nos divertimos de este modo", le escribió Torcuato padre a su hermano Giussepe para anunciar la llegada de su primogénito. Su fábrica atravesaba una crisis derivada del golpe de Estado contra el gobierno de Yrigoyen, con el que tenía negocios, pero lo de "pobres" era una exageración. Torcuato Salvador Francisco Nicolás, su hijo, nació el 29 de diciembre de 1929. Un año y medio después le siguió su hermano, Guido José Mario.
Los hermanos Di Tella se criaron en una casona de Belgrano cuyo jardín conectaba con el Belgrano Athletic, pero el deporte nunca fue prioritario en su educación. Antes que al club, los domingos su padre les hacía cortarse el pelo con Bruno, el peluquero a domicilio, y luego partían a la fábrica de SIAM, en Avellaneda. Torcuato padre era un hombre distante, severo y con un plan: que sus hijos lo sucediesen en la conducción de sus empresas. Como hermano mayor, Torcuato era el elegido, pero antes que las máquinas, a él le gustaban los libros.
Trató de resistir su destino de ingeniero pero fracasó. Sí logró rechazar la membresía del Jockey Club y el reloj de oro que le quiso regalar su padre. Coincidieron en la oposición a Perón, al que consideraban una mala imitación de Mussolini. Torcuato padre lo combatió desde su empresa y la Unión Industrial; Torcuato hijo, desde la militancia en la Facultad de Ingeniería de la UBA. Sólo el último lo vio caer, su padre, el gran patriarca de SIAM murió el 22 de julio de 1948, tenía apenas 56 años. El mandato sucesorio que había impuesto, sin embargo, perseguiría por años a su hijo.
Para escaparse de ese destino industrial, Torcuato eligió viajar. Primero a la Universidad de Columbia, en Nueva York, a hacer un master en Sociología. Cuando logró librarse de su madre, que insistió para instalarse con él en los primeros meses, comenzaron las aventuras que lo llevaron a los brazos de Kamala Apparao, una india de ojos oscuros y carácter fuerte con la que emprendió un viaje iniciático por Suecia e Israel. Como experiencia sociológica, Torcuato se puso a cosechar zanahorias y naranjas en un kibbutz. "La única vez que trabajé", solía bromear. Duró poco. Desatendiendo los consejos familiares, Torcuato siguió a su novia a la India y allí se casaron en 1954, sin ningún Di Tella entre los invitados.
Su estadía sería corta y, luego de que una charla brindada por Torcuato cayese mal a las autoridades indias, la joven pareja, que esperaba su primer hijo, se vio forzada a irse del país. Embarcaron hacia Londres en lo que sería el inicio de un matrimonio complejo e itinerante.
La década Di Tella
Para inicios de los 60, Torcuato, Kamala y sus dos hijos se encontraba en Buenos para vivir la década del gran auge del apellido Di Tella. Era la marca detrás del auto elegido por los taxistas de Buenos Aires, el SIAM Di Tella 1500, y sinónimo de arte de vanguardia gracias al instituto con el mismo nombre inaugurado sobre la calle Florida. El motor detrás del centro de arte y de la empresa era Guido. Torcuato acompañaba las decisiones de su hermano, menor y más ambicioso. "Es una forma de acelerar el socialismo, que tarde o temprano nos quitará todo", decía Torcuato, cuando se ponía irónico, para explicar las donaciones que sostenían el Instituto Di Tella: la colección de cuadros familiares y unos 13 millones de dólares en acciones de SIAM.
El socialismo nunca llegó pero los Di Tella casi se quedan sin nada a inicios de los 70. La violencia política y las tensiones internas acabaron con el universo pop del Instituto de arte, que cerró, y las malas decisiones gerenciales hundieron el imperio industrial. Febriles gestiones de Guido lograron transferir la empresa quebrada al Estado, salvando así parte de la fortuna familiar.
Al final, ninguno de los dos hijos había podido sostener el mandato del padre y ambos quedaron libres para ejercer su grandes vocaciones: la política y la educación. En legado para la educación es la Universidad Di Tella, que ocupa un enorme campus frente a la cancha de River.
Los inicios con la política, sin embargo, no fueron auspiciosos. Guido financió y fue funcionario del segundo intento peronista en el poder, iniciado en 1973, y el golpe del 24 de marzo de 1976 lo dejó expuesto. Atento a esto, esa misma mañana Torcuato caminó desde su departamento de soltero -estaba recién separado de Kamala- hasta la casa de su hermano, ambas en Belgrano. Tocó la puerta y lo recibieron los militares que habían ido a secuestrar a Guido. Se llevaron a ambos. Pasaron ese día en el buque de guerra 33 Orientales, que era una especie de cárcel flotante VIP. Una gestión de Martínez de Hoz, amigo de Guido y el próximo ministro de Economía de la dictadura que se inauguraba, logró que esa misma noche los liberaran.
El tiempo de la política
Entre los peronistas ilustres que también estaban detenidos en el barco estaba Carlos Menem, con el que Guido tendría, años después, su gran oportunidad en la política. Fue su canciller hasta el final del mandato. A Torcuato, en cambio, el peronismo lo agarraría en su versión de izquierda: fue secretario de Cultura de Néstor Kirchner hasta que salió eyectado del cargo luego de emitir una opinión que para él fue graciosa y para otros, hiriente, y, ya en el mandato de Cristina, desembarcó en Roma como embajador.
Allí lo acompañó su segunda mujer, Tamara Chichilnisky, 17 años menor que él y la hija rebelde de una familia de intelectuales judíos de izquierda. Tamara, que adoptó el apellido Di Tella y se hizo famosa con gimnasios de pilates, había estudiado Ciencias Políticas en Oxford y Stanford y viajó a la Argentina a hacer trabajo de campo para su tesis de doctorado sobre el impacto de la inmigración en la política argentina. Torcuato arrancó como una especie de tutor académico y terminó como su marido y padre de sus dos hijos.
Inmigrantes a principios de siglo, industriales prósperos en los 40 e industriales quebrados en los 70, peronistas (de izquierda y de derecha), presos políticos, exiliados, mecenas del arte de vanguardia y el nombre detrás de una universidad de prestigio, en el apellido Di Tella se cifra parte de la historia del último siglo en la Argentina.
El autor publicó el libro Los Di Tella, una familia, un país