Murió la periodista Nadia Galán, a los 39 años: el sentido recuerdo de uno de sus compañeros
Trabajó en varios medios; era subeditora de policiales de Perfil; tenía una hija
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Nadia Galán murió a los 39 años. Era periodista. Estaba internada, sufriendo mucho, combatiendo un cáncer que la carcomía por dentro. Luchó hasta el final. Había trabajado en varios medios, pero la gran mayoría de sus años los pasó en Diario Perfil. Quedaron acá su hija pequeña, Delfina, y su esposo Mariano (se casaron el último jueves santo). Su editor, compañero y amigo en el diario, Leonardo Nieva, le dedicó un sentido artículo que compartimos a continuación:
“¡Hola Nanu! ¿Cómo va? Hoy te escribo temprano para contarte que ya tenemos tema en policiales para el diario del sábado.
Resulta que el miércoles 10 de abril a las 18.49 me clavaron una puñalada en el corazón en la redacción de Perfil y desde ese momento me la paso llorando. Fue así, de la nada. No la vi venir. Y no me pude defender. Me duele bastante el pecho y siento también que me falta el aire. Fui a ver a un médico y me dijo que voy a tener que vivir con este dolor para siempre.
Vos igual no te preocupes. Todo va a estar bien. Hablemos mejor del ataque porque hay varias cosas que no me cierran. Los peritos no encontraron armas blancas ni manchas de sangre. No hay puertas ni ventanas forzadas. El guardia que estaba a esa hora sobre calle California asegura que no ingresó ningún desconocido. En la Poli me cuentan que están analizando las cámaras de la redacción, pero viste que siempre dicen lo mismo y después no encuentran nada.
El tema es que parece que no me atacaron a mí solo. Hubo muchas víctimas más y todas con las mismas heridas: un dolor intenso en el pecho a la altura del corazón, llanto desconsolado, rabia, pero ni una gota de sangre. Raro.
Lo que no se sabe aún es el número total de víctimas porque todos los días aparece una nueva. Me falta ese dato. Perdón Nanu. Por ahora, el título tentativo que tengo es éste: ‘Una puñalada en el corazón’. No sé si te va gustar, porque a vos siempre te gustaba titular con números.
Sí tengo algunas cifras para sumar a la nota. Por ejemplo, en la redacción diez de cada diez periodistas lloraron cuando supieron de tu partida. Lo mismo con los fotógrafos y hasta con los de arte. También diez de cada diez manifestaron que te van a extrañar todos los días. Yo te voy a extrañar. Todos ya te extrañamos, Nanu.
Vos, que tanto escribiste de asesinatos, femicidios, entraderas, salideras, y mirá cómo nos dejaste a todos: heridos en el alma, desgarrados de dolor, llorando desconsolados, pero recordándote con esa sonrisa tan linda que tenías.
Chau Nanet.
Nadia Galán nos dejó el miércoles 10 de abril y la tristeza nos aplastó a todos. Tenía 39 años y una hija hermosa. La peleó como un toro hasta el final.
Se fue. Mariano, su gran amor, el papá de Delfi, con el que se casó el último Jueves Santo, nos dio la noticia con esas dos simples palabras. Y nos dejó a todos mudos, vacíos, ciegos, rotos.
Nadia era subeditora de policiales del diario, aunque a ella no le gustaba ese rótulo. Rigurosa como pocas, comprometida con las organizaciones feministas y con las causas justas, llegó a esta redacción en abril de 2012 después de pasar por Minuto Uno, el diario Libre y la Revista Contá y Ganá, una publicación que rescataba historias de vida.
La historia de Nanu, realmente, es para destacar. Hubiese sido tapa. Recibió golpes durísimos. La vida la noqueó muchas veces en estos diez años: perdió a sus abuelos, murió su mamá y hace tres años, cuando ella se estaba recuperando de la enfermedad, falleció el papá. Le contaron hasta nueve, pero ella siempre se levantó y siguió peleando con la misma sonrisa. En el medio nació Delfi. “Mi revolución de amor, mi manito sanadora y mi mejor creación”, la presentó en su cuenta de Instagram, la red social que ella más usaba. Nada fue fácil para Nadia. Transitó un embarazo con incertidumbre –así lo definió ella–, pero el final fue feliz. “Nació fuerte, sana y hermosa”, nos contó a todos.
Nanu fue una gran madre. Delfi cumplió cuatro años en octubre y en el mes de marzo empezó el jardín. Ella no la pudo llevar. Qué injusta es la vida. Qué mierda.
Yo sé que Delfi leerá esta nota cuando sea más grande. Mirará estas fotos cien veces y se preguntará quiénes eran esas personas que tanto quisieron a su mamá. Delfi, dejame decirte algo: tu mami fue una gran periodista, una mejor persona y una gran madre. Su paso por esta redacción dejó una huella inmensa, infinita.
Tenemos mil historias para contarte. Buscanos cuando quieras. Trabajamos con ella Julieta Mondet, Paulina Maldonado, Clara Fernández Escudero, Mariano Confalonieri, Rosario Ayerdi, Miguel Sette, Leandro Dario, Ernesto Ise, Claudio Corsalini, Pato Navarra, Jairo Straccia, Josefina Hagelstrom, Juan Obregón, Cecilia Di Lodovico, Agustín Gallardo, Sergio Piemonte, Pablo Cuarterolo, Javier Calvo, Ezequiel Spillman, Walter Curia, Carlos de Simone, Guillermo Piro, Santiago Farrell, Gabriel Ziblat, Pablo Temes, Pato Valli, Agustín Colombo, Andrés Eliceche, Juan Salatino, Claudio Gómez, Guido Glait, Cristina Zarlenga, Jorge Mayora, Gustavo D’Andraia y muchos, muchos más.
Formamos un gran equipo. Nanu fue una de las primeras periodistas que siguió de cerca la guerra narco de Rosario, cuando el resto de los medios nacionales miraban para otro lado. Escribió sobre el asesinato de Ángeles Rawson, el crimen de Lola Chomnalez y tantos otros casos. La conmovían los femicidios y la movilizaban los casos de género.
Pero su vida no era solo el periodismo. River era su otra pasión. Su cable a tierra. Socia y abonada, siempre que podía se escapaba para el Monumental. La maternidad la alejó un poco de la cancha porque vivía en Burzaco y tenía otras obligaciones para ocuparse. Alguna vez me confesó: qué lindo sería vivir cerca del estadio.
Nanu no discutía con nadie de fútbol. Más bien se mordía los labios cada vez que alguien la buscaba para el gaste. Solo cuando jugaba River salía de su escritorio y se paraba frente al televisor de Deportes. No gritaba de más como yo y otros varios energúmenos más. Apenas si gesticulaba o daba un saltito. Era gol, vamos y puño apretado.
Sufría por River. Lloraba por River. Lamentó mucho el día que presentaron la estatua del Muñeco Gallardo porque se tuvo que quedar en la redacción (y todavía no entiendo por qué). Amaba a Ponzio, el Burrito Ortega, Armani. Yo le preguntaba por Enzo Pérez, Rolheiser, Augusto Solari y cualquier jugador millonario que haya pasado por Estudiantes. Un pesado. Perdón Nanu.
Hace dos semanas, un día antes de casarse con Mariano en el sanatorio donde estaba internada, le llevamos una camiseta firmada por varios jugadores con la ayuda del vocero y compañero de Perfil, Gustavo Bruno. Se emocionó. No veía bien, pero reconoció todos los garabatos. River le llegaba al alma más que cualquier cosa. Era socia desde agosto de 2010.
Bueno Nanu, tengo que entregar. Ya no hay segundas y la combi se fue. Es el primer cierre sin vos. Al final quedó el título ‘Una puñalada en el corazón’. Espero te guste.”
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