Murió la directora de TV María Herminia Avellaneda
Falleció ayer a los 63 años, de cáncer, y ya fue sepultada.
La realizadora María Herminia Avellaneda falleció en la madrugada de ayer, afectada por un cáncer. Sus restos fueron sepultados ayer en el cementerio de Olivos.
De María Herminia Avellaneda surgieron nuevas, diferentes, cualitativas maneras de encarar la dirección televisiva, a la que dedicó la mayor parte de su tiempo, quizá porque algo deseaba cambiar en el medio mundialmente más atrapante de audiencia. Aunque su labor no quedó en la guía de cámaras de la pantalla chica; pasó a las de cine y a dirigir en escenarios teatrales. ¿Espíritu de líder? Seguramente, en Avellaneda no cabía el existismo; sí, el respeto para realizar, en lo suyo, lo mejor y exigiendo para esto el máximo a los dirigidos. Por eso comprendió muy bien el sentido penetrante de la televisión, que tan fácilmente puede proporcionar aprendizaje, abastecer de conocimiento en cualquier materia como permitir que la chatura y el facilismo pasen a ser los objetivos.
Su vocación no nació así nomás:de su pueblo de origen fue a estudiar en el Conservatorio de Arte Dramático, que dejó, hasta que en 1955 comenzó como asistente de dirección de AntonioCunill Cabanellas en Canal 7.
Desde entonces, Avellaneda, aún con su color de pelo natural, castaño, que años más tarde aclaró al rubio ceniza, manejó cámaras como ideas. Que tenía muy claras y siempre en defensa de lo bueno sin caer en esnobismos culturosos. Comprendía el arte, la poesía del artista, el vuelo de los creadores, el talento escondido. Tanto es así que fue con ella que María Elena Walsh debutó en la televisión, como sucedió con Susana Rinaldi como actriz, en tiempos en que la actual cantante era estudiante de teatro.
Avellaneda se decía melancólica; se reconocía vacilante. Esas imágenes interiores no se traslucían en su personalidad austera, de rara semisonrisa y hablar pausado. Puede que su otro don fuera el de desentrañar lo que otros tienen dentro, revelarlo para que todos lo disfruten y sin promoverse descubridora de nada.
Tradujo el mensaje del alma de María Elena Walsh en varios espectáculos, tanto para teatro y cine como para televisión, el último en "La cigarra". Comprendió su visión, tan simple y tan elevada, comprensible por niños y por adultos.
Estaba contenta de ciertos hits, de haber llegado con maestría a la popularidad de las telenovelas. Así lo probó con "Rosa de lejos" y "La señora Ordóñez". Pero se dio el gusto de concretar proyectos que se diferenciaron de otros programas:supo dar elegancia y sencillez a lo más importante, con el afán de que la gente, el público común, sin etiquetas, lo entendiera. Más que nada, lo sintiera. De tal modo, Avellaneda hizo arte, ayudó al arte y dio perfil artístico a todo programa que emprendió.
Su mano se notó en cada realización, aunque, como se sabe, un director siempre es invisible al espectador. Detrás de las cámaras armonizó literatura con folletines, shows musicales con programas infantiles. Grabó obras de Mallea, Ibsen; se inspiró en Victoria Ocampo; sacó a la luz temperamentos simples y queribles como el de Rosa, la de lejos.
Sin prejuicios
Como fue su vida, respetando la libertad con mente de persona libre, e invocando la dignificación de la mujer.
Así, algunas de sus reflexiones dan el perfil exacto de María Herminia Avellaneda: "Para fortalecer el mercado televisivo nacional debemos tener una política cultural definida, convicción en los que la planean y los que la ejecutan, y continuidad de trabajo. La televisión no puede ni debe rebajar el nivel cultural, sino que puede contribuir a elevarlo". Por cierto, lo gratificante, a esta altura, es que las palabras de tan grande artista tengan eterno eco.
Hitos de una vida jalonada por el éxito
María Herminia Avellaneda nació el 3 de noviembre de 1933 en la localidad de Paso, provincia de Buenos Aires. Aunque estudió arte escénico con Cunill Cabanellas y cursó física en la universidad, María Herminia Avellaneda pasó 42 de sus 63 años detrás de las cámaras, dirigiendo muchos de los programas de ficción más exitosos de la TV argentina. En su haber quedan desde la popular novela "Rosa de lejos" hasta obras de Eduardo Mallea o de William Shakespeare adaptadas para la pantalla chica.
Pero la dirección no fue la única ocupación de esta mujer que entró en la vida televisiva por la puerta grande, en 1955, cuando se inició como asistente de dirección del programa que conducía Blackie.
En su extensa carrera incursionó también en el cine. Filmó "Juguemos en el mundo", con guión de María Elena Walsh, en 1971, y luego la versión para cine de "Rosa de lejos", en 1980. Además, fuera de su rol de directora ocupó la gerencia artística de ATC en 1984, condujo "La cigarra", un ciclo periodístico junto a sus dos grandes amigas, María Elena Walsh y Susana Rinaldi, y llevó al escenario varias obras de teatro.
Ella fue la responsable de la puesta en escena de "Doña Disparate y Bambuco", en 1959, y de una versión de "Romeo y Julieta" con Rodolfo Bebán y Evangelina Salazar, en 1966. También con María Elena Walsh, pero en 1983, llevó al teatro "Canciones para mirar".
De todas maneras, su nombre, su apellido y su fama están indiscutiblemente ligados a la televisión, medio en el que también fue nominada numerosas veces para el Martín Fierro. Para la TV, produjo, escribió y dirigió la mayoría de las obras que llevan su sello: desde "La señora Ordóñez" hasta la última parte de "Alta comedia", en 1994, donde dirigió "Mi mamá me ama", con Graciela Borges y "Las vueltas de la vida", de María Elena Walsh, además de "Pasión", una coproducción francoargentina de 66 capítulos que ella misma dirigió, en 1989.
Convencida como estaba de que la TV era un buen remedio para la soledad y el silencio, Avellaneda siempre puso el acento en sus personajes y defendió el género de la novela casi como nadie.
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