Murió el periodista Jacobo Timerman
A los 76 años murió ayer el periodista Jacobo Timerman. Sufrió un paro cardíaco a las 16.30, en su departamento de la calle Montevideo, en la Recoleta. Sus restos son velados en O´Higgins 2842 y serán sepultados hoy, a las 15, en el cementerio Jardín de Paz.
* * *
Los amigos que lo vieron en los últimos días afirman que presentía su muerte y que había comenzado a despedirse. "Yo también estoy muerto", había dicho el jueves en un programa de televisión, al comentar el fallecimiento del poeta español Rafael Alberti.
Timerman también dejó atrás enemigos, porque la suya fue una vida controvertida y polémica.
Nació en el pequeño pueblo de Bar, Ucrania, el 6 de enero de 1923. Sus padres, Eva Berman y Natán Timerman, huyeron de la pobreza cinco años más tarde hacia la prosperidad que prometía la Argentina. Desembarcaron en Buenos Aires el 11 de octubre de 1928, un día antes de que comenzara el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen.
Se instalaron en el barrio judío, que se extendía en los alrededores de Pueyrredón y Corrientes, en el Once. En una pensión miserable sobrevivió, con su madre y su hermano José, tres años mayor, a la muerte de su padre, en 1934.
Su adolescencia de poeta rebelde y militante sionista transcurrió en aquel barrio. Ingresó en la organización juvenil sionista y socialista Hashomer Hatzair (El Joven Guardián, en hebreo), que defendía la creación de un Estado judío en Palestina, por entonces protectorado británico. Con intervalos que se acompasaron a sucesivos cambios en su visión política se manifestó más de una vez, y sobre todo al final de su vida, como sionista y socialista.
Su condena a la política de Israel contra el pueblo palestino durante la guerra del Líbano lo convirtió en un personaje polémico dentro de la comunidad judía. En 1979, desde el exilio al que lo expulsó el gobierno militar, Timerman rompió con la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) al acusar a sus dirigentes de colaborar con la represión militar. Se le contestó duramente. Después se enfrentó con el gobierno de Israel, que lo había asilado, por su oposición a la política respecto de los palestinos.
Timerman no creía en Dios, pero se consideraba, por encima de otras definiciones, judío. Así lo explicó en las pocas páginas que logró escribir de sus memorias, una tarea que las constantes depresiones de sus últimos años dejaron trunca.
Pero el futuro lo recordará como periodista. Ingresó en la profesión desde la militancia sionista, escribiendo en periódicos de la comunidad, comoVida de Israel y Nueva Sión.
Durante el régimen peronista de los años 40 y 50 colaboró en las revistas Correo Literario, Qué Sucedió en Siete Días (más conocida como Qué), fue redactor de la sección turf de Noticias Gráficas y redactor y traductor en la Agencia France Press. También escribió en Comentario, una revista del Instituto Cultural Argentino-Israelí.
En 1957 dio su mayor salto profesional al ingresar en el vespertino La Razón como redactor de la sección política, bajo la protección de su controvertido director, Félix Laiño.
Timerman se hizo famoso en ámbitos periodísticos y políticos con sus crónicas sobre la campaña presidencial y, luego, sobre el gobierno de Arturo Frondizi, líder de la Unión Cívica Radical Intransigente -fundada en 1957-, aunque por entonces los artículos no fueran firmados.
Ganó influencia con su columna Balcarce 50, que contaba entretelones de la Casa Rosada. Luis González O´Donnell escribía otra columna, Entre Ríos 55, sobre el Congreso. Las dos constituyeron una novedad para el periodismo argentino, que salía de más de dos años de gobiernos de facto y de la severa censura impuesta por Perón.
Su relación con Frondizi fue estrecha, como lo fue la que lo unió a Rogelio Frigerio. Timerman era un concurrente habitual a las reuniones de La Usina, el grupo de intelectuales que coordinaba Frigerio.
Sobre el final del gobierno de Frondizi trabajó en La Nación (sólo 15 días), en Clarín y en El Mundo, adonde ingresó en 1961 como jefe de redacción. También hizo televisión: con "Sala de periodistas" ganó el primer Martín Fierro a un programa de ese tipo.
Pero su mayor aporte al periodismo nacional fueron la revista Primera Plana y el diario La Opinión, sus creaciones personales.
Primera Plana salió a la calle en noviembre de 1962, cuando el tema excluyente de la política era la lucha interna en las Fuerzas Armadas entre "azules" y "colorados". Timerman apoyó a los primeros. Años después confesó al historiador Alain Rouquié que la idea de fundar una revista le fue acercada por un grupo de coroneles azules y que el nombre original de la publicación fue Azul.
Primera Plana inauguró el furor de los argentinos por las revistas semanales. Incorporó al periodismo nacional la fórmula de las revistas norteamericanas Time y Newsweek, conartículos de fondo sobre los temas de actualidad, que descubrían intrigas políticas y militares en un tono y un lenguaje uniformes, casi sin estilo.
Timerman formó una redacción de jóvenes brillantes y ambiciosos, que lo sobrevivieron por varios años en Primera Plana: Ramiro de Casasbellas, quien falleció el martes último; Tomás Eloy Martínez, Julián Delgado, Osiris Troiani, Rodolfo Pandolfi.
Su gran talento como editor fue acompañado también por una concepción elástica sobre la rigurosidad de la información. Algunos de sus periodistas vieron palabras en boca de sus entrevistados que éstos no habían pronunciado nunca, o descripciones que no correspondían exactamente a lo que habían visto. Su carácter autoritario hacía difícil cualquier apelación.
Dejó pronto Primera Plana, en julio de 1964, y hasta fundar su siguiente suceso, el diario La Opinión, se asoció a un fracaso: El Diario de Mendoza. Otra incursión fue la revista Confirmado, que apenas constituyó una copia de Primera Plana.
Confirmado será recordada, sin embargo, porque desde ella Timerman encabezó una furiosa campaña de descrédito contra el gobierno radical de Arturo Illia, que colaboró en crear el clima para su derrocamiento, en 1966. Primera Plana hizo lo mismo bajo la dirección de Casasbellas.
La Opinión
En mayo de 1971, Timerman dejó la consultora de lobby empresarial Profima, que dirigía junto con el comodoro Juan José Güiraldes, para fundar el diario La Opinión, su segundo gran éxito profesional.
El modelo, esta vez, fue el periódico francés Le Monde. Los artículos abandonaban el aséptico recuento de la información para incorporar, como elemento medular, el análisis de lo ocurrido. La firma de los periodistas se agregó al pie de los artículos.
La Opinión atravesó los gobiernos del general Alejandro Agustín Lanusse, Héctor Cámpora, Juan Domingo Perón, Isabel Perón (durante el que tuvo un fuerte enfrentamiento con José López Rega) y el proceso militar que encabezó el general Jorge Rafael Videla.
En abril de 1977, un grupo armado se lo llevó de su departamento de la calle Ayacucho. Estuvo desaparecido unos días, y fue torturado, hasta que el general Ramón Camps hizo pública su detención. Lo acusaba de ser socio de la guerrilla peronista Montoneros a través del capitalista de La Opinión, el banquero David Graiver, quien había muerto en un accidente de aviación a fines de 1976.
Pasó unos meses en un calabozo del Departamento Central de Policía, en la Capital Federal, y luego quedó detenido en prisión domiciliaria.
La presión norteamericana e israelí y la prédica, dentro del gobierno, encabezada por el entonces ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, determinaron su liberación, mediante un fallo absolutorio de la Corte Suprema de Justicia, en 1979. El ala más dura del Ejército, sorprendida, deliberó algunas horas sobre si debía dar paso a su ira por ese fallo de la Corte o acatarlo, como correspondía. Al fin, el gobierno militar se decidió por despojarlo de la ciudadanía argentina y enviarlo a Israel, donde estuvo asilado hasta pelearse con ese gobierno. Entonces, se fue a los Estados Unidos.
Se convirtió en el principal denunciante en el mundo de la represión del Proceso con su libro "Prisionero sin nombre, celda sin número". En él relató su secuestro y torturas. También escribió libros sobre Israel, Cuba y Chile.
Recibió el premio María Moors Cabot al periodismo. A raíz de esto, prácticamente todos los directores de diarios argentinos que habían recibido el premio con anterioridad lo devolvieron.
El exilio duró hasta 1984. Volvió para dirigir el periódico en el que había comenzado su carrera, La Razón. Félix Laiño se había retirado poco tiempo atrás de su conducción. La Razón, transformada por Timerman en un matutino, languideció. El país había cambiado.Timerman pertenecía a una época pasada.
Se mudó a Punta del Este con Risha, su esposa de toda la vida y la madre de sus hijos Daniel, Héctor y Javier. Cuando Risha, su gran amor, murió de un ataque cardíaco, en 1992, Timerman entró en un estado depresivo que duró hasta su muerte.
Por encima de los elogios y de las críticas puede decirse que con Timerman desaparece una de las personalidades más creativas y brillantes del periodismo argentino en el siglo que concluye.
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