Murió el escritor Héctor Tizón
El narrador jujeño falleció esta mañana, a los 82 años, confirmaron a LA NACION fuentes cercanas a la familia
El reconocido escritor jujeño Héctor Tizón murió esta mañana, a los 82 años, en su provincia natal, confirmaron a LA NACION fuentes cercanas a la familia.
Su obra abarca más de 20 novelas, entre las que se destacaron Fuego en Casabindo , La casa y el viento , Luz de las crueles provincias y Extraño y Pálido fulgor , todas publicados por el sello Alfaguara.
Además de cultivar su oficio de narrador, Tizón se desempeñó como abogado, periodista y diplomático argentino, por lo que vivió en diferentes lugares del mundo.
Hace unos años, el gobierno francés lo nombró Caballero de la Orden de las Artes y Las Letras.
Tizón publicó por primera vez en 1960, en México, donde se encontraba entonces como diplomático, el libro de relatos "A un costado de los rieles".
Su obra, siempre centrada en las historias y los mitos de su provincia, fue traducida al francés, inglés, ruso, polaco y alemán.
Tizón era afiliado radical desde la juventud y se definía como yrigoyenista.
En 1994 fue convencional constituyente por su provincia y formó parte del bloque que presidió Raúl Alfonsín, tras lo cual fue designado juez del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy.
Entre otros premios recibió el de Caballero de la Orden de las Artes y las letras que otorga el gobierno de Francia.
El inicio de la última dictadura, en 1976, lo obligó a partir hacia el exilio en España, pero regresó al país en 1982.
En un comunicado, Alfaguara dice a propósito de su obra: "Su mirada sobre esos hechos no se focaliza tanto en el argumento, sino en la atmósfera, en la sutileza del lenguaje, que eleva las ficciones por encima de las historias que cuentan hasta conferirles esa tonalidad reflexiva y filosófica que se ha convertido en la impronta de su narrativa. Lejos de certezas y altisonancias, construye su prosa silenciosa, recatada, austera, como la tierra de la que emergen los relatos".
"Sus narradores cuentan como si lo hicieran para un selecto grupo de escuchas ubicados alrededor de un fogón; se sienten mediadores de saberes y de presunciones y nunca podrían aseverar: la condición humana les provoca interrogantes y desconcierto".
"Varias fuentes han ido moldeando su lenguaje: el español mestizo y los rastros del quechua, que proceden de esa infancia de niñeras para quienes la experiencia de la vida se transmitía a través de sucedidos o parábolas. Luego, la lectura de los clásicos españoles y universales, y también de los libros sagrados y los textos jurídicos que aportaron su profesión de abogado y su cargo de juez, una cantera igualmente productiva para sus narraciones".
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