Murió el escritor Gonzalo Torrente Ballester
El autor de "Los gozos y las sombras" falleció a los 88 años, mientras dormía.
SALAMANCA.- En la madrugada de ayer falleció a los 88 años, en su domicilio de esta ciudad, el escritor gallego Gonzalo Torrente Ballester, como consecuencia de un paro cardíaco mientras dormía.
El autor de la formidable trilogía "Los gozos y las sombras" -publicada entre 1957 y 1962 y adaptada por Televisión Española con gran éxito- será inhumado mañana en el panteón familiar de la localidad de Ferrol, su ciudad natal en La Coruña.
Se había casado dos veces y tenía once hijos. Su última esposa fue Fernanda Sánchez Guisande.
Con motivo del fallecimiento del autor de "La saga/fuga de J.B.", el ayuntamiento de Salamanca decretó tres días de duelo, con las banderas a media asta. "Salamanca pierde a uno de sus hijos adoptivos más ilustres de su historia", señaló el alcalde, Julián Lanzarote.
El escritor estuvo en la Argentina en 1985 y en 1988 para sendas ediciones de la Feria del Libro de Buenos Aires.
Numerosas distinciones
Torrente Ballester fue miembro de la Real Academia Española desde 1977 y obtuvo prestigiosos galardones a lo largo de su rica vida literaria. Entre otros, los premios Nacional de Literatura, en 1981; Príncipe de Asturias, en 1982, que compartió con Miguel Delibes; Cervantes de Literatura, en 1985, y Planeta, en 1988, con su novela "Filomeno, a mi pesar". En 1996 compartió el premio Rosalía de Castro nada menos que con el Nobel de Literatura 1998, José Saramago, y con Bernardo Atxaga y Joan Perucho.
Del escritor, cuya última obra fue "Memoria de un incorformista" (1997), se ha dicho que junto con Camilo José Cela y Delibes integraba "el triunvirato de los grandes genios de la novela española contemporánea".
Su muerte produjo una profunda congoja en el mundo literario. Y fue recibida con dolor en Portugal, donde gozaba de excelente reputación. El presidente Jorge Sampaio envió sus condolencias al rey Juan Carlos I de España.
Ayer, su amigo Cela declaró: "Ha muerto como a muchos escritores les gustaría: escribiendo". Torrente Ballester dictaba, en sus últimos días, párrafos de una nueva novela a su esposa.
Cela dijo que el fallecimiento del autor de "Don Juan" supone "una funesta noticia cultural".
El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, calificó a Torrente Ballester como "el señor de las palabras". "En pocos escritores se conjuga de forma tan fecunda la creación literaria y la reflexión teórica y crítica", agregó.
Por su parte, Delibes dijo "estar consternado" por la muerte de su amigo, y el filósofo Pedro Laín Entralgo expresó: "Estoy sobrecogido por el fallecimiento de una de las más eminentes figuras de las letras de este siglo".
También el autor de "Pepe Carvalho", Manuel Vázquez Montalbán, precisó que "con Torrente Ballester desaparece uno de los referentes más importantes de la literatura española contemporánea".
Letras vivas
El escritor y académico Antonio Muñoz Molina comentó ayer a la cadena radial SER que el literato fallecido fue un excelente escritor de periódicos. "En 1970, él tenía una especie de diario en el que, aparte de practicar una literatura muy viva y muy instantánea, traía mucha información y noticias bien recibidas por nosotros", precisó.
Nacido en 1910, Torrente Ballester escribió más de 30 novelas, entre las que se cuentan "Javier Mariño", su primer libro, editado en 1943; "El golpe de Estado de Guadalupe Limón", "La rosa de los vientos", "Yo no soy yo, evidentemente", "Crónica del rey pasmado", que el director Imanol Uribe adaptó al cine; "Los años indecisos" y "Fragmentos del Apocalipsis". Este último título, junto con "Don Juan" y "La saga/fuga de J.B.", eran de su preferencia.
Fue anarquista primero, falangista más tarde, y un desencantado desde los años sesenta.
Con motivo de la publicación reciente de su obra completa por Alianza Editorial, el escritor había comentado que, actualmente, la literatura adolece "de falta de imaginación, no porque los autores no la tengan, sino porque no la ponen en práctica".
De carácter independiente y solitario, su obra se caracterizó por un realismo crudo. Consecuente con su materialismo estoico, sin ilusiones y casi sin esperanzas, dijo alguna vez que "enfrentarse con la vida a estas alturas no es una virtud (...) Morir significa perder la realidad de vista, entrar en otra que no sabemos cómo es".