Mundial de Qatar 2022: cómo revertir la desilusión que produjo la derrota en los chicos: una escuela podría tener la respuesta
Los expertos dicen que hay dejar espacio a que se expresen los sentimiento de bronca o tristeza; el caso virtuoso de una escuela en Los Polvorines
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Esta mañana, después de la inesperada derrota de la selección nacional en el Mundial de Qatar, revertir el ánimo de los argentinos parecía una tarea muy difícil. Y mucho más de los chicos y adolescentes, una generación que nunca vio a la Argentina levantar la Copa del Mundo.
Muchos padres, madres y docentes se preguntaron entonces cómo lidiar con esa frustración que les produjo a los chicos este impensado resultado negativo.
Laura Spaccarotella, psicóloga del deporte y miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), dijo que la decepción es un sentimiento entendible cuando se tienen muchas expectativas en algo que no se logra, pero su contracara es que si seguimos perseverando en lo que deseamos nos hacemos hacedores de nuestros sueños y nuestro destino.
“Es importante entender que no todo va a salir como queremos y que eso es un aprendizaje, discriminar las metas ideales de las posibles y las reales y, especialmente, transmitir modelos de esfuerzo, perseverancia y trabajo en equipo para alcanzar las metas. Estas habilidades psicosociales se desarrollan en el tiempo, por lo cual siempre habrá intentos fallidos y decepcionantes, pero debemos seguir trabajando, jugando, estudiando, entrenando y generando vínculos aunque la ruta esté llena de dificultades y tropiezos como el de hoy”, dijo Spaccarotella.
En un colegio de la zona norte bonaerense, el Instituto San Nicolás, en la localidad de Los Polvorines, lograron lo que parecía imposible: a las 9.30 inauguraron su propio “Mundialito”, un proyecto en el que trabajaron con meses de anticipación y que consiguió aliviar la tristeza de los estudiantes y trabajar la resiliencia en la escuela.
“Los chicos vieron el partido en sus casas y luego vinieron gracias a la propuesta del “Mundialito”. Llegaron medio de capa caída, pero los alentamos y cuando empezaron a jugar cambiaron el chip al 100%, no hubo clima de derrota y el partido de la Argentina pasó a segundo plano”, dijo Sofía Baraglioli, directora de secundaria del Instituto.
Los casi 300 alumnos de esta escuela estudiaron durante meses los distintos países participantes del Mundial y hoy se dividieron en los mismos equipos para disputar una competencia de fútbol que imitó a la copa mundial en un sentido amplio.
“Este año, después de la pandemia, teníamos como objetivo que los chicos se revincularan y encontraran su lugar en la escuela, sabiendo que no todos tienen las mismas habilidades ni gustos. Entonces, además de jugadores de fútbol, también estuvieron los que asistieron a sus compañeros con primeros auxilios, los árbitros, los que pasaron música, las bailarinas que hicieron una coreografía, una alumna que cantó el himno, un equipo de prensa, un equipo de sonido y un grupo que se encargó de la decoración”, explicó Baraglioli.
Habían pasado solo unos minutos de finalizado el primer partido de la Argentina y en el patio del Instituto San Nicolás se veía una postal que distaba de lo que ocurría en la calle: alumnos con remeras de Inglaterra, banderas belgas pintadas en sus mejillas y se escuchaba un bombo y cantos de aliento hacia todos los equipos. Las sonrisas iban aparecieron poco a poco en los rostros de los alumnos y la decepción parecía ir quedando atrás.
“Yo me levanté temprano, feliz, festejé el primer gol y después me re deprimí porque no da que nos anulen tantos goles, pero vine igual porque me re entusiasmaba venir a jugar a la pelota al Mundialito”, dijo Liam, un alumno de cuarto año, que participó como jugador del equipo senegalés.
Matías, otro estudiante de cuarto, dijo: “Quería llorar cuando perdimos, pero si no ganó la Argentina, al menos quiero intentar ganar esto hoy”.
Spaccarotella explicó que trabajar la tolerancia a la frustración es una tarea que nos compete a todos, los chicos y los adultos, porque los niños necesitan modelos con conductas compatibles a las que les enseñan.
“Hay que dar tiempo a los procesos de desarrollo y crecimiento, en la escuela, en el club, en lo profesional, en el trabajo. Aquello que aparece como obstáculo nos da la posibilidad de salir transformados, más fuertes, con mayor autoestima y recursos”, dijo Spaccarotella.
“Fue triste perder, pero queríamos venir a compartir con nuestros amigos. Además, sabíamos que teníamos que venir si o si a hacer la coreografía”, dijo Mara, de tercer año, quien formó parte del grupo que realizó el baile de apertura con Waka Waka, la canción oficial del Mundial 2010.
“A mí me pegó mal, casi me largo a llorar, quería golpear todo y hasta pensé en no venir, pero después vine porque ya me había comprometido y como estoy en el equipo de emergencias, me parecía que era importante venir por nuestros compañeros”, dijo Candela, de tercero.
“Como un evento como este concita un sentimiento de identidad nacional, todos sentimos que perdimos algo con esto y nos genera un poco de tristeza, rabia o enojo. Lo que hay que enfatizar es que en el deporte se gana y se pierde y que esto pasa todo el tiempo. Uno puede tener un buen equipo, pero puede tener un mail día o el conjunto puede no funcionar y perder, pero siempre hay más oportunidades y chances de revertirlo”, dijo Ricardo Rubinstein, médico Psicoanalista y autor del libro Deportes al Diván.
De acuerdo a Rubinstein, lo más sano es no negar el sentimiento de los chicos: “Hay que dejar un espacio para que los chicos se enojen un poco y se depriman y después continuar con lo cotidiano porque el deporte, por más que tenga estos ribetes nacionales, es, básicamente, un juego”, dijo.
Por su parte, Jorge Catelli, psicoanalista miembro titular en Función Didáctica de la APA, profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dijo que esta derrota conlleva una oportunidad para enseñarles a los niños que estamos en el inicio de un campeonato que va a tener otros partidos y, por lo tanto, otras chances.
“Poder pensar que perdimos una batalla, pero no la guerra, permite aprender a tolerar la frustración y entender que hay aspectos del juego que son azarosos y otros que tienen que ver con la dedicación, el trabajo, el entrenamiento o la genialidad de los jugadores. Sin embargo, también existe la posibilidad de que puedan decepcionarlos y esa caída de idealizaciones habilita una mirada hacia el jugador como un prójimo, un semejante que también pierde”, dijo Catelli.
Esa lección, opinó Catelli, es valiosa no solo para los niños sino también para adultos, que con esta situación podemos aprender la tolerancia a la frustración, a la espera y a evitar los triunfalismos binarios que ponen a las personas en el lugar de “seres maravillosos o las últimas porquerías”.
Según Spaccarotella, es fundamental seguir apoyando a la Selección Argentina de Fútbol porque acompañar en momentos difíciles es ayudar a que el otro se pueda levantar más rápido y mejor. “Acompañar y alentar a quienes lo necesitan más que nosotros como protagonistas, es desarrollar empatía”, dijo.