Mucho más que nieve: desde paseos en velero hasta ser chocolatero por unas horas, las propuestas menos conocidas de Bariloche
Más allá del esquí, en la ciudad hay una oferta turística que apuesta por experiencias, gastronomía y aventuras
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SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Descubrir zonas remotas, explorar circuitos alternativos en los lugares de destino y sumergirse en experiencias personalizadas están entre las tendencias de los viajeros. Y lo cierto es que el invierno en esta ciudad es mucho más que nieve.
Aunque el cerro Catedral siga resultando el gran imán para quienes disfrutan del esquí y el snowboard y también ganen adeptos otras propuestas como los paseos en trineo y en moto de nieve, o el snow tubing en el cerro Otto, Bariloche despliega múltiples opciones no tradicionales.
Entre ellas, están los paseos en velero por el lago Nahuel Huapi. A bordo de El Orgulloso, por ejemplo, los aventureros pueden zarpar desde Puerto Petunia, ubicado a 13,5 km del Centro Cívico, y navegar por el Brazo Campanario, una bahía de aguas tranquilas que bordea la península San Pedro.
Desde el lago se obtienen postales poco usuales de rincones como Bahía Serena, Isla Huemul, Isla de las Gallinas, Isla de las Gaviotas e Isla Victoria. La experiencia, que ronda los 14.000 pesos por persona, incluye un fondeo en una bahía de aguas turquesas para poder disfrutar de infusiones y snacks.
Las salidas suelen hacerse entre las 13 y las 16. “Hacemos paseos de tres horas mayormente, aunque también hay de cuatro y de seis horas. Puede ser en modalidad grupal o en forma privada, con tablas de fiambres, quesos, vino, cerveza y gaseosa”, cuenta Oscar, uno de los capitanes.
Agrega que durante el paseo, los visitantes pueden conocer más sobre la historia del Parque Nacional Nahuel Huapi, así como sobre el cuidado del medio ambiente y la sustentabilidad que fomentan los recorridos en velero.
También la Experiencia Velero Fantasma II ofrece salidas en invierno: parten muy cerca de Petunia y navegan a vela por el Campanario parando en diferentes bahías. Luego cruzan el lago Nahuel Huapi hacia las costas neuquinas. El recorrido, con capacidad para 10 pasajeros, dura tres horas y vale 10.000 pesos por persona.
Buceo
Otra opción lacustre –aunque solo para osados para esta época del año– son los bautismos de buceo en el lago Moreno, organizados por Ardilla Buceo, una empresa que lleva más de 20 años en Bariloche. Si bien se trata de una actividad muy elegida durante los meses de verano, se ofrecen salidas todo el año. ¡Y son muchos los que se animan en estos meses!
Luego de una clase teórica en la que los debutantes se familiarizan con el equipo que van a usar y aprenden las señas para comunicarse debajo del agua, llega la etapa de entrar al lago: con el agua por la cintura, los guías enseñan a respirar con el regulador. Cuando los turistas ganan confianza, comienza el buceo, primero en la parte baja hasta acostumbrarse.
Después llega la inmersión a mayor profundidad (no más de 10 metros), con la posibilidad de conocer la flora y fauna típica de los lagos, y de sacarse fotos. “Son buceos de montaña, con un paisaje impresionante: se puede disfrutar de la continuación de la montaña bajo el agua, los árboles y troncos hundidos, las percas y las truchas”, cuenta María Victoria, de Ardilla Buceo.
La actividad (vale 15.000 pesos por persona) no tiene un tiempo determinado, sino que varía de acuerdo a las necesidades de cada persona. Sí es necesario reservar previamente. La escuela también ofrece cursos de todos los niveles y salidas para buzos certificados.
Aventura
En Colonia Suiza, a unos 30 km del centro de la ciudad, la tirolesa es otra de las actividades que pueden disfrutarse en invierno. La empresa Canopy Bariloche se ubica en la base del cerro López y ofrece un recorrido de 1500 metros entre los árboles. Antes de empezar el circuito, hay una clase de instrucción grupal de unos 15 minutos: se realiza en un cable instalado a solo dos metros del suelo, en el que los instructores muestran las técnicas básicas de deslizamiento y seguridad.
A continuación, los turistas son trasladados montaña arriba en unas camionetas 4x4 hasta un bosque de coihues que cobija la primera plataforma de canopy. Allí comienzan los vuelos entre varias plataformas: el circuito fue diseñado de menor a mayor dificultad para ir “entrando en calor” de a poco. La actividad vale unos 12.000 pesos por persona.
También el Bosque Euca, en el cerro Otto, espera a los aventureros con 60 juegos entre los árboles, divididos en cinco niveles de dificultad. Equipadas con arneses, poleas, cascos y guantes, las personas de todas las edades pueden disfrutar de puentes, trapecios y tirolesas en altura.
El acceso a los niveles 1, 2 y 3 (a partir de 1,35 m de altura o nueve años) cuesta 7000 pesos, mientras que el acceso a los cinco niveles (desde 1,55 m de estatura o 14 años) vale $7500. Y el Euca Mini, para niños de 4 a 8 años, cuesta $4500.
En el extremo opuesto del parque nacional, donde las lluvias escasean y predomina la vegetación de estepa, el paisaje invita a realizar paseos a caballo. Distintas estancias ubicadas en las afueras de Bariloche ofrecen cabalgatas por las ondulaciones de la meseta patagónica.
Las experiencias, que rondan los $35.000 por persona, suelen incluir traslados, desayuno y almuerzo (asado). La agencia Bastión Travel, por ejemplo, organiza salidas al puesto La Fragua en la estancia San Ramón, a 34 km de la ciudad, que es una antigua escuela rural refaccionada. Las cabalgatas suelen durar dos horas y premian con avistajes de cóndores y ciervos.
Chocolaterías
Además del turismo aventura, los visitantes invernales pueden sumergirse en el mundo del chocolate. El emprendimiento familiar belga La Chocolaterie ideó la Chocolate Tasting Experience, una cata que recorre sabores exóticos, texturas y distintas formas de presentación de chocolates y bombones.
La experiencia –que vale unos 15.000 pesos por persona– incluye una charla introductoria sobre los tipos de granos de cacao y las diferentes zonas de producción mundial, a cargo de “Cory” Locreille, fundadora de la chocolatería que tiene su boutique en el km 15,5 de la Avenida Bustillo. Luego se catan varietales de Perú, Madagascar y Ecuador, al tiempo que se hace una degustación de trufas patagónicas y de chocolate especiado gourmet.
La Chocolaterie también ofrece un taller de elaboración de chocolate artesanal. “Acompañados de nuestros chefs chocolatiers, los visitantes aprenden a seleccionar la semilla, tostarla, descascarillarla, molerla, mezclarla y darle forma”, explica Locreille.
Por fuera del circuito de nieve y con servicios de buena calidad, opciones como estas atraen cada vez más al público nacional y extranjero que busca salir de la ruta tradicional.
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