El año pasado, cuando Fiama, una joven con síndrome de Down, estaba por terminar la facultad, su madre comenzó a preguntarse cuál sería su próximo paso. ¿De qué podría trabajar? Le gusta mucho la gastronomía, pensó, pero no terminaba de encontrar un plan. El año pasado, durante un paseo por el hipódromo de Palermo, Fiama señaló uno de los foodtrucks que la rodeaban y no dudo: "Eso quiero".
En ese momento nació la idea: un foodtruck manejado por Fiama y otros jóvenes con síndrome de Down apasionados por la gastronomía. Adriana sumó a los once mejores amigos de su hija y así surgió el plan de "Morfables 21", un camión para vender comida al paso liderado por ellos que les da la oportunidad de trabajar. Con el proyecto en mano, se comunicó con el vicejefe porteño, Diego Santilli, quien la contactó con la Dirección General de Desarrollo Gastronómico para darle curso a la iniciativa.
Adriana, sin mucha experiencia en gastronomía, les enseñó a cocinar a los chicos. "Lo único que teníamos eran muchísimas ganas", señala la mujer a LA NACION. Fue un proceso de "prueba y error" y de aprender a poner "límites a los chicos" para que todo funcionara bien.
El menú de "Morfables 21" consiste de pizza en conos, tacos y pinches, entre otras delicias que se pueden comer con la mano.
A un año del lanzamiento del proyecto y en el Día Internacional del Síndrome de Down, su impulsora está sorprendida por su crecimiento. "Trabajamos todos los fines de semana de 2017 menos uno porque yo tenía una fiesta", dice. Con solo un año de vida, "Morfables 21" ya participó de Buenos Aires Market 2017 y del Festival Apetito, entre otras ferias, y actualmente funciona también como catering en eventos privados.
El cambio que hicieron los chicos también la enorgullece. Antes, Adriana tenía que dirigirlos todo el tiempo, los ayudaba a cocinar y estaba muy encima. Pero ahora dice que ella "se pudo bajar porque ellos saben lo que tienen que hacer".
Dado que son muchas personas para caber en un foodtruck al mismo tiempo, Adriana los divide en grupos de a tres y a cada grupo le toca un día para atenderlo. Uno de los problemas actuales es que muchos padres quieren sumar a sus hijos discapacitados al proyecto pero no hay más lugar. "Ojalá Morfables 21 se pueda replicar y así generar más puestos de trabajo", desea Adriana.
La palabra de los "morfables"
"Me gusta trabajar acá en Morfables y ganar mi sueldo", dice Agustina Segnati de 21 años. A ella le encanta cocinar. Además de lo que aprendió con Adriana, había hecho un curso de pastelería pero no tenía dónde aplicarlo. Para Agustina, este trabajo le da la posibilidad de comprarse un celular nuevo y ahorrar plata para su futuro.
Alan Rodríguez cuenta que le gusta participar de este proyecto por que le encanta vender. "Es un trabajo indo para mí, me encanta atender a la gente. Quiero tener mi plata para pagar cualquier cosa", detalla.
El caso de Juan Pablo Piccinini es similar al de Agustina. Estudió gastronomía, se especializa en panadería y estaba sin ejercer. "Gracias a Adriana, que es una buena persona, estoy acá. Me siento muy feliz y puedo preparar todos los panes para las comidas que vendemos", expresa.
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