Montecarlo: un escondite entre los médanos... ¿el próximo Cariló?
Es una zona solitaria de bosque y playa al norte de Pinamar; hay quienes apuestan a un futuro balneario exclusivo
PINAMAR.- Mar, dunas, bosque tupido, viento. Montecarlo, hoy, es eso: un sitio inexplorado. Cinco kilómetros al norte de esta ciudad, esa área sin urbanizar en medio de médanos imponentes despierta misterio y conjeturas.
"Un nuevo Cariló", "un lugar exclusivo", "una ciudad en medio del bosque para ricos". "Es un pueblo fantasma y lo seguirá siendo". "No sé nada, sólo que está al norte", "no hay nada, es para allá". Cuando uno consulta por Montecarlo, las respuestas pueden clasificarse en tres grupos.
Los optimistas auguran el crecimiento de esa zona y vislumbran que podría ser el próximo lugar de veraneo cool en la costa atlántica. Están quienes sostienen que la inversión que hay que hacer es tan importante que nadie se hará cargo. Y están quienes no tienen idea de qué es ni qué se proyecta en esos terrenos.
La realidad es que actualmente no hay caminos, no hay red de electricidad ni de agua. Sólo se escucha el sonido del viento y del mar. Disfrutar del atardecer en estas inmensas playas es una experiencia a la que acceden quienes, por casualidad o porque tienen el dato, llegan en vehículos 4x4.
El secretario de Turismo de Pinamar, Alfredo Baldini, dijo a LA NACION que Montecarlo "se está abriendo" y que se está empezando a lotear.
"Va a ser otro Cariló", se entusiasmó. Y explicó que el futuro balneario, por sus dimensiones, podría tener hasta 23.000 habitantes, aproximadamente.
Tanto Pinamar como Cariló evidencian un nivel de saturación de visitantes, y en este aspecto no hay diferentes visiones: un lugar cercano, aún sin explotar y con un paisaje pintado, hacen de este "escondite" un espacio tentador.
En una recorrida, LA NACION pudo comprobar que el lugar "se está abriendo". A lo largo del único camino que hay, de ripio, que bordea Montecarlo por el norte a lo largo de dos kilómetros, entre la ruta 11 y el mar, hay por lo menos ocho comienzos de caminos y espacios donde ya se talaron algunos árboles para poder entrar.
Para quienes buscan un lugar virgen y solitario, es el sitio ideal; serían pioneros. Para desarrolladores inmobiliarios, inversores y empresarios, hay un posible negocio por delante. Para ambientalistas, es la oportunidad de plantear de antemano ciertas condiciones de construcción para cuidar la playa y el bosque.
Gastón Caminata, coordinador de la fundación Surfrider y de la iniciativa Yo amo mi playa, que buscan preservar, restaurar y rehabilitar los ecosistemas costeros y las cuencas hidrológicas, indicó que lo ideal sería que los dueños de lotes en Montecarlo cedan esos espacios para "hacer un parque nacional". Enseguida aclaró: "Pero eso no va a pasar, el ser humano es egoísta y destructivo".
Breve historia
Los terrenos que conforman hoy el partido de Pinamar (Pinamar, Ostende, Valeria del Mar, Cariló y Montecarlo) eran, a fines del siglo XIX y principios del XX, sólo un cordón de dunas frente al mar, y pertenecían a Martín de Álzaga, casado con Felicitas Guerrero.
Cuando de Álzaga y Felicitas Guerrero murieron, en 1870 y 1872 respectivamente, los terrenos fueron heredados por los padres de ella, Carlos José Guerrero y Felicitas Cueto de Guerrero. Luego de fallecidos, heredaron sus hijos, hermanos de Felicitas.
En 1908 llegaron a la zona los belgas Ferdinan Robette y Agustín Poli, quienes compraron tierras a Manuel Guerrero para construir una ciudad "al fin del este", Ostende. (En 1912 se concretó esa operación y en 1913 se fundó la ciudad, la primera en esta área).
Poco después de la llegada de los belgas, en 1909, llegó a la zona, un poco más al norte, el francés Bisset Grouward y Roumefort, quien compró a José Guerrero, otro hermano de Felicitas, parte del fondo de su campo. El visitante quería construir un balneario, Montecarlo.
Hubo campañas publicitarias para promocionar la venta de las parcelas. Algunos valientes se atrevieron en Ostende. En Montecarlo, en cambio, el proyecto no prosperó. Nadie sabe a ciencia cierta qué pasó con la gran idea del francés.
Hay un punto en el que todos los pinamarenses consultados estuvieron de acuerdo: no se sabe por qué el proyecto de Montecarlo no se llevó adelante. Las tierras quedaron sin tutela. "Es un misterio, no se sabe", dijo a LA NACION Juan José Palumbo, del Museo Histórico de Pinamar.
Palumbo aseguró que esas tierras fueron "otra vez" vendidas, en esta ocasión por oportunistas, y explicó el modus operandi. "Unos martilleros atorrantes llegaban, ponían pinitos en tinajas, enterraban las tinajas en la tierra, llevaban a potenciales compradores, mostraban que se estaba forestando, que se estaba cercando, y vendían, remataban. Un tiempo después, se llevaban los pinitos en tinajas y desaparecían", contó.
Esas ventas y todas las subsiguientes, con los típicos problemas de escrituración, quiebras, sucesiones, papeles manuscritos perdidos, manchados, tachados, borroneados, tuvieron un problema inicial, básico: no se puede tomar posesión de los terrenos porque existen en los papeles, pero no en la realidad.
"Hay quienes tienen títulos, pero son títulos imperfectos. Si vienen a buscar su lote, se voló con el viento", lanzó.
Un empresario de la construcción de Pinamar que pisa fuerte en esta zona explicó que "son lotes que existen legalmente, tienen dueños en los papeles, pero no en la realidad, porque las divisiones en el terreno no están hechas". Y agregó: "Son pueblos de catastro".
A futuro
Aunque nadie tiene la certeza de qué pasará con Montecarlo, hay dos direcciones posibles: se abre y desarrolla o queda como está, inexplorado.
Baldini se mostró optimista. "Sería el desarrollo de un lugar que tiene una gran naturaleza y un gran potencial turístico e inmobiliario", dijo.
Consultada sobre las chances de que el proyecto de Montecarlo como ciudad-balneario prospere en el corto o mediano plazo, la fuente del sector de la construcción y desarrollo inmobiliario se mostró moderada. "Creo que la probabilidad es baja", deslizó.
"Hace tiempo que vengo escuchando: «Este año sale Montecarlo». La infraestructura es muy cara, no es que ponés 100.000 dólares y llegás, son obras de infraestructura carísimas, y cada vez es más caro", ahondó. Sin embargo, reconoció que están talando árboles, "queriendo abrir nuevos caminos", y que eso es un indicio de que "algo se está moviendo".
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