Molina Pico, un fiscal reservado y con fuerza para resistir presiones
Es hijo de un ex jefe de la Armada de la década menemista
Diego Molina Pico tiene entre sus manos la causa más importante de su aún joven carrera judicial. Pero igualmente cierto es que no sólo en Pilar sino en todo el Departamento Judicial San Isidro no hubo, desde que el Código Procesal Penal bonaerense puso en manos de los fiscales la investigación de los hechos delictivos, otra causa como el asesinato de María Marta García Belsunce, un crimen con todos los ingredientes como para transformarse en un imán para la imaginación y las especulaciones, por sus protagonistas y por la escena, un exclusivo barrio privado.
Si todas esas circunstancias hacen de este crimen un caso excepcional, la pregunta obligada es si este fiscal de sólo 37 años, hijo del almirante retirado Enrique Molina Pico, jefe de la Armada durante la primera presidencia de Carlos Menem, es capaz de llevar semejante investigación a buen puerto.
Sus actuales colegas y sus viejos compañeros sostienen que sí, por tres razones: su amplia visión estratégica, su cerebral capacidad de razonamiento y sus agallas para resistir cualquier tipo de presión.
Aquel pensamiento estratégico y esa perseverancia en sus convicciones, dicen quienes lo conocen bien, se forjaron en Diego Molina Pico en su paso por la Marina, de donde se retiró en 1998, como teniente de navío, para rendir y aprobar el examen ante el Consejo de la Magistratura provincial y ganar un puesto como fiscal titular en una Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de San Isidro.
Embarcado
No tiene, pese a lo que parece indicar aquel rango, una formación militar, pues ingresó en la Armada como abogado. Eso, no obstante, no lo alejó del mar. De hecho, sus allegados recuerdan dos importantes misiones como embarcado: las intervenciones argentinas en fuerzas internacionales en el bloqueo a Haití y en una de las naves que viajó a la Guerra del Golfo, en 1991.
Casado, con una hija, Molina Pico no aparece nunca ante micrófonos o cámaras. Rehúsa por norma dar informaciones públicas acerca de las causas que instruye. Ese mismo bajo perfil tenía, dicen sus antiguos jefes, en la Armada, donde jamás intentó sacar provecho de ser el hijo del comandante en jefe.
Recibido en la Universidad Católica, con una maestría terminada el año último en la Universidad del Salvador, y experto en derecho internacional, Diego Molina Pico tiene un trato muy cordial que, sin embargo, jamás lo lleva a renunciar a su perenne reserva. Dos meses y medio del caso del que habla el país con él aún fuera del foco de las cámaras y con sus vacaciones suspendidas por propia decisión confirman su capacidad para trabajar con discreción, pero sin pausa.
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