Mole de metal: Núñez estrena un edificio de 500 metros de largo en un terreno ganado al río
Seis años después del comienzo de la polémica mudanza, ya funciona la nueva sede del Tiro Federal
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Quinientos metros de una construcción espigada, de acero y hormigón, bordean la calle Tambor de Tacuarí, a espaldas de la desembocadura del arroyo Medrano, donde hace dos años solo había un terreno que había sido ganado al Río de la Plata y algunas máquinas retroexcavadoras que movían la tierra. Se escuchan detonaciones, ráfagas de tiros que se mezclan con el sonido de los pájaros que deambulan por el Parque de los Niños, ubicado a metros del nuevo edificio del Tiro Federal. Más moderno, menos romántico, pero con la capacidad de sumar nuevas utilidades para superar prejuicios.
Aún sin inauguración oficial en el lugar, ya se iniciaron todas las actividades que albergaba el viejo predio de avenida Del Libertador, hoy escenario de una obra gigantesca para poner en marcha el Parque de la Innovación. Desde marzo, aún en plena mudanza iniciada en diciembre pasado, los deportes no relacionados con el tiro fueron los primeros en desembarcar en la nueva sede. Luego, progresivamente y a medida que la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ex RENAR) habilitaba los polígonos, comenzaron las prácticas con armas de fuego.
La apertura, en silencio y sin estruendos, pone punto final a una polémica que se inició con el traslado de la institución centenaria y la resistencia de los socios que se oponían al desalojo. La obra, de al menos 35 millones de dólares y a cuenta del Gobierno porteño, fue la llave que destrabó el conflicto y permitió la comercialización millonaria de los lotes que dan a la avenida Del Libertador y de las parcelas donde se desarrollará el polo destinado a la ciencia, la educación y la tecnología.
“El edificio cumple todas las expectativas que teníamos. Todavía no terminamos de conocerlo totalmente y seguimos instalándonos, pero nuestros socios están muy contentos. ¿La única desventaja? El lazo emocional que nos une con la otra sede, fueron muchos años, muchos recuerdos y vivencias”, describe el presidente del Tiro Federal, Gustavo Rodríguez Sánchez.
El edificio al que hace referencia Sánchez fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2005, por lo que está protegido y no fue demolido como el resto de las viejas instalaciones. Parte del acuerdo de la mudanza implica que el usufructo de ese espacio será en beneficio del Tiro Federal que aún no definió que uso le dará, aunque podría estar ligado a los rubros educativos o, también, administrativos.
Los primeros indicios de mudanza comenzaron en 2015 cuando el Gobierno presentó el proyecto del Parque de la Innovación en 13 de las 16 hectáreas del predio. Para la ciudad, se trató de tierra pública recuperada tras el vencimiento de un permiso de uso municipal; para la institución, en cambio, fue un desalojo con el argumento de que el ex Concejo Deliberante porteño había donado las tierras el 29 de diciembre de 1924 (ordenanza promulgada el 8 de enero de 1925) como “usufructo a perpetuidad”.
Las esquirlas de los enfrentamientos aún estaban en el aire cuando se sancionó la ley 5940 que habilitó la desafectación de las tierras de Del Libertador y Udaondo y aprobó el traslado al terreno en desuso que estaba destinado a la instalación de una planta de tratamientos de residuos. Los primeros trabajos de nivelación de la superficie comenzaron en 2018. Desde este año, llave en mano, el Tiro Federal podrá hacer usufructo por 75 años con opción a una renovación de acuerdo a las leyes y las normativas vigentes en ese momento.
Nuevas instalaciones
El terreno cuenta con una superficie de 130.000 metros cuadrados y está ubicado sobre el lateral norte de la salida del arroyo Medrano. El edificio principal tiene de 16.000 m² y una estructura plana que le permite a la institución pensar otros usos. Por ejemplo, la posibilidad de instalar paneles solares en el techo del edificio y generadores de energía eólica para aprovechar la cercanía al río. Un edificio sustentable, piensan en la institución, podría ayudar a romper los prejuicios de la sociedad sobre el uso de las armas de fuego para la práctica deportiva.
Las nuevas instalaciones cuentan con siete canchas de tenis, pileta semiolímpica y otra para chicos, cancha de fútbol, playón multiuso, cancha de bowling olímpico con seis pistas (en el subsuelo), diez polígonos de tiro (tiro práctico, fusil, caza mayor, pólvora negra, carabina, hélice, olímpico 25, FBI, olímpico 10 y centenario), y cuatro canchas de lanzamiento de disco (la práctica se denomina skeet). Allí se realiza la práctica amateur, el entrenamiento de deportistas olímpicos y el adiestramiento de los efectivos de la Policía de la Ciudad y de la Policía Federal.
El último tiro ejecutado en la vieja sede fue en diciembre de 2019 antes del cierre y la mudanza. El año pasado, por las restricciones de la pandemia, los dos edificios estuvieron cerrados y el tiempo se aprovechó para terminar las obras, en uno, y avanzar con las demoliciones, en el otro. Ahora la actividad ya está recuperar en su totalidad y también la participación de los socios, unos 4500 de los cuales al menos 3000 solo realizan prácticas de tiro. El nuevo edificio y la reapertura parece haber generado un nuevo interés, según dicen en la institución, ya que se generan entre 90 y 100 nuevos socios por mes, una cifra que no era la habitual.
“Estamos viendo algunos vicios propios de un edificio nuevo, pero en líneas generales estamos muy bien”, dicen en el interior de la nueva sede que cuenta con oficinas, locales comerciales del rubro, sector para gastronomía (que aún no están concesionados) y un sistema de seguridad con cámaras que controlan accesos y depósitos de municiones. Al edificio se puede ingresar por cuatro accesos peatonales y dos accesos vehiculares, aunque por el momento solo hay una entrada habilitada.
“¿Se escuchan los tiros desde la avenida?”, preguntan algunos socios por algunos reclamos de personas que viven sobre Del Libertador. Quizás los vientos más intensos por la ubicación cerca del río y otros factores climáticos provoquen oleadas de estruendos hacia la ciudad. Características a las que de a poco se van acostumbrando los tiradores que están dejando atrás el romanticismo del viejo edificio por esa mole de metal que creció entre la naturaleza.
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