Colgado de las sierras, alejado de los centros urbanos, aislado e inaccesible al mundo, el viejo Hospital Psiquiátrico Santa María de Punilla, Córdoba, es un gigante que permanece anclado a nuestra realidad mostrándonos una postal terrorífica. Abandonado y olvidado, sus vecinos dicen sentir por las noches aullidos desgarradores, llantos, voces de súplica, pisadas, luces que recorren los pabellones (no tiene electricidad hace décadas) y todo aquel que se anima a caminarlo siente la incómoda sensación de estar siendo observado. "Las personas que llevaron allí estaban poseídas por espíritus malos, por eso nadie puede habitar ahí, donde quedó el mal", sostiene Rosa Martínez, vecina del oscuro hospital, que aún en la actualidad sigue albergando enfermos mentales.
"Estuve sentada en un banco hasta que cayó el sol, de pronto vino un frío tremendo y me fui porque me sentí observada", relata Luisa Cristinziani sobre la experiencia que tuvo en diciembre pasado, cuando veraneó cerca del lugar. Sacó fotos y cuando las amplió vio rostros entre el follaje y en las ventanas.
"Es un lugar alejado de todo, se sienten ruidos raros", afirma Magnus Mefisto, el youtuber más conocido en el país en cuanto a exploraciones urbanas y fenómenos inexplicables. "Hay dos pabellones abandonados que son tétricos", describe. Los visitó antes de la pandemia. "En el segundo pabellón hallamos una entrada secreta que nos condujo a un subsuelo donde vimos algo que nos impactó: camillas de metal, era la morgue del Hospital", afirma. "También hallamos un lugar que podría haber sido el crematorio", agrega. Al caer la noche, Magnus asegura haber sentido lo mismo que todos: la intranquila sensación de estar bajo la mirada de algo o de alguien.
Las sensaciones que experimentan quienes van son similares: aquella mirada acosadora y "roces con cuerpos invisibles, movimientos rápidos de algo no definido en espacios en donde hace tiempo que ya no hay nada ni nadie", afirma el grupo Rosario Paranormal, que estuvo allí. "Acá hubo mucho dolor y aún se expresa", sostienen.
"Lo más curioso es que a los pocos metros aún existen enfermos mentales en tratamiento", asegura Mefisto. Un equipo de periodistas de El Diario de Carlos Paz se trasladó para hacer un informe. Fue imposible: "Comenzaron a tirarnos objetos y tuvimos que abandonar el lugar", comentó uno de los fotógrafos. Aunque el lugar está abierto, los vecinos aconsejan no entrar. Los enfermos que aún están en los pabellones habilitados suelen deambular por el lugar. "Ni se les ocurra entrar solos, los sonidos que hacen son espantosos", afirma León Laino, un vecino de Punilla.
El hospital abandonado es un gigante de 400 hectáreas de quince pabellones: dos están abandonados y uno sufrió un incendio. "A los pocos metros de todo este lugar tétrico, hay gente trabajando", repite asombrado Mefisto. Incluso a los pocos metros de los pabellones abandonados y en peligro de derrumbe, donde se producen los fenómenos paranormales, existe una colonia de vacaciones.
Algunos turistas caminan por las ruinas, pero rápidamente desisten de la actividad. "Comenzás a sentir que se azotan puertas y ventanas, oís silbidos y ves luces extrañas", asegura Cristinziani, quien estuvo el último verano en la colonia. "Los rostros que vi no tienen ojos y algunos tienen deformaciones", afirma. Un espectro es visto por todos: un niño de dos o tres años con el rostro "desencajado" que corre por los pasillos. "Lo vimos correr detrás de nuestro auto, pero enseguida desapareció", confiesa Paola Palacios, quien visitó el lugar.
Todo empezó con otra pandemia
La historia del hospital se inicia con una pandemia. A principios del siglo pasado, una enfermedad –al igual que sucede hoy con el covid- atormentaba a la sociedad: la tuberculosis o Peste Blanca. No distinguía clases sociales ni sexos ni edades. Para 1918, el 12% de los muertos en el país fueron a causa de esta enfermedad que se reproducía a través del estornudo o tos del "tísico" La producía una bacteria (Mycobacterium tuberculosis) que infectaba a los pulmones. La cura llegó recién en 1944 (cuando se halló la estreptomicina, el antídoto), hasta entonces los muertos se contaron por millones en el mundo.
En la actualidad, la vacuna BCG permite crear una muralla medicinal contra la bacteria. A pesar de eso, para la OMS (según un comunicado del 2020) sigo considerando a la tuberculosis como una de las diez enfermedades más letales del mundo. Según la organización, en el 2018 fallecieron 1,5 millones de seres humanos.
Antes de la vacuna, los tisiólogos recomendaban llevar a los enfermos a lugares apartados, aislados y con un entorno natural puro. El Dr. Fermín Rodríguez era uno de ellos. Córdoba y su clima serrano fueron considerados uno de los mejores del mundo. El Estado le dio un préstamo y en 1900 inauguró la Estación Climatérica Santa María (se suponía que el clima era el mejor antídoto). Comenzó atendiendo 100 pacientes en dos pabellones, pero ya en 1918 (y en manos de la Nación), se amplió a quince. Pasó a llamarse Sanatorio Nacional de Tuberculosos Santa María, llegó a atender a 1500 pacientes y tuvo un staff de 800 empleados.
Hasta 1968 funcionó como tal, luego cambió su fin para intentar curar enfermedades mentales. Nacía el Hospital Santa María de Punilla. Muchos de sus pabellones se abandonaron. Durante la última dictadura funcionó como centro clandestino de detención y en la actualidad, sólo una parte de sus instalaciones funcionan. "Es un gigante abandonado donde pasan cosas turbias", afirma Mefisto.
Los vecinos de Punilla están acostumbrados a ver y sentir presencias. "Los espíritus que no se han ido de nuestro plano, están retenidos contra su voluntad, ya sea por otros fantasmas o por sus seres queridos que aún viven", afirma el grupo Paranormal TDF, quien visitó el Hospital. "No fue una sensación, realmente alguien nos observaba", confiesan.
¿Qué esconden los pabellones abandonados? ¿Por qué se sienten y ven en diferentes épocas del año y por personas de todos los perfiles fenómenos paranormales en el "manicomio de Punilla"?: "Hay historias asociadas a los tratamientos a los que eran sometidos los pacientes, escalofriantes experiencias. Se sienten sensaciones extremadamente angustiantes", afirma el grupo Rosario Paranormal.
Referente en exploraciones, Magnus Mefisto realizó más de 30. "Hemos hallado cráneos de gatos, y mucha ropa usada descartada, muy macabro". Iván Pelcer, un vecino del hospital Santa María tuvo una mala experiencia. Fue de noche con un grupo de amigos, llegó hasta un pequeño altillo, subieron por una escalera caracol sin barandas y vieron "restos de velas, tijeras, fotos de personas, dibujos espantosos y había un olor horrible", en la oscuridad no hallaron la salida y debieron salir por el sótano. "Durante el escape tropezamos con cosas raras, sentíamos que nos observaban, no volvería de noche", remarca Pelcer.
VIDEOS DE LA AVENTURA
Fotos: Diego Lima
Edición fotográfica: Fernanda Corbani
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