Misión de Paz. Quién es el militar argentino que integra la custodia de la Línea Púrpura
Teniente de la Armada, de 34 años, Jorge Marzano integra hace varios meses una fuerza especial comandada por la ONU; cómo es la vida en una de las fronteras más conflictivas del mundo
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¿Abogado o militar? Un joven Jorge Marzano se enfrentó al dilema sobre su futuro vocacional hasta que se decantó por lo último. No se arrepiente de la decisión. Sus ansias de adrenalina, probarse en un escenario bélico y las ganas por vestir el uniforme lo llevaron a una carrera en la Armada, la institución naval que lo puso a bordo de la corbeta ARA Spiro, donde se profesionalizó, y que luego lo desplegó en Medio Oriente como parte de una fuerza especial comandada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El militar argentino de 34 años se encuentra apostado en Altos de Golán, la meseta que recobró un sentido estratégico desde la escalada en la guerra en Medio Oriente, desatada por el grupo guerrillero palestino Hamas que atacó ferozmente a Israel el 7 de octubre pasado. Allí opera una misión de paz de la ONU con un contingente de militares de todas partes del mundo, entre ellos Marzano, que se ocupa de monitorear la Línea Púrpura, la zona de separación o “franja” entre Israel y Siria donde hay pactado un armisticio que prohíbe la presencia de tropas armadas sirias e israelíes. El acuerdo, que está por cumplir 50 años, se mantuvo aunque en el tiempo hubo violaciones al cese al fuego y ataques cruzados en las fronteras.
Hoy el éxito de la tregua en el frente noreste de Israel depende de la presencia de las fuerzas internacionales que operan en el campo como observadores neutrales. Su meta es detectar cada extralimitación, movimiento de soldados, vehículos y armamento de los beligerantes que violen el tratado de paz. La misión está abocada a su rol específico, pero en alerta de lo que sucede en la periferia, observando si la dinámica que adopta la guerra, se extiende al resto de la región.
“Cuando llegué hace cuatro meses la imagen del lugar me impactó. Es fuerte para alguien que viene de la Argentina o de una ciudad. Hay muchas construcciones demacradas por la guerra que nunca se recuperaron. Uno ve un poco de avance en la intención de reconstruir, pero cuando te acercás a las zonas al Este del territorio ocupado por Israel está todo demolido. No quita que haya gente viviendo en las cercanías, por lo general granjeros, pero no son pueblos urbanizados, o lo que uno está acostumbrado a ver”, dice a LA NACION Jorge Marzano, teniente de navío de la Armada Argentina, desde el campamento Faouar de la ONU que opera dentro del lado sirio de Golán.
La Línea Púrpura
Durante un año, el teniente será parte de la misión de paz United Nations Disengagement Observer Force (Undof) en la milicia de observadores que supervisa en Golán el territorio de separación entre ambos estados y que fue delimitado por la ONU en 1974. Son dos grupos posicionados: uno del lado sirio y otro en el ocupado por Israel. La Línea Púrpura es una franja desmilitarizada donde se prohíbe todo tipo de medios militares, como tanques de combate, armamento y no se puede sobrevolar, efectuar disparos o poner en peligro a los observadores y la población, en su mayoría árabe.
De acuerdo con las últimas estadísticas publicadas por el organismo, Undof tiene desplegadas en Golán a 1256 personas, de las cuales 125 son civiles, 61 oficiales de Estado Mayor y 1071 tropas. Maneja un presupuesto anual de US$65 millones y la Argentina tiene apostados a 3 de sus militares, uno de ellos es Marzano. El país que más tropas sumó para custodiar el armisticio es Nepal con 415 milicianos, seguido por Uruguay con 214. Desde que el Consejo de Seguridad de la ONU creó la misión murieron 62 militares internacionales y 3 civiles.
“No es raro escuchar explosiones, la movilización de vehículos o ráfagas de disparos. Cuando la visibilidad es buena se ve operando el sistema de Cúpula de Hierro de Israel y cómo desvía los misiles al horizonte”, dice Marzano.
Entre sus deberes tiene que patrullar el área de separación, a bordo de vehículos blindados que recorren diferentes rutas, montar guardia en puestos de observación fijos donde cada relevo dura una semana, y realizar inspecciones e investigaciones para reportar a la ONU cualquier incumplimiento de la tregua. El teniente describe que en Golán el verano es extremadamente árido, pero cerca del invierno el panorama cambia por completo con la llegada de la lluvia, el pastizal seco y amarillo se torna de un verde profundo. El terreno es de múltiples cerros de una altitud media, y después el resto es campo de escasa agricultura. La mayoría de la actividad es de los pastores de ovejas y otros rebaños.
“Desde el 7 de octubre, la situación escaló y se volvió más dinámica de lo que era antes, evolucionó. Cuando sucedió [el ataque de Hamas a Israel en la zona cercana a la Franja de Gaza] estaba en un puesto al sur del área de separación, me quedaban pocos días para el relevo y fue un día de mucha incertidumbre, pero tuvimos que seguir cumpliendo con la observación y a la vez estar más expectantes. Después de lo que sucedió no sabía qué más podía pasar”, dice Marzano.
Y agrega: “A lo largo de los días escaló la situación, pero por fortuna dentro del territorio donde estamos se mostró como el más calmo de los frentes. Sí hubo sucesos aislados, aunque no movilizaciones de tropas o una operación mayor. La situación al sur está más volátil y escaló mucho en Gaza y al norte de Israel, y en el Banco Oeste en donde los riesgos son más altos. El grupo de observadores desplegado en el sur de Líbano se encontró con un gran escalada en el intercambio de artillería en el frente entre las Fuerzas de Defensa de Israel y de Hezbolá”.
Valor estratégico y antecedentes
La meseta se extiende a lo largo 1800 kilómetros cuadrados y separa Israel, Siria, Líbano y Jordania. Tiene una gran amplitud térmica entre las estaciones y su mayor activo es como reservorio de agua porque al sur se ubica el Mar de Galilea, un enorme lago que se nutre del río Jordán. La temporada de lluvia es intensa y los cauces subterráneos abastecen a Israel de un tercio de su agua potable.
Para entender el valor estratégico del área y los antecedentes que llevaron a la consolidación de una franja neutral en medio de un región en estado bélico perpetuo y de varios frentes abiertos hay que retrotraerse a otras dos guerras: la Guerra de los Seis Días, en 1967, y la Guerra de Yom Kippur, en 1973, que desencadenó una crisis mundial del petróleo cuando los árabes cerraron el abastecimiento de combustible para presionar a Estados Unidos.
La Guerra de los Seis Días tuvo su origen con la llegada al poder en Irak de un gobierno ultranacionalista que declaró que su meta sería “barrer a Israel del mapa”. Los iraquíes se aliaron con Egipto, Jordania y Siria, que concentraron tropas a lo largo de la frontera de Israel, y sumaron las fuerzas también de Argelia y Arabia Saudita. Los sirios aprovechando su posición bombardearon asentamientos judíos desde las alturas de Golán. Pero la unión de sus enemigos fue también su perdición porque Israel aprovechó la súbita acumulación de milicias árabes en sus fronteras para aniquilarlos con ataques aéreos y movilizó su ejército durante seis días ocupando Gaza, Jerusalén, Sinaí, una porción de Jordania y por último Altos de Golán, en Siria, que ocupa hasta la actualidad.
Seis años más tarde, Egipto y Siria, junto con facciones palestinas organizaron un ataque para recuperar el territorio en lo que se conoció como la Guerra de Yom Kippur, bautizada de esa manera porque, al igual que el brutal atentado de Hamas del 7 de octubre pasado, fue durante la celebración de una festividad judía para tomar a su ejército desprevenido. A diferencia de la guerra anterior, los combates fueron más balanceados y terminó con un cese al fuego que las partes acordaron por intervención de Estados Unidos, la ahora disuelta Unión Soviética y la ONU. El acuerdo de paz delimitó la Línea Púrpura de los Altos de Golán, la zona que hoy separa a Israel de Siria.
Carrera militar y Naciones Unidas
Marzano es de La Plata, pero vive en Bahía Blanca con su esposa y su hijo de seis años. “Hacer una misión de paz de la ONU era un objetivo profesional que tenía muy claro, aprobé todos los procesos de evaluación y por suerte lo logré. Estoy muy agradecido. No solo por estar en una misión de paz, un conflicto de estas características o una guerra si bien es algo terrible para los países, como militar uno gana experiencia y es algo invaluable”.
El teniente comparte el equipo con militares de Canadá, Bután, Australia, Nepal y Estonia, entre otros países, y aprobar el proceso para su despliegue en Golán fue solo el primer desafío ya que para poder permanecer durante todo el año que dura el operativo tiene que superar con éxito el total de las evaluaciones que se le asignan una vez en el territorio. La impericia en cualquiera de las instancias significa el fin de la misión. En distintas etapas rinde exámenes para reafirmar que es capaz de estar a cargo de un puesto de control y conocer todos los procesos en caso de una contingencia, para demostrar que puede llevar una patrulla conociendo todas las rutas, sobre cómo reaccionar ante cada emergencia y qué hacer en caso de tener que ocupar un búnker.
“Me quedan ocho meses y la distancia la llevo bien. Toda esta situación dinámica hace que uno esté siempre ocupado por lo que no tengo tiempo de preocuparme o extrañar, y con la tecnología es más llevadero sabiendo que mi familia en la Argentina están bien. El choque cultural es grande y es impactante las condiciones de vida en Golán, las casas, calles y los pueblos no están en el mejor estado, pero uno ve que la gente encuentra su manera de ser feliz y hace su trabajo normal”, cuenta.
Sobre el avance de la guerra y la tensión que pueda hacer peligrar el acuerdo entre Israel y Siria sostiene: “Cuando patrullo o en el puesto de control, tengo a un lado las fuerzas sirias y del otro las israelíes. No se si está por desencadenarse un combate, pero no es algo que se vea en este momento en Golán. Sí se pueden escuchar explosiones, disparos y cohetes lanzados”.
Cuando termine esta misión, y antes de retomar su carrera naval en la Armada, Marzano quiere realizar una operación más para la ONU en Medio Oriente. “Como militar uno no se conoce a sí mismo hasta que no tiene la guerra frente a frente. Me motivó siempre pensar en conocerme enfrentando una situación así, ver cómo voy a reaccionar, si voy a poder mantener la mente en claro, si voy a poder realizar todo para lo que me preparé. Da miedo, pero quiero decir después que tuve esa experiencia en mi vida”.
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