MIS-C: el riesgoso síndrome inflamatorio que apareció en niños que tuvieron Covid-19
NUEVA YORK.— Braden Wilson tenía terror de pescarse el Covid-19. El adolescente de 15 años apenas salía de su casa para visitar a sus abuelos o ir al dentista, y usaba barbijo religiosamente.
Pero el virus de alguna manera lo encontró, y le causó daños irreversibles bajo la forma de una inflamación generalizada que por razones desconocidas ataca a algunos jóvenes y se desata varias semanas después de cursada y terminada la infección del coronavirus.
Braden llegó en grave estado al Hospital de Niños de Los Ángeles, donde los médicos lo intubaron y lo conectaron a una bomba de bypass cardiopulmonar. Pero no pudieron evitar la falla multiorgánica, y el 5 de enero, “declararon oficialmente la muerte cerebral”, recuerda su madre, Amanda Wilson. “Mi chiquito se había ido.”
Los médicos de todo Estados Unidos están advirtiendo un fuerte aumento de casos del Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico (MIS-C), la enfermedad post-Covid que se cobró la vida de Braden. Y agregan que lo más preocupante es que ahora los casos del MIS en niños son mucho más graves que en la primera ola, que ya causó alarma entre padres y pediatras a mediados del año pasado.
“Cada vez ingresan más chicos con MIS-C, pero además el porcentaje de casos realmente críticos es cada vez más alto”, dice la jefa de infectología del Hospital Nacional de Niños de Washington DC, Roberta DeBiasi. Durante la primera ola, alrededor de la mitad de esos pacientes necesitaron cuidados de terapia intensiva, mientras que ahora, dice DeBiasi, ese porcentaje está entre el 80 y el 90 por ciento.
Y se desconocen las razones. El aumento de casos de MIS-C llega después del auge general de casos de Covid que se produjo tras las Fiestas, y al haber más casos de Covid simplemente también hay más chances de que algunos sean graves. Hasta el momento, no hay evidencia de que las nuevas variantes del coronavirus sean las responsables del agravamiento del MIS-C ni hay razones para creer que ambos fenómenos estén conectados, dicen los expertos.
De todos modos, el MIS-C sigue siendo una enfermedad rara. Las cifras más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), hablan de 2060 casos en 48 estados, Puerto Rico y el distrito federal de Columbia, y 30 fallecidos. La edad promedio de los casos es de 9 años, pero se han enfermado desde bebés hasta jóvenes de 20 años. Los datos solo llegan hasta mediados de diciembre y muestran un crecimiento de casos desde mediados de octubre.
Si bien la mayoría de los jóvenes, incluso los muy enfermos, sobrevivieron y volvieron a sus casas en relativo buen estado de salud, los médicos sospechan que podrían tener secuelas cardíacas y en otros órganos.
“La verdad que no sabemos las consecuencias a largo plazo”, dice la doctora Jean Ballweg, directora de trasplante cardíaco infantil del Centro Médico y Hospital de Niños de Omaha, Nebraska, donde entre abril y octubre trataron a unos 15 niños con síndrome inflamatorio multisistémico, un tercio de los cuales estuvo en terapia intensiva. Pero solo en diciembre atendieron 10 casos, dos tercios de los cuales necesitaron terapia intensiva, básicamente, ser conectados a respiradores. “Claramente son enfermos más graves que antes”, dice Ballweg.
Los síntomas incluyen fiebre, sarpullido, ojos rojos o problemas gastrointestinales. De ahí, pueden evolucionar hacia alteraciones cardíacas, como el shock cardiogénico, que se produce cuando el corazón no se contrae lo suficiente para bombear la sangre necesaria. Algunos pacientes desarrollan cardiomiopatía, un endurecimiento del músculo del corazón, o alguna forma de arritmia. La doctora Ballweg dice que un paciente de 15 años de su hospital necesitó un procedimiento que funcionaba como un marcapasos provisorio.
Los hospitales dicen que la mayoría de los pacientes dan positivo para anticuerpos del Covid, lo que indica que tuvieron previamente la infección, pero algunos también dan positivo para una infección activa en curso. Y muchos de los niños habían estado sanos o casi no habían tenido síntomas durante el curso de la enfermedad. La doctora Jane Newburger, del departamento de cardiología del Hospital de Niños de Boston, quien lidera un estudio a nivel nacional, dice que los niños con obesidad y los adolescentes mayores parecen llevarse la peor parte.
Comunidades vulnerables
El 69% de los casos reportados afectaron a jóvenes latinos o negros, que según los expertos responde a factores socioeconómicos que hacen que esas comunidades sean más vulnerables al virus. Pero en el hospital de Omaha, donde el año pasado los primeros casos eran mayormente entre hijos de padres latinos que trabajaban en la industria frigorífica, ahora “es espectro de pacientes es mucho más amplio, y de todas las etnias”, dice Ballweg.
Jude Knott tiene 4 años y estuvo internado 10 días en el hospital de Omaha, donde ingresó con dolor de cabeza, fiebre, vómitos, ojos rojos y aceleración del ritmo cardíaco.
“Fue una montaña rusa”, dice su madre, Ashley Knott, orientadora profesional de una ONG de Omaha que ayuda a adolescentes de pocos recursos.
Para explicarle a Jude que eran esas infusiones de inmunoglobulina intravenosa que los médicos le inyectaban, “le decíamos que le estábamos poniendo sangre de ninjas, para que aprenda a luchar”, dice la madre. Y con las inyecciones de anticoagulantes, que Jude detesta, le decían que iban derretirle la sangre como si fuera helado. “Lo ayudamos a encontrarle sentido a lo que estaba viviendo.”
Ahora Jude pudo reintegrarse a su aula de preescolar, y aunque tiene un poco dilatada una arteria coronaria, está mucho mejor, dice la madre.
“Pero siento que está angustiado, y me preocupa que a los 4 años haya tenido que cargar con estos problemas de adulto.”
Los médicos dicen haber aprendido modos de abordar el síndrome de manera efectiva, un tratamiento que además de esteroides, inmunoglobulina y anticoagulantes, puede incluir antihipertensivos, un inmunomodulador llamado anakinra —usualmente usado para la artritis— y suplemento de oxígeno. Los expertos también dice que algunos hospitales son más afectos que otros al uso de respiradores.
De todos modos, aunque los médicos saben mucho más que antes, a veces el síndrome puede pasar inicialmente desapercibido para los pediatras, porque los primeros síntomas se parecen a algunas dolencias comunes.
Mayson Barillas, de un niño de 11 años, de la localidad de Damasco, estado de Maryland, empezó a sentirse mal el día de Año Nuevo. “Me empezó a doler el estómago, y cuando volví de jugar al fútbol ya tenía fiebre”, recuerda Mayson.
Su madre, Sandy Barillas, asistente médica en un consultorio de salud para mujeres, le dio sales de bismuto y paracetamol. Varios días después, el niño empezó con problemas para respirar, y lo llevaron de urgencia a una clínica.
Allí, la prueba rápida de Covid-19 dio negativo, al igual que la evaluación para estreptococos, gripe y apendicitis. A la madre le dijeron que había sido “como una gripe estomacal”.
Pero al día siguiente, Mayson tenía los ojos hinchados y los labios con ampollas rojas. “Comenzó a desarrollar dolores corporales muy fuertes y ya no podía caminar”, recuerda Sandy, que lo llevó a una sala de emergencias, de donde lo trasladaron al Hospital Nacional de Niños. Allí, los médicos le dijeron que presentaba un shock cardiogénico.
“Fue aterrador”, dice Sandy. “Nunca había oído hablar de este síndrome antes”.
Mayson pasó ocho días internado, cuatro de ellos en la unidad de terapia intensiva. Desde que se fue de alta, tuvo que visitar a un hematólogo, un reumatólogo y un cardiólogo, y por sigue tomando anticoagulantes. La parte más difícil, dice Mayson, estrella del fútbol local, es mantenerse temporalmente al margen de los deportes, como le aconsejan los médicos a la mayoría de los pacientes, al menos durante varios meses.
“La gente no podía creer que le había pasado algo así a un chico sano y tan deportista”, dice la madre.
(Traducción de Jaime Arrambide)
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