“Mirá que te lo podes sacar”: cómo se vivió el primer día sin barbijos en las escuelas porteñas
A partir de hoy, el tapoboca es optativo en las aulas; en los colegios, muchos chicos lo seguían usando por recomendación de sus padres
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Según cuenta Marcela Voulgaris, que es la directora de la Escuela N°4 Provincia de Córdoba, ubicada en el barrio de Palermo, esta mañana cuando izaron la bandera les propuso a los estudiantes un ejercicio sencillo, pero muy simbólico. “Hacer una suelta de barbijos, y algunos estudiantes se lo quitaron y lo tiraron al cielo”, reconstruye. Hoy, por primera vez desde que empezó la pandemia de coronavirus, los alumnos del primario y secundario de la ciudad tienen permitido estar dentro del aula sin tapabocas.
“Hoy llegué y la gran mayoría estaba con barbijo. Se habían enterado de la noticia, pero no se animaban a quitárselo. Obviamente que luego cada chico obedece lo que le pidan los padres respecto del tapabocas, pero para los alumnos la verdad que, si bien se acostumbraron a usarlo, siempre fue algo incómodo”, agrega la directora.
La Capital se convirtió hoy en la segunda jurisdicción, luego de Mendoza, en autorizar a los alumnos a quitarse el barbijo dentro del aula. Por el momento, los docentes y el personal no docente tendrán que seguir usándolo en la escuela. En cambio, en Mendoza los maestros y profesores están incluidos en la flexibilización.
En el distrito porteño ya era optativo el uso del barbijo para los alumnos desde el jardín de infantes hasta tercer grado del nivel primario. Ahora, solo los estudiantes de terciarios o universidades mantendrán la obligatoriedad del uso del tapaboca en los salones.
Descenso de casos
Según voceros del Ministerio de Educación porteño, la decisión se tomó por el marcado descenso de las infecciones diarias y el avance de la vacunación. Desde que empezó el ciclo lectivo, el 21 de febrero pasado, los casos bajaron un 65% en la ciudad.
Además, destacan que todos los docentes y el personal no docente que se inscribió para la vacunación recibió al menos una dosis. El 93% cuenta con el esquema completo y el 81% se aplicó el refuerzo.
En cuanto a los alumnos de 12 a 17 años, indican que el 87% tiene una dosis; el 82%, las dos y el 47%, el refuerzo. Mientras que en el caso de los estudiantes de tres a 11 años, el 72% cuenta con una dosis y el 62%, con el esquema completo.
María Fernanda Ares Sainz es docente de matemática y ciencias sociales en la Escuela Nº4. Dice que le llamó la atención que muchos alumnos optaron por seguir usando el barbijo. “Es por costumbre y, en algunos casos, por lo que les pidieron los padres. En cuanto a nosotros, fue una decepción cuando nos enteramos que los docentes vamos a tener que seguir usándolo, pero por suerte acá tenemos pocos chicos por aula y siempre nos pudimos comunicar bien a pesar de los barbijos”.
Cuestión de costumbre
No muy lejos de ahí, en el colegio privado Islands International School, ubicado en Belgrano, la gran mayoría de los chicos optó por quitarse el barbijo, aunque todavía se ven algunos alumnos que lo siguen usando. La utilización del tapaboca, según las autoridades de la escuela, estará atada a la decisión que tome cada familia.
María, que prefirió no dar su apellido, es la madre de un alumno de quinto grado del Islands. Acaba de dejar a su hijo en la escuela y le señala a LA NACION que, junto con su marido, le explicó que los casos habían descendido y que era seguro quitarse el barbijo, pero que si él se siente protegido usándolo, se lo puede dejar.
“Va a ser un proceso. Los chicos incorporaron la idea de que el otro es un potencial riesgo, porque se pueden contagiar de un virus, y eso no se va de un día para el otro por una decisión del gobierno. Hoy mi hijo me dijo que lo iba a usar, pero, seguramente, si el resto de los compañeritos se lo quitan, él también se lo va a terminar sacando en los próximos días”, argumenta María.
Por su parte, Nicole Antar, docente de prácticas del lenguaje en la primaria y la secundaria del Islands, está contenta con la medida del gobierno porteño porque, según dice, el barbijo generaba muchas interferencias en la dinámica de la clase, porque varios alumnos se lo quitaban una y otra vez.
“A los más chicos los fastidiaba el tapaboca. Muchos se lo querían sacar y había que interrumpir la clase varias veces para pedirles que se lo pongan, pero ellos te decían que tenían calor, que no podían respirar bien, lo que, por supuesto, es entendible. Hoy la gran mayoría llegó sin barbijo. Recién escuché que un alumno le decía a un compañero que tenía el barbijo puesto: ´Mirá que te lo podes sacar´. Y el compañero le respondió: ´Eso depende de lo que te digan tus papás’”, relata Antar.
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