Milei y sus perros: si tan solo miráramos a los animales de nuestros políticos
Aquellos que intentamos proteger a los animales dedicamos una parte de nuestro tiempo a identificar personajes públicos que tengan una especial sensibilidad hacia ellos. Vivimos atentos a quienes demuestren su empatía y que, a su vez, cuenten con espacios de poder, desde donde puedan actuar en su favor, amén de que sean constructivos ejemplos a seguir. Si son políticos, mejor. Ellos tienen la posibilidad de presentar planes de gobierno con respecto a la educación, y crear proyectos de ley en su favor para presentar y debatir en el Congreso. La última ley contra el maltrato animal, la Ley Sarmiento, es, sí, como leemos, de la época de Sarmiento.
Durante el último gobierno, no hemos contado con demasiada fortuna. A pesar de que en el caso de Alberto Fernández se habló más de su perro collie Dylan que del mismísimo Presidente, no escuché a un solo proteccionista asociarlo con la empatía hacia el resto de los comunes mortales (perros). ¡Dylan contó con demasiados privilegios durante la pandemia! Por no recordar a la pequeña caniche toy, Cleo, “Cleopatra”, de la actual vicepresidenta.
Lo cierto es que los animales, y lo que hacemos con ellos, nos reflejan. En el caso de los animales domésticos, solemos proyectar anhelos o carencias, homenajear a nuestros ídolos del pasado o actuales, y ¡tanto más! En las razas que elegimos y en cómo los nombramos solemos desenmascararnos, a veces inocentemente.
En los últimos días, el recuerdo de Conan, el bárbaro, ocupó las portadas de los diarios. ¿Pero quién es Conan? Conan es un héroe bárbaro que vivió en nuestro mundo, pero en una época fantástica, la Era Hiboria, comprendida entre los años del hundimiento de Atlantis y los de las migraciones de los arios. Pobladas de demonios y brujos, las historias de Conan pueden clasificarse como parte del género de fantasía heroica.
La raza de Conan, el mastín inglés de Javier Milei, uno de los candidatos a presidente de la Argentina, es considerada una raza molosa (casta de perros procedentes de Molosía); “lo que el león es para un gato, así es el mastín comparado con un perro”, se decía el siglo XVIII. El mastín fue usado como un gladiador en las arenas de los romanos, en el deporte sangriento de combate contra toros, osos y otros perros antiguos, perros de pelea de los romanos, y asociados a los mastines napolitanos.
Hasta aquí, y si siguiéramos con la experiencia de los renombrados Dylan y Cleo, podríamos imaginar algunas de las características o futuras acciones del candidato. Pero si a ello le sumamos que Conan, el del candidato Javier Milei, es un animal que murió en el año 2017, que en ocasión de alguna de sus conferencias se le reserva una silla vacía, que es consultado a través de una médium acerca de nuestro futuro y de los posibles candidatos para formar un equipo de Gobierno, estaríamos superando ampliamente a Dylan y a Cleo.
Pero como si esto fuera poco, Conan fue clonado antes de morir. El resultado de dicha clonación son los “nietos” de Javier Milei, a los que también se les reserva la primera fila en determinadas ocasiones. De Conan se hicieron seis clones. Uno murió. Quedan cinco: los cuatro con nombres de economistas y uno llamado Conan, como el original.
La clonación de animales es controvertida. Como mínimo, en muchos casos, es considerada un atentado a la bioética. Si reflexionamos acerca del respeto, empatía y compasión genérica hacia los animales, la clonación no estaría incluida dentro de las elecciones de los que así sentimos y pensamos. El método sería complejo y largo para explicar, pero lo cierto es que una vez que el embrión llega a una fase conocida como blastocisto, es transferido al útero de otra hembra, a la que previamente se habrá puesto en contacto con machos vasectomizados.
Así, se favorece la implantación, pero no siempre es posible y, si ocurre, no todas las preñeces llegan a término. Se requiere una gran cantidad de perros dedicados a este único fin, amén de que cantidades de clones nunca llegan a nacer o mueren muy jóvenes.
Ay... si tan solo miráramos a los animales de nuestros candidatos...
*La autora es presidenta de la Fundación Zorba para la Protección de los Animales y autora de Aullidos en el Viento
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