Microdosis de hongos: de los rituales clandestinos a la evidencia médica, la terapia con alucinógenos ya está en la Argentina
Paciente con trastornos de ansiedad, depresión o alimenticios recurren a tratamientos con psilocibina, una sustancia alucinógena que se obtiene de ciertos tipos de hongos; qué dicen los expertos médicos del fenómeno
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Una manta azul reposa sobre el piso del balcón. El poder del ahora, de Eckhart Tolle, unos auriculares rosas, un cuaderno y un lápiz negro, esperan ser utilizados en el ritual de todas las mañanas. Alrededor de la manta hay velas de todos los tamaños y colores.
Son las nueve de la mañana de un jueves. Lucrecia Ferragni sale al balcón. En una mano sostiene una caja transparente llena de cristales y piedras, en la otra un pastillero de metal. Se sienta en la manta, se pone los auriculares y escucha música relajada para meditar. Son 20 minutos los que pasa en la misma posición: espalda apoyada en el vidrio y las piernas cruzadas, cada pie ubicado encima del muslo opuesto.
Lucrecia, de 29 años, vive sola en una casa de La Horqueta, en San Isidro. Hace dos meses que comenzó un nuevo tratamiento. Su psicóloga le diagnosticó ansiedad pero, antes de derivarla a un psiquiatra, le recomendó probar un tratamiento alternativo: tomar microdosis de hongos. “Ella me recomendó una microdosis de hongos. Empecé a tomarlas porque venía de un año en donde había desarrollado mucha ansiedad, pensamientos negativos, mucho estrés. En mi cabeza creía que todo estaba mal, aunque muchas de las cosas estaban bien”, dice
“La psilocibina es una sustancia que producen hongos del género psilocybe y que son los conocidos como cucumelos. Su cultivo, venta y distribución no está autorizada en la Argentina, pero son hongos que crecen naturalmente, con lo que su restricción es dificultosa. Hay algunos estudios que demuestran que la psilocibina pudiera ser efectiva como el tratamiento para algunas enfermedades psiquiátricas como la depresión, la ansiedad, los trastornos obsesivos compulsivos. Pero básicamente con depresión se han tratado”, explica Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández y profesor de Toxicología de la UBA.
Sergio Grosman, médico psiquiatra y presidente del capítulo Psicoterapias de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) advierte: “Los psicólogos no están profesionalmente habilitados para recetar medicamentos, independientemente de que sean de origen vegetal o químico. Y ningún profesional de la salud que no esté llevando adelante en un protocolo de investigación autorizado puede indicarla, ya que es una sustancia de uso ilegal”.
En la Argentina y en la mayoría de los países es ilegal la posesión, la venta, el transporte de los hongos alucinógenos, del género psilocybe, o de otros hongos que generan modificaciones en la conducta y en la cognición. Sin embargo, en algunos países está cambiando esto: hace dos semanas, Australia se convirtió en el primer país que permite el uso de medicamentos que contengan las sustancias psicodélicas psilocibina, presente en los llamados hongos alucinógenos. La Administración de Bienes Terapéuticos de ese país emitió un comunicado en el que permite que la sustancia sea prescrita por “psiquiatras específicamente autorizados para el tratamiento de algunas dolencias de salud mental”.
Cápsula y pastillero
Los minutos de relajación terminaron. Lucrecia agarra el pastillero y se lleva a la boca una cápsula de psilocibina:
—Ya entré en modo micro — explica, mientras masajea los cristales con la mano.
Cada ritual para tomar la microdosis de psilocibina es distinto. No hay una sola manera de seguir esta terapia. Algunas personas toman la cápsula sin hacer ningún ritual. Otras buscan la mejor secuencia para “entrar en modo micro”: escuchar música, encender velas, escribir los pensamientos, tocar cristales o simplemente descansar en silencio.
Luego de tomar la microdosis, Lucrecia se recuesta en la manta y permanece con los ojos cerrados durante otros 20 minutos. Acto seguido, vuelve a sentarse y comienza a tomar nota en su cuaderno: “No puedo estar mejor”, “Siento mucha paz”, “Todo está bien y todo va a estar bien”, “Hago lo que puedo”, “Ideas, tengo muchas ideas para mis diseños”, son algunas de las frases sueltas que escribe.
Según indican los expertos, cuando una persona toma microdosis de psilocibina, los efectos se deberían ver en lo cognitivo, que tienen que ver con la conducta y la salud mental: se busca que mejore el estado de ánimo, la concentración.
“Coloquialmente, la microdosis tiene que ser el 10% más o menos del consumo de la dosis completa. En psilocibina son dosis menores a 0,3 gramos o 0,4 gramos. Con esa dosis uno lo que debería sentir es nada, no debería haber alteración en ningún sentido”, explica Federico Cavanna, licenciado en psicología, que actualmente está trabajando en analizar los efectos agudos del consumo de psicodélicos en contexto natural y ecológico.
“Como uso, está bastante emparentado con el uso de inotrópicos y la idea es que justamente uno potencie ciertas capacidades cognitivas con la microdosis: que uno se vuelva un poco más creativo, más comunicativo, que tenga un mejor estado de ánimo, y no tener un viaje psicodélico”, dice Cavanna.
“No tiene que haber ningún tipo de modificación en ninguna percepción de los sentidos: ni vista, ni gusto, ni olfato, ni sentir más sensible la piel o cosas así. Por definición no podría pasar nada de eso”.
El presidente del capítulo Psicoterapias de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) afirma que la información científica sobre qué hacen las microdosis repetidas a largo plazo es escasa: “No podemos afirmar ni que haga bien ni que haga daño. Sólo que toman este alucinógeno y que sus efectos no han sido comprobados, lo cual es lo mismo que decir que el efecto es impredecible”.
Con la luz del sol dándole en la cara, Lucrecia sonríe y suspira:
—Este es mi pequeño ritual. De esta manera empiezo los días que tengo que realizar la toma —cuenta, mientras ordena el escenario que armó para meditar.
¿Cómo se toma la microdosis de psilocibina?
Hay dos protocolos para tomar microdosis de psilocibina: el de Stamets, que consiste en tomar cuatro o cinco días seguidos y pausar dos días por la mañana, en general en ayunas; y el de Fadiman, un día sí, dos días no, y así sucesivamente. Los especialistas aseguran que debe haber pausas entre las tomas para que no se saturen los receptores y deje de hacer efecto.
Lucrecia empezó con esta terapia hace dos meses. En tres días finaliza su tratamiento y asegura que su forma de percibir el mundo cambió rotundamente.
“Seguí todas las recomendaciones que me dio la psicóloga y la facilitadora. Hace unas semanas, llegaba a la sesión de terapia llorando, ahora no puedo estar mejor, le veo el lado positivo a todo”, dice.
Las recomendaciones que dan algunos especialistas son: tener una dieta 100% vegana o vegetariana; no comer procesados, no tomar alcohol, no fumar tabaco. “El objetivo es tener una vida totalmente saludable, porque tomar alcohol, tener malos hábitos de sueño o salir de fiesta todos los días, genera energías totalmente contrarias a lo que se busca con la psilocibina”, explica una facilitadora, que no quiso revelar su identidad para no tener problemas legales.
“Las personas que se embarcan en este proceso de sanación deben estar conectados con los hongos. Deben poner todas sus fuerzas en el tratamiento y estar comprometidos con el proceso, creer más que nunca en que todo va a mejorar”, agrega la mujer, de 40 años, que estudió psicología en la Universidad Católica Argentina y se dedica a la terapia floral hace más de 10 años.
Según explica la facilitadora, el ritual para tomarlos debe ser sagrado: “Uno tiene que elegir de qué manera se va a sentir más cómodo. Puede ser escuchando siempre la misma canción, escribiendo los pensamientos que se le crucen por la cabeza, pintando, entre otras formas de expresarse”.
¿Puede la psilocibina generar dependencia?
“La psilocibina es una sustancia difícil de generar dependencia. Si bien es una sustancia alucinógena, capaz de provocar un síndrome alucinógeno, e incluso enfermedades graves (si bien son raras, puede provocarlas), el grado de dependencia que generan es muy bajo. Esto tiene que ver con el tipo de cuadro porque es muy raro que alguien utilice una dosis alucinógena todos los días”, dice el doctor Damin.
“Farmacológicamente hablando, la psilocibina no es una droga que genere dependencia, a comparación de la cocaína, que sí genera la necesidad de volver a consumir –ejemplifica Cavanna–. Después, conductualmente hablando, una persona puede volverse dependiente básicamente de cualquier cosa. Una adicción no farmacológica muy habitual es la adicción al juego”.
En este sentido remarca: “En ninguna dosis genera algún tipo de adicción, ninguno de los psicodélicos o al menos los clásicos, LSD, Psilocibina, ayahuasca. Hay estudios que se utilizan justamente para intentar entender cuál es el uso terapéutico en la cesación de las adicciones con psilocibina o la ayahuasca”.
¿Por qué la gente consume microdosis de hongos?
“Hay mucha gente que consume microdosis para ir a trabajar, para tener capacidad de resolución de problemas, programadores o gente de desarrollo de software, gente de negocios que tienen que tener una reunión. Hay mucho reporte de gente que busca poder desarrollarse mejor en el ámbito profesional”, explica Cavanna.
Y agrega: “Esos son los efectos esperables cuando la dosis es la correcta. No solo importa la dosis, sino también la cantidad de tiempo que se toma. No es como una aspirina que en general la tomás una vez, se te va el dolor y ya está”.
Según indica la facilitadora, muchos psicólogos que atienden a personas con cuadros de depresión, ansiedad o trastornos alimenticios recomiendan a sus pacientes tomar microdosis de hongos mientras continúan haciendo terapia.
“Yo solo trabajo con pacientes que están bajo un tratamiento psicológico. No le vendo a personas para uso recreativo –dice la facilitadora dedicada al comercio y cultivo de hongos–. Me compran muchas chicas con problemas de alimentación como la anorexia, la bulimia, o personas de todo tipo de edad que tienen ansiedad”.
Por su parte, Cavanna cuenta: “Lo que suelo ver es que el consumidor quiere un tratamiento novedoso, sobre todo porque no recibió buenos tratamientos en el pasado. Empiezan a buscar tratamientos alternativos, como el tratamiento con microdosis o con psicodélicos”.
“[Los terapeutas muchas veces] no saben qué hacer con los pacientes que no responden a los fármacos o a la demanda del paciente que quiere tomar un psicodélico porque leyó que hace bien y acceden o se dejan seducir por eso”.
Fernando Niniva (no es su apellido real) es médico especialista en psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Hace más de 22 años que tiene experiencia en el uso de microdosis de ayahuasca, wachuma y psilocibina.
“Lo indicamos para la ansiedad, la depresión, las adicciones leves, el deterioro cognitivo leve, trastornos obsesivos, distimia, fobias, falta de deseo sexual. También para aumentar la energía, el optimismo, la creatividad y la concentración, modificar patrones de conducta y creencias”, describe.
Y advierte: “Siempre en el marco de un proceso psicológico”.
¿Falta evidencia?
“La evidencia no es concluyente y no es suficiente para que alguien, un profesional de salud mental o un paciente tome la decisión de no utilizar un tratamiento de primera línea, que son los más estudiados y los más eficientes disponibles en el momento”, sostiene Cavanna.
Grossman concuerda con que la información científica sobre que producen las microdosis repetidas a largo plazo es escasa. “No podemos afirmar ni que haga bien ni que haga daño. Sólo que sus efectos no han sido comprobados, lo cual es lo mismo que decir que es impredecible”, dice.
Y explica: “Las investigaciones existentes muestran que muchas personas que toman microdosis no identifican ningún efecto ni a corto ni a largo plazo y que, en las que sí lo identifican, es probable que el efecto se deba a su expectativa positiva de lograr algo y no a la sustancia en sí”.
Niniva afirma que representan una alternativa a la medicina tradicional que resulta beneficiosa para pacientes que no hallan alivio a sus problemas en los fármacos convencionales. “Del 100% de personas con depresión, la farmacología disponible puede tratar entre el 60% y el 70% porque hay muchas depresiones resistentes al tratamiento”, sostiene.
En este sentido, asegura que la microdosis tiene un efecto antidepresivo eficaz: estimula los receptores de serotonina, reduce la angustia psicológica, aumenta la concentración, la energía y la creatividad. Y remarca una diferencia con la medicina tradicional: “Contrario a los fármacos antidepresivos, no bloquea las emociones, no tiene alteraciones metabólicas, no perturba el deseo sexual; por el contrario, lo potencia, y ayuda a salir de la zona de confort”.
A pesar del poder curativo que asegura que tienen estas sustancias, Niniva admite que la microdosificación no es para todo el mundo, menos aún sin el control de un profesional de la salud y de la investigación de los efectos de este tipo de sustancias. “No damos microdosis a pacientes con psicosis, esquizofrenia, paranoia o trastornos de personalidad severos. En esos casos, preferimos usar otro tipo de tratamientos”, advierte.
Algunos de los especialistas aseguran que la psilocibina como sustancia terapéutica está en experimentación y que los datos que surgen de esas investigaciones son interesantes, por lo que abre las puertas para seguir investigando.
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