Mi psicólogo es un bot: las terapias digitales encienden la polémica
En Estados Unidos, empresas como Woebot aseguran que la IA podría ser la solución para la escasez de servicios de salud mental accesibles para toda la población
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Entiendo que estás teniendo un problema de relación, ¿es así?”
Sí.
“Okey, qué bueno que hayas decidido trabajar en eso. Tengo buenas y malas noticias… ¿Cuáles preferís primero?”.
Las buenas.
“La buena noticia es que tengo herramientas muy poderosas y te las puedo enseñar. ¡Son herramientas que ayudaron a un montón de gente a construir mejores relaciones!”.
¿Y las malas?
“La mala noticia es que tendrás que aceptar el 100% de la responsabilidad por cambiar esa relación”.
¿Por?
“Porque solo tenés control sobre tu parte de la relación, y no sobre la otra”.
Esta conversación parece típica de una sesión de terapia convencional, pero en este caso estuvo dirigida por Woebot, un bot de charla terapéutica donde el diván del psicólogo ha sido reemplazado por la pantalla del celular.
La aplicación se presenta a sí misma como una terapia automatizada cuando la opción de un terapeuta real resulta económica o logísticamente inviable. Por otra parte, la demanda de terapeutas no para de crecer.
Durante la pandemia, alrededor de 4 de cada 10 adultos de Estados Unidos reportaron síntomas de ansiedad o depresión, según la Fundación Familia Kaiser. Las autoridades sanitarias del gobierno norteamericano, por su parte, han advertido sobre una escasez crítica de psicoterapeutas y psiquiatras. Según la agrupación Salud Mental en Estados Unidos, el año pasado casi el 60% de los norteamericanos con problemas mentales no recibieron tratamiento.
Woebot Health dice que la pandemia hizo crecer la demanda de sus servicios. La cantidad de usuarios que recurren diariamente a la aplicación se duplicó y actualmente son decenas de miles, dice Alison Darcy, psicóloga, fundadora y presidenta de la compañía.
Ayuda, se necesita
La atención digital de la salud mental se ha convertido en un negocio megamillonario y existen más de 10.000 aplicaciones ad hoc, según estimaciones de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Los servicios que ofrecen esas aplicaciones van desde la meditación guiada (Headspace) y monitoreos de ánimo (Moodkit) hasta terapia de texto a cargo de terapeutas matriculados (Talkspace, BetterHelp).
Pero Woebot, lanzada en 2017, es una de las pocas aplicaciones que usan inteligencia artificial para desplegar los principios de la terapia cognitivo-conductual, una técnica bastante común que suele usarse para tratar la ansiedad y la depresión. Woebot usa procesamiento del lenguaje natural y respuestas aprendidas para generar una mímica de conversación. La aplicación recuerda las sesiones pasadas y ofrece consejos sobre estrés, preocupaciones diversas y problemas para dormir.
“Si podemos cumplir alguna de las funciones que cumple el humano, entonces podremos extender realmente su uso y así reducir la incidencia del sufrimiento en la población”, dice la doctora Darcy.
Casi todos los psicólogos y académicos concuerdan con Darcy en el diagnóstico del problema: no hay suficiente atención mental accesible para todos los que la precisan. Pero están divididos en cuanto a la solución: algunos dicen que en determinados contextos la terapia “robotizada” puede funcionar, mientras que otros consideran que el concepto mismo es paradojal e inconducente.
Hannah Zeavin es autora de un libro de inminente publicación, La distancia de la cura: una historia de la teleterapia, y dice que el sistema de salud está tan destruido “que es totalmente lógico que haya margen para fenómenos disruptivos”.
Que Woebot use la terapia cognitiva-conductual (TCC) tiene su lógica, tanto desde el punto de vista práctico como filosófico. A diferencia de formas de la psicoterapia que sondean en las causas de raíz de los problemas psicológicos, la TCC se propone ayudar al paciente a identificar las distorsiones del modo de pensar y a entender los efectos negativos que tiene esa forma de pensar en sus comportamientos
Pero señala que no todas las disrupciones son iguales. Para Zeavin, la terapia automática es “una fantasía”, que apunta más a ser accesible y divertida que a lograr cambios que mejoren la vida de la gente. “Somos animales extremadamente confesionales: le contamos todo hasta a un robot”, dice Zeavin. “Pero cuidado: confesarse y recibir atención de salud mental no son equivalentes”.
Que Woebot use la terapia cognitiva-conductual (TCC) tiene su lógica, tanto desde el punto de vista práctico como filosófico. A diferencia de formas de la psicoterapia que sondean en las causas de raíz de los problemas psicológicos, la TCC se propone ayudar al paciente a identificar las distorsiones del modo de pensar y a entender los efectos negativos que tiene esa forma de pensar en sus comportamientos. La TCC aspira a aliviar los síntomas de ansiedad y depresión modificando patrones de autoboicot. Y como es una terapia orientada a generar herramientas, muchos expertos creen que puede ser aplicada, al menos en parte, por un algoritmo.
“Es fácilmente adaptable a un entorno digital, donde la gente puede asimilar esos conceptos y poner en práctica los ejercicios que los ayudarán a pensar más racionalmente”, dice Jesse Wright, un psiquiatra que estudia las formas digitales de la TCC y director del Centro de Investigaciones de la Depresión de la Universidad de Louisville.
Límites y alcances
Wright agrega que hay decenas de estudios que demuestran que los algoritmos informáticos pueden conducir perfectamente el proceso de terapia cognitivo-conductual estándar de una persona, con resultados similares a los que se obtienen con un terapeuta. Por lo general, esos programas tienen una duración y un número de sesiones determinado y requieren la orientación de un terapeuta humano.
Pero la mayoría de las aplicaciones para teléfonos inteligentes, advierte Wright, no funcionan de esa manera. Las personas tienden a usar las aplicaciones de terapia por períodos breves y fragmentados, sin supervisión profesional. Y algunas conversaciones automatizadas pueden resultar incómodas y frustrantes cuando el bot no capta el sentido exacto de lo que quiere decir el usuario.
John Torous, director de psiquiatría digital del Centro Médico Beth Israel Deaconess, Boston, dice que los bots terapéuticos pueden llegar a ser prometedores, pero le preocupa que se implementen demasiado pronto, antes de que la tecnología alcance a la psiquiatría. “No hay manera de predecir quién responderá al tratamiento y quién no, a quién le funciona y a quién no le funciona”.
De hecho, dice Torous, corremos el riesgo de que estas nuevas aplicaciones retrasen otros avances digitales en salud mental: “No sea cosa que terminemos perdiendo toda credibilidad y confianza por prometer algo que hoy ninguna máquina ni programa puede cumplir”.
Otros profesionales de la salud mental directamente dicen que una máquina no puede dar terapia, porque un tratamiento eficaz implica mucho más que desarrollar habilidades cognitivas. Es necesaria una conexión de persona a persona. “Estas aplicaciones disimulan la ausencia de un ingrediente esencial de toda terapia efectiva, que como lo demuestran toneladas de evidencia, es la relación terapéutica”, dice Linda Michaels, terapeuta de Chicago y copresidenta de la Red de Psicoterapia en Acción, una agrupación de profesionales de la salud mental.
La doctora Darcy, creadora de Woebot, dice que un bot bien diseñado puede formar un vínculo terapéutico y empático con sus usuarios. De hecho, recientemente su compañía publicó un estudio que dice confirmarlo. El estudio es un relevamiento de treinta y seis mil usuarios de Woebot que respondieron con comentarios como “Creo que a Woebot le caigo bien” o “Siento que Woebot me aprecia”.
Para Sherry Turkle, psicóloga clínica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y experta en relaciones con la tecnología, esa supuesta evidencia es irrelevante. Para que la terapia sane, dice, el terapeuta debe tener experiencia de vida y capacidad de empatizar con el dolor de un paciente, cosas que una aplicación es incapaz de hacer: “Estás generando un vínculo con algo que no sabe que se está vinculando con alguien”.
En su sitio web, Woebot promete “automatizar tanto el proceso como el contenido de la terapia”, pero la doctora Darcy tiene cuidado de no calificar a Woebot como un tratamiento médico o siquiera como una terapia formal. Por el contrario, dice Darcy, el bot ofrece “terapia digital”. De hecho, la versión actual y gratuita de Woebot no está sujeta a la estricta supervisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), porque pertenece a la categoría de producto de “bienestar general”.
Pero Woebot quiere ir por más: con 22 millones de dólares de capital de inversión de riesgo en mano, la empresa quiere autorización de la FDA para desarrollar su algoritmo para el tratamiento de dos diagnósticos psiquiátricos, la depresión posparto y la depresión adolescente, y luego vender el programa a los sistemas de salud.
Y es ahí donde Woebot espera embolsar dinero, utilizando su ventaja práctica sobre cualquier terapeuta humano: el alcance.
Mientras que otras empresas de terapia virtual, como BetterHelp o Talkspace, tienen seguir reclutando terapeutas humanos que se sumen a sus plataformas, las aplicaciones de IA pueden aceptar nuevos usuarios sin tener que pagar mano de obra adicional. Una de las ventajas de un terapeuta artificial o “agente relacional”, como lo llama Darcy, es la disponibilidad durante las 24 horas del día.
Un futuro posible
Para que Woebot pueda intervenir en un diagnóstico o tratamiento médico necesita de la aprobación de la FDA, que debe asegurarse de que la aplicación pueda cumplir lo que promete y no causar daños, dice un vocero de la FDA. Uno de esos posibles daños, aclara, es que una persona con problemas de salud mental “pierda la oportunidad” de obtener un tratamiento más eficaz, o demore más en conseguirlo. “Las consecuencias de ese retraso sería motivo de preocupación para nosotros”, afirman desde la agencia estatal. Y algunos especialistas señalan que la inteligencia artificial puede ser problemática de otras formas; por ejemplo, los bots podrían terminar traduciendo prejuicios raciales y de género, o suscitar violaciones de la privacidad.
No obstante, hasta algunos escépticos creen que, guiada por humanos, la terapia automatizada tiene potencial de complementar el sistema de salud mental, siempre que esté acompañado de investigaciones serias. ”A medida que ese mercado crezca, las aplicaciones empezarán a competir y serán mejores”, dice el doctor Torous. “Así que mejor esperar y no criticar de entrada a los que buscan innovar y aportar algo nuevo.”
Darcy dice que la idea no es reemplazar a los terapeutas humanos por bots: ella cree que ambos son necesarios. “Cada vez que tenés hambre no vas a un restaurante cinco estrellas. A veces con un sándwich alcanza”, dice Darcy. “Woebot es un sándwich, y de los buenos”.
Traducción de Jaime Arrambide
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