Mi primer día de clases
Antes y después: los útiles y los hábitos cambiaron año tras año; crónica del inicio de clases a lo largo del tiempo
En mis años escolares solía llevar mis útiles en un portafolio. Era grande, aparatoso, pesado, y no me gustaba mucho. A veces se trababa y otras se abría sin mi consentimiento, y no resultaba muy práctico. Si estaba segura de que nadie me veía dejaba que se deslizara por los escalones para no tener que cargarlo, haciéndome la distraída. Las mochilas no existían en aquellos tiempos, así que no tenía otra opción.
Es frecuente que el comienzo de clases despierte distintas sensaciones: para algunos, entusiasmos, excitación; para otros, ansiedad, incertidumbre y hasta insomnio. ¿Cómo serán los nuevos maestros? ¿Haremos más amigos? ¿Nos tocará el aula del primer piso, la más linda, o terminaremos confinados en aquella del fondo del pasillo? El día anterior armamos la cartuchera, la guardamos en nuestra flamante con rueditas, y nos sentamos a mirarla pensando en todos estos acontecimientos que nos deparará el día siguiente.
Los maestros no están al margen de los emociones fuertes: Roberto Otermin, de 80 años, recuerda sus tiempos como maestro y luego como director de la Escuela rural N 6 del Paraje "El Mirasol" , Mercedes, Pcia. de Buenos Aires.
Corría 1951. Desbordante de entusiasmo el reciente egresado de la Escuela Normal de Mercedes se dirigió al lugar donde había sido nombrado. Al llegar, se encontró con un panorama bastante desolador: la escuela estaba abandonada, no tenía mástil ni baños y los salones estaban muy deteriorados. Recibido por un grupo de alumnos de diferentes edades, fue un instante de emoción y desilusión: la escuela lo había formado pero no le había dado las herramientas para enfrentarse con esa realidad. Respiró hondo y logró salir airoso de la situación. Y al parecer también logró mantener intacta su pasión, porque ejerció la docencia por más de treinta años. Muchas anécdotas recorren su memoria. Recuerda en que día que les dijo a sus alumnos: "Saquen una hoja, haremos una composición tema libre". Al rato un alumno le entregó una hoja donde decía: "Tema libre: significa que el tema es libre, que es libre pero que no le tema".
En 1976, Susana Magnano, al frente de un 5to grado en la Escuela Nº 38 de Moreno, estaba muy nerviosa: era la primera vez que daba clases. Decidió ir al baño, y entró en uno sin darse cuenta de que no tenía picaporte. Se quedó encerrada y grande fue la sorpresa de todos sus alumnos que la esperaban en el patio para conocer a su nueva maestra. La encontró, por suerte, la portera, al terminar el acto. "¡Señorita! ¿Qué hace en el baño? ¿Acaso no sabe que no funciona el picaporte?", la regañó la mujer.
Claudia López, maestra de nivel inicial, encontró en una oportunidad que la realidad social muchas veces supera lo planificado para una clase. La propuesta era recrear y jugar al supermercado. Para esto se armaron los estantes, había cajeras, repositores, mercadería, carteles, precios. De repente, al dar por iniciado el juego, aparecieron dos ladrones en la escena. Eran dos nenes que habían hecho armas con ladrillos de juguete y se decidían asaltar el supermercado. Para ellos era algo habitual convivir con la inseguridad.
El anecdotario podría no tener fin. Porque empezar el cole será siempre un momento que quedará grabado en la memoria de los protagonistas. Un momento único. E irrepetible.
Post recuperado del blog de LA NACION, Archivoscopio, publicado el 01/03/10.
Créditos fotográficos: Antonio Montano, Andrea Knight, Facundo Basavilbaso, Museo Pedagógico Andaluz
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