Meta 30x30: los avances y desafíos del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal
A seis años de la fecha pautada, los países alrededor del mundo están lejos de cumplir con su compromiso con los objetivos de conservación
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Más de 45.300 especies están bajo amenaza de extinción, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esto significa que alrededor del 28% de las especies analizadas a nivel global están amenazadas. Durante estas semanas los 196 participantes de la decimosexta Conferencia de las Partes (COP 16) se reúnen en Cali, Colombia, para discutir la implementación del Tratado de Kunming-Montreal que se creó en la COP 15 del 2022 y el financiamiento para completar sus objetivos.
El Marco Mundial Kunming Montreal busca crear un planeta en armonía con la naturaleza. Su misión es implementar medidas urgentes para revertir la pérdida de biodiversidad, asegurar el beneficio equitativo de todas las poblaciones mediante el uso sostenible de la naturaleza y proporcionar los medios que se requieren para su implementación.
Presenta cuatro grandes objetivos a largo plazo para 2050, alineados con los objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y 23 metas para el 2030. En esencia, los cuatro principales objetivos son: aumentar la superficie de los ecosistemas y detener la extinción de especies, gestionar de manera sostenible el uso de la naturaleza, compartir de forma equitativa los beneficios con los pueblos indígenas y comunidades locales, y lograr el acceso equitativo de todas las Partes a medios de implementación adecuados.
La tercera meta es conocida como la meta 30x30 porque busca proteger el 30% de las zonas terrestres, las aguas continentales y las aguas costeras y marinas del planeta para el año 2030. Su foco es la protección de zonas esenciales para la biodiversidad y los servicios ecosistémicos a través de la gestión de áreas protegidas ecológicamente representativas y equitativamente gobernadas.
Además de conservar paisajes, desarrollar el turismo y proveer servicios ecosistémicos, como la prevención de inundaciones o los sumideros de carbono, las áreas protegidas son espacios clave. Así lo asegura Hernán Casañas, director ejecutivo de Aves Argentinas: “Son de fundamental importancia en la conservación del patrimonio natural y cultural, resguardan especies y conectan los ambientes naturales para que las especies se dispersen”. En la misma línea, Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina agrega: “Es importante la conectividad, que no haya un corte ‘directo’ entre un área protegida y un área totalmente desprotegida, para que haya intercambio entre las especies protegidas”.
En la Argentina, hay 577 áreas que integran el Sistema Federal de Áreas Protegidas (SIFAP). De estas, 504 son provinciales y 73, nacionales bajo la jurisdicción de la Administración de Parques Nacionales. Aún así, el 30% todavía está lejos. Las áreas protegidas terrestres actualmente equivalen al 16,61% del territorio nacional continental mientras que las marinas representan el 7,11% de la plataforma submarina. Según Jaramillo, junto al financiamiento, el principal desafío es que más del 95% de los territorios son privados. “Hace difícil la creación de grandes áreas protegidas públicas, que son las que impactan más en la conservación”.
Casañas y Ana Di Pangracio, directora ejecutiva adjunta de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), añaden la dificultad de identificar los sitios. “Cada vez quedan menos lugares para conservar que sean ecológica y ambientalmente funcionales, que resguarden poblaciones y ambientes en buen estado de conservación; por eso el tiempo apremia”, lamenta Casañas. Mientras que Di Pangracio describe cómo muchas de las áreas protegidas se crean en zonas que no son las más valiosas porque tienen menos conflictos, en lugar de buscar conservar las indispensables.
Otro aspecto importante de la meta 30x30, es la integración del público, la conservación inclusiva. Según Casañas, las mejores áreas protegidas son las que surgen de consensos entre comunidades, gobiernos y organizaciones. “Las nuevas áreas protegidas tienen que ser producto de la participación pública, asegurando buenas formas de gobernanza”, opina el director de Aves Argentinas. Jaramillo agrega: “Es necesario que se articule con los pueblos indígenas y las comunidades locales, para que el proceso sea siempre con la gente, para la gente y no contra la gente”.
Con solo seis años para 2030, aún queda un largo camino por recorrer. Según el Informe Planeta Vivo, las zonas protegidas cubren el 16% de la superficie terrestre del planeta y el 8% de los océanos. En el marco de la COP16, se espera tratar la actualización de las Estrategias Nacionales de Biodiversidad y Plan de Acción (Enbpa), es decir, las hojas de ruta que los gobiernos deben proponer al CDB para alinearse a los objetivos de Kunming-Montreal. Sin embargo, solo 35 de los 196 países lo entregaron.
En Latinoamérica, Susannah Mohamad, ministra de ambiente de Colombia, publicó el Plan de Acción de Biodiversidad de Colombia al 2030 que pretende aumentar solo un 10% de las áreas protegidas. Brasil, en cambio, abandonó objetivos relacionados a las áreas protegidas, para invertir en soluciones basadas en la naturaleza y la resiliencia frente a la crisis climática. En Europa, el Parlamento Europeo resume: “Hasta ahora, el progreso hacia el logro de las metas ha sido variable: algunos objetivos recibieron una acción enfocada y colaborativa, pero muchos de los objetivos más generales y algunos cuantificables parecen haber logrado pocos avances y falta de apoyo institucional coordinado”.
La Argentina se comprometió a enviar la Enbpa para la COP, pero por el momento no la presentó. Aún así Daniela Gomel, especialista en políticas públicas y gobernanza de Fundación Vida Silvestre Argentina, y Di Pangracio confirman que la Comisión Nacional Asesora para la Conservación y Utilización Sostenible de la Diversidad Biológica (CONADIBIO) envió a Cancillería un borrador avanzado de la propuesta del cumplimiento de la meta 30x30 a tiempo. Gomel advierte que el documento no establece plazos sobre cómo se va a lograr ese 30%, no incluye metas intermedias para monitorear su avance y no incluye una metodología para medir la efectividad.
El texto indicaría que el país ronda el 28% entre las áreas protegidas y otras medidas efectivas de conservación (OMEC), como las reservas naturales privadas, las reservas de la defensa, los territorios de pueblos indígenas, entre otras. Pero Di Pangracio nota que se debe revisar cómo se compone ese porcentaje, porque áreas como las vedas de pesca y las zonas rojas y amarillas de bosques deben cumplir con los estándares de la UICN para constituir realmente una OMEC.
La actualidad del Marco Kunming-Montreal trae a memoria las antiguas Metas de Aichi que los países de la CDB habían firmado en la COP10 de Japón 2010, pero que no lograron cumplir. Al igual que Kunming-Montreal, Aichi proponía 20 metas agrupadas en cinco grandes objetivos para cumplir antes del 2020. Entre ellas, la meta 11 era casi idéntica a la 30x30 actual: buscaba que el 17% de las zonas terrestres y las aguas interiores y el 10% de las zonas marinas y costeras se conserven por medio de áreas protegidas antes del 2020.
En su documento Aportes a la Estrategia Nacional de Biodiversidad de la Argentina, FARN insiste en la importancia de no repetir los errores cometidos por la Enbpa argentina 2016-2020. En ese entonces, el Gobierno propuso un 4% para áreas costero-marinas en vez de 10%, y un 13% para áreas terrestres y aguas interiores, en vez de 17%.
Muchas personas, filántropos, organizaciones internacionales y Estados ayudan en la concreción de áreas protegidas en el mundo. Según Di Pangracio: “Hay que movilizar todo tipo de recursos para cumplir el marco mundial de biodiversidad”. Los países desarrollados deben apoyar a los que están en vías de desarrollo, pero todos deben plantear presupuestos nacionales.
“Si bien los filántropos internacionales ayudan, cada país es responsable de contribuir con los acuerdos internacionales para la conservación del patrimonio natural”, argumenta el director de Aves Argentinas.
Jamarillo cuenta que Fundación Vida Silvestre trabaja con una donación mediana en la provincia de Misiones para mejorar áreas protegidas que necesitan mayor conectividad. No obstante, coincide: “Claramente es responsabilidad del país cumplir los objetivos que ha firmado y por los cuales se ha comprometido a trabajar en los próximos años”.
Hasta el momento, hay un fondo fiduciario dentro del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF en inglés), destinado al Marco Mundial de Biodiversidad, pero en la COP16 un tema por discutir es la creación de un nuevo financiamiento. El objetivo es llegar a los grupos que defienden la biodiversidad, pero fueron históricamente postergados, como los pueblos indígenas, las comunidades locales y grupos de mujeres y jóvenes. Di Pangracio destaca que un 20% del fondo fiduciario se ha comprometido para los pueblos indígenas.
“Se tienen que comprometer a realmente llevar adelante iniciativas y proyectos de gran escala con un impacto positivo en la biodiversidad, y no que la plata se pierda en los grandes tesoros nacionales”, insiste Di Pancracio.
Esta producción fue realizada con el apoyo de Aves Argentinas
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