Mendoza: en medio de una sequía grave, hay polémica por el uso del agua
Con un 30% menos de caudal hídrico que el promedio histórico, la provincia evaluó ajustar la gestión del recurso para el agro; por las críticas del sector, dio marcha atrás
MENDOZA.- La emergencia hídrica en esta provincia ya cumplió una década y la crisis es cada vez mayor: el escenario actual es de grave sequía, con un 30% menos de agua que el promedio histórico, y podría ser peor, según advierten las autoridades. En el medio aparecen iniciativas oficiales para optimizar el manejo del recurso que son resistidas por los productores agrícolas, porque las consideran "imprevistas".
El Departamento General de Irrigación (DGI) puso esta semana sobre la mesa un plan para restringir los usos productivos y recreativos del agua, pero tuvo que dar marcha atrás por el malestar en el sector agrícola. Mientras, desde el organismo aclararon que el agua potable para consumo humano está asegurada porque es una "prioridad".
En los últimos días, el DGI dio a conocer su firme intención de limitar la entrega de agua al sector agrícola y para el riego de los espacios públicos. Sin embargo, a las pocas horas, el organismo se desdijo, retrocedió con la idea y decidió mantener el actual suministro. La presión y preocupación de los productores eran crecientes sobre la medida. "El Departamento General de Irrigación comunica que, frente a la escasez de agua, el organismo 'evalúa' de qué manera hacerle frente a esta grave situación, pero niega que se haya tomado la decisión de restringir más que lo actual el agua para el agro", aclaró en un comunicado, en el que confirmó que no habrá cambios para el campo ni para ninguno de los otros usos (abastecimiento poblacional, uso recreativo, uso público e industrial). "La falta de agua ha llevado a que ya haya restricciones en la entrega de agua, disminuciones naturales, consecuencia directa de los bajos volúmenes o caudales que se han presentado en el último trimestre en todos los ríos de la provincia", agregó el DGI. Por eso, buscó dejar en claro que la distribución de agua se hizo "entregando la totalidad del agua con destino al uso humano sin disminución (poblacional). Mientras el volumen de agua restante ha sido distribuido en forma equitativa entre los otros usos".
Antes de esta decisión, el titular del DGI, Sergio Marinelli, había dicho: "La demanda para uso poblacional es preocupante. En el río Mendoza se está llevando 40% para agua potable. Por eso, deben aplicarse restricciones en otros uso, como el agro".
En diálogo con LA NACION, Gabriela Lizana, titular de la Asociación de Productores del Oasis del Este de Mendoza (Aproem), argumentó la postura del sector: "Debemos optimizar el cuidado del agua, pero no podemos suspender riegos. Primero, porque el productor paga este servicio, y bastante caro. Segundo, porque es irreemplazable para producir. La agricultura no es pensada en su totalidad dando la importancia que tiene: genera alimentos, trabajo, riqueza y recursos genuinos. Precisamos políticas públicas que contemplen esto e inversiones y acciones que protejan el agua". Y agregó: "Por otro lado, si se suspende la escasa provisión del servicio que tenemos actualmente, nuestra producción se verá aún más afectada de lo que está por la falta de rentabilidad". Así, hace hincapié en la necesidad de tener otro tipo de estructuras para el riego, como fomentar el sistema por goteo, aprovechar el agua a través de impermeabilización de todos los canales y otorgamiento de créditos superblandos o subsidios para optimizar el riego intracampos. "Sin embargo, todo esto en muchos casos todavía es muy rústico. Y una sequía como la actual evidencia también la falta de previsión en este sentido", resumió.
Para graficar la gravedad del problema, basta con analizar lo que ocurre por estos días en el reconocido dique Potrerillos, que está a un 60% de su capacidad. De hecho, es el que está en mejor nivel de agua sobre el resto de los embalses de la provincia, como El Carrizal, ubicado entre las comunas de Luján de Cuyo y Rivadavia, que se encuentra al 32% de su capacidad.
Un problema que se repite
En octubre del año pasado, tal como publicó LA NACION, el escenario ya era sombrío, por el calentamiento global y la reducción nívea. Por esos días, los datos hidrológicos eran contundentes, de los peores del último siglo. De acuerdo con el pronóstico de caudales 2019-2020 elaborado por el DGI se preveía un 11% menos de agua que la temporada anterior. Sin embargo, en las últimas horas, las previsiones se ajustaron y el organismo advirtió que ya hay un 30% menos de caudal hídrico que el pronosticado. "Estamos más complicados de lo que creíamos en octubre del año pasado, cuando anunciamos el pronóstico de caudales de los ríos. Hay un 30% menos de agua. Los caudales no han subido, y cuando lo han hecho ha sido muy poco. Hoy estamos con caudales similares a los de noviembre. La situación de los embalses es bastante crítica", afirmo el director de Gestión Hídrica de Irrigación, Rubén Villodas.
Ahora, los municipios del área metropolitana empezaron a ajustarse en el manejo del agua, previendo un escenario más complejo, y haciéndole un guiño al DGI. Por tal motivo, iniciaron acciones de optimización de riego con la aplicación de nuevas disposiciones y sistemas, como goteo y aspersión, empezando a abandonar el riego a manto (o por inundación). De hecho, en Luján de Cuyo, ya empezaron a aplicarlo en los espacios verdes, y los nuevos complejos habitacionales deberán regirse bajo estas nuevas reglas, lo que significa a su vez la defunción del histórico sistema de acequias, en el caso del riego del arbolado.
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