Melina, la psicóloga que abandonó su profesión para ayudar a los demás en la Cruz Roja
En mayo de 2018, Melina Miele dejó su departamento de Villa Urquiza para instalarse durante tres meses en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. El motivo: un brote de influenza H1N1 (similar al que hubo en Argentina en 2009) se había cobrado una veintena de vidas y, en medio del pánico, el país se declaró en alerta epidemiológica. Acostumbrada a ayudar en situaciones de emergencia vinculadas a catástrofes naturales, como inundaciones, aludes o terremotos, aquella vez Melina se subió al avión con un halo de incertidumbre. Lo que siguió después –asegura la joven de treinta años- fue pura adrenalina.
"Empezamos a recorrer los barrios para entrevistar a los integrantes de las comunidades más afectadas. Había mucho miedo y desinformación: todos querían salir corriendo a darse una vacuna y no tomaban los recaudos necesarios para prevenir la gripe, como lavarse las manos, usar barbijo y alcohol en gel. Trabajamos junto con la Cruz Roja Boliviana y la Organización Mundial de la Salud (OMS) haciendo campañas mediáticas y en diferentes escuelas. Fue un desafío enorme pero valió la pena. A medida que pasaban los días, íbamos siendo testigos de cómo disminuían los casos de gripe", sintetiza Melina un año más tarde.
Sus ganas de ayudar al prójimo se despertaron cuando terminó el secundario. En 2009, mientras estudiaba Psicología en la Universidad del Salvador, se anotó para tomar un curso de primeros auxilios en Cruz Roja. Al finalizar le ofrecieron ser voluntaria. Arrancó en la filial de Saavedra (una de las 65 que la Cruz Roja tiene en todo el país) ubicada a pocas cuadras del Barrio Mitre. "Iba todos los fines de semana. Con la excusa de acercarnos a tomarles la presión, hacíamos un recorrido por las casas y les damos apoyo psicosocial", asegura Melina. Cuatro años después, el 2 de abril de 2013, el barrio Mitre quedó tapado por el agua. "En el momento en que sus casas se estaban inundando, los referentes barriales se contactaron con nosotros para que fuéramos a ayudarlos. No llamaron a los bomberos, llamaron a la Cruz Roja. Ahí caí en la cuenta de la confianza que habíamos forjado con todas esas personas", recuerda.
Dar es dar
Es un jueves de fines de abril y Melina espera a LA NACION en la Sede Central de la Cruz Roja (Hipólito Yrigoyen 2068). Hace a penas unos días que regresó de Chaco donde, desde principio de 2019, la Cruz Roja asiste a las más de dos mil personas afectadas por las inundaciones. "Volvimos para hacer un seguimiento. Cuando llegamos comenzó a llover sin parar. Habían pasado tres meses de la emergencia y tuvimos que volver a empezar", dice. Hace una pausa y agrega. "Lo positivo es que nosotros seguíamos ahí. Todas esas personas que, por segunda vez en el año, estaban evacuando sus casas se sintieron un poco más tranquilas y acompañadas", cuenta Melina.
Según el diccionario de la Real Academia Española "misión" significa: "poder o facultad que se da a alguien de ir a desempeñar algún cometido". Sin embargo para Melina, y los miles de voluntarios de la Cruz Roja, una misión implica mucho más que cumplir un objetivo. Además de poner en pausa la vida cotidiana, requiere viajar entre una semana y tres meses, dependiendo de la magnitud de la catástrofe y de la intervención que haya que hacer. "En las misiones siempre empiezo más angustiada de lo que termino. Al final, evaluamos nuestro trabajo, hablamos con las personas a las que ayudamos y siempre vemos un cambio. Tengo muy claro que no podemos solucionar todo, pero las operaciones de emergencia responden justamente a la urgencia del momento: ocuparse de cubrir cuestiones básicas como la alimentación, el agua, el alojamiento y el abrigo", dice.
Un cambio rotundo de vida
Corría el año 2015 y Melina viajó a Concordia, Entre Ríos. Una inundación había dejado a un montón de familias sin techo. "Fue mi primera misión. Llegando a la escuela, que funcionaba como un Centro de Evacuados, un nene me vino a recibir. Me senté a conversar con él y me dijo: ‘Meli, estoy triste’. Tenía una carita… A diferencia de los adultos que son más reservados, los chicos suelen expresar lo que les pasa. Por un lado buscan afecto pero, por el otro, son super fuertes. Durante las emergencias, le dan energía a las personas mayores y a nosotros, que estamos trabajando", explica a cerca de ese episodio que, de alguna manera, marcó su futuro.
"Al año siguiente dejé de ejercer como psicóloga y empecé a trabajar como Coordinadora Nacional de Operaciones de Emergencias de la Cruz Roja. Me costó mucho tomar la decisión, pero sentía que mi vocación estaba ahí. Conocer realidades tan distintas me cambió la cabeza", dice Melina. Y cierra: "Para mí ser parte de la Cruz Roja es un estilo de vida. Aunque pase mucho tiempo fuera de casa y lejos de mi familia y de mis amigos, aunque a veces duerma dos horas por día, esto me apasiona. Me hace feliz".
Cómo colaborar
"Mayo es un mes de celebraciones para la Cruz Roja. Empezamos el 8 con el Día Mundial de la Cruz Roja y terminamos con la Conferencia Interamericana, el máximo evento humanitario del continente, que se realiza en Buenos Aires a partir del 20 hasta el 23 de mayo", dice Diego Tipping, presidente de Cruz Roja Argentina. Para colaborar ingresar a http://cruzroja.org.ar/donaciones Para formar parte del voluntario acercarse a cualquiera de las filiales que están distribuidas