Megatsunami de Bahía Lituya: cómo se originó la devastadora ola de 524 metros en Alaska
El pasado 19 de octubre, un terremoto de 7.4 grados Richter golpeó sobre el golfo de Alaska y disparó una alerta de tsunami. Afortunadamente, fue solo una alarma. El estado más septentrional de Estados Unidos conoce de estas cosas. Fue allí, en Bahía Lituya, donde se vio y padeció, en 1958, la ola más alta jamás registrada en la historia.
Bahía Lituya es un fiordo con una entrada de agua muy angosta desde el Pacífico, que se ubica en el Parque Nacional Bahía de los Glaciares, casi en el límite con Canadá. Allí vierten sus aguas tres glaciares: el Crillón, el Cascade y el Lituya.
Desde su descubrimiento, el lugar está marcado por la tragedia. Hay una isla en el centro de la bahía que se llama Cenotafio. El nombre se lo puso el expedicionario francés Jean-François de La Pérouse, quien perdió a 21 marinos en dos chalupas que perecieron contra las violentas corrientes en 1798.
En los años cincuenta, el lugar fue un punto de interés para el geólogo Don Miller. El hombre se mostró sumamente atraído por las llamativas líneas de corte de los bosques que rodeaban la bahía, que demarcaban zonas de árboles más viejos y zonas de vegetación más joven. Eran las marcas dejadas por olas gigantescas que habían llegado hasta los 490 pies de altura en algunas laderas (150 metros). Miller identificó cuatro de estas demarcaciones.
La pregunta siguiente era: ¿qué había dado lugar a semejantes olas? La respuesta estaba en las montañas.
Tsunamis y "megatsunamis"
"Los tsunamis son causados generalmente por desplazamientos en el fondo oceánico que generan terremotos", sostiene un informe publicado en 2019 en la revista científica NHESS.
"Sin embargo, los deslizamientos de tierras, ya sea submarinos o subaéreos, también pueden desencadenar devastadores tsunamis. Además, en algunas ocasiones son extremadamente destructivos, ya que se forman cerca de la costa o en la misma línea costera si son aéreos. A veces, estos deslizamientos pueden generar los llamados megatsunamis, que se caracterizan por alcanzar alturas extremas localizadas", explican los científicos.
Catástrofe
El 9 de julio de 1958, a las 22.16, un terremoto de magnitud 7.8 impactó en la falla de la Reina Carlota, que separa las placas de América del Norte y del Pacífico, en el sudeste de Alaska.
En ese momento, tres barcos pesqueros se encontraban sobre Bahía Lituya: el Badger, tripulado por Bill Swanson y su esposa Vivian, el Sunmore, tripulado por el matrimonio Wagner, y el Edrie, comandado por Howard Ulrich, quien se había embarcado con su hijo de siete años.
El temblor derrumbó prácticamente una montaña entera sobre una de las ensenadas al fondo de la bahía: según los cálculos posteriores, unos 30,6 millones de metros cúbicos de rocas, hielo y tierra, que se desprendieron del glaciar Lituya a más de 900 metros de altura y cayeron sobre el agua como una unidad.
La escena fue apocalíptica. Según los testimonios, se escuchó un "gran rugido" desde el fondo de la bahía, seguido de una explosión de agua que ascendió medio kilómetro sobre una de las laderas, tragándose miles de árboles y limpiando todo a su paso.
Howard Ulrich se encontró cara a cara con una ola de por lo menos 30 metros e intentó levantar el ancla del Edrie, pero se dio cuenta de que estaba atascada. Acto seguido, le puso un chaleco salvavidas a su hijo y soltó el ancla. La ola avanzó de costa a costa, rompiendo por su lado derecho y más limpia en su lado izquierdo. Ulrich la encaró de frente y la nave se disparó hacia arriba, escalando hasta la cresta, mientras la cadena del ancla se hacía añicos y salía disparada dando trompos. El barco descendió por la cola de la ola y fue devuelto hacia el centro de la bahía por la marea que regresaba.
Más cerca de la desembocadura, la pared de agua se llevó puesto al Badger y lo arrojó unos 25 metros por sobre las copas de los árboles del cordón de la bahía. La cresta de la ola terminó de romper y el barco aterrizó, tocando fondo cerca de la costa externa.
De alguna manera, tanto Bill y Vivian Swanson como Howard Ulrich y su hijo vivieron para contarlo. Pasada la medianoche, otra embarcación respondió a los pedidos de auxilio del Edrie y rescató a los Swanson, que habían abandonado su naufragio en un esquife de emergencia. En cambio, el Sunmore desapareció y los Wagner jamás fueron encontrados.
El día después
El geólogo Don Miller estaba en Bahía de los Glaciares, a solo 50 kilómetros de allí, y se inquietó al ver como las rocas caían de los acantilados cuando impactó el terremoto. A la mañana siguiente, se enteró de la catástrofe y voló en un hidroavión hasta Bahía Lituya.
El piloto no pudo visualizar un lugar para aterrizar entre los escombros y los troncos que flotaban sobre el agua, pero al sobrevolar la zona Miller observó una nueva línea de corte fresca y reluciente sobre el terreno. Más tarde volvería para documentar el desastre y medir el corte con precisión: 524 metros de altura en su punto más alto, en donde golpeó la primera masa de agua. Debajo de esa línea la destrucción era absoluta.
Posterioridad
En octubre de 2015, un desplazamiento de tierras en Icy Bay, Alaska, generó un tsunami que alcanzó unos 185 metros de altura y bajó por el valle barriendo árboles y escombros hasta perderse en el mar.
"Para alguien que ama la geología, ese es un evento emocionante", explicó en un video sobre ese impacto reciente el físico Michael Gregg Loso.
"Pero solo puede ser emocionante porque lo descubrimos después de que sucedió y porque sabemos que nadie salió herido. Estas cosas van a estar pasando cada vez más, en montañas que solían estar apuntaladas por el hielo de los glaciares. Si quitás ese hielo del glaciar, si lo encogés o lo eliminás por completo, se cree que estas pendientes tendrán una mayor propensión a sufrir deslizamientos, porque no habrá nada que las sostenga. Es algo a lo que tendremos que prestar mucha más atención, ya que el retroceso de los glaciares hace que este fenómeno sea aún más frecuente", advirtió.
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