Megadenuncia en EE.UU.: a qué señales los padres deben atender para evitar que las redes afecten la salud mental de los chicos
Los expertos plantean que el uso excesivo de las plataformas puede generar adicción; recomiendan prestar especial atención al sistema de recompensas que potencian las apps; en los Estados Unidos hubo una denuncia colectiva contra Meta por perjudicar a niños y adolescentes
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El uso de las redes sociales y el potencial daño que podrían generarle a la salud mental de los niños y adolescentes es un tema de debate desde que se crearon estas plataformas. Sin embargo, con el paso del tiempo y la optimización de los algoritmos para que el usuario permanezca más tiempo conectado y consuma contenido durante horas, las consecuencias de esa relación, para muchos tóxica, es cada vez más notoria. De hecho, más de 30 estados de EE.UU. demandaron a Facebook e Instagram, administradas por la megacompañía Meta, por afectar la salud mental de los chicos.
El caso generó aún más preocupación en los padres que ven que sus hijos pasan horas frente a las pantallas y que, incluso, a veces, sienten cierta impotencia porque no logran controlar, dado la ubicuidad de las plataformas, el comportamiento de sus hijos. En palabras del psicoanalista José Abadi, las redes sociales generan una especie de aislamiento disfrazado de relación o conexión. Frente a esto, los especialistas consultados por LA NACIÓN recomiendan a los adultos que hablen con los adolescentes para prepararlos frente a la potencial exposición a imágenes que no estén listos para asimilar y que impulsen que sus hijos se conecten con los valores y recompensas del mundo real, y les reafirmen el mensaje de que no deberían seguir una carrera ansiosa por conseguir respuestas positivas en las redes sociales.
El 24 pasado, 33 estados de Estados Unidos demandaron a Meta Platforms, en especial por Instagram, acusándola de contribuir a una crisis de salud mental juvenil por la naturaleza adictiva de sus plataformas virtuales. Se trata de una demanda colectiva presentada ante un tribunal federal de Oakland, en California, en la que los fiscales generales afirmaron que la compañía, que también opera Facebook, engañó repetidamente al público sobre los peligros de sus plataformas e indujo a sabiendas a niños y adolescentes a un uso adictivo y compulsivo de las redes sociales. Por eso, piden a la Justicia que obligue a Meta a poner fin a sus prácticas y exigen el pago de multas. “Las investigaciones demostraron que el uso por parte de los jóvenes de las plataformas de redes sociales de Meta está asociado a la depresión, la ansiedad, el insomnio, la interferencia con la educación y la vida cotidiana, y muchos otros resultados negativos”, sostiene la denuncia.
En tanto, la compañía respondió que intenta que los jóvenes estén seguros en línea. “Nos decepciona que, en lugar de trabajar de forma productiva con empresas de todo el sector para crear normas claras y adecuadas a la edad para las numerosas aplicaciones que utilizan los adolescentes, los fiscales generales hayan elegido este camino”, dijeron desde Meta en un comunicado.
Adicción
Abadi sostiene que cualquier conducta se puede convertir en adictiva y la cantidad de instrumentos y contenido que habilitan la tecnología generan con mayor facilidad cierta dependencia. Si bien al principio es la persona la que controla a la tecnología, argumenta, luego esa relación se puede invertir.
“Muchas veces la tecnología termina capturando el tiempo de los jóvenes. Sucede que esa actividad, luego, deja de nutrirlos para convertirse en otra cosa. Se empieza a generar un aislamiento disfrazado de relación. Se convierte en una relación superficial que empobrece el discurso afectivo, la imaginación, la posibilidad de generar un contenido más amplio y alternativo”, advierte Abadi.
A su vez, el especialista señala que las redes habilitan un camino hacia las depresiones por instalar un sistema de recompensas a través de los “me gusta” y los comentarios que, en ocasiones, llevan a la persona a intentar adecuar su realidad a los valores que, entiende, exige el público de la red social.
“Empieza a configurarse una realidad que impone valores y exige pertenencias. Esto puede generar una tensión emocional que lleva a una aceleración de la búsqueda de recompensas y se convierte en una agitación ansiosa, o en una sensación de falta y de carencia que es el tobogán hacia situaciones depresivas. A raíz de esto pueden surgir temas con la identidad, muchas veces termino dibujando mi ser de acuerdo a la exigencia de la red. Como decía Borges, a veces terminamos diciendo o haciendo cosas que están lejos de aquello que en verdad somos”.
La crisis en Estados Unidos es de tal magnitud que las autoridades de Nueva York promovieron una ley para mitigar este problema dándole a los menores de 18 años la posibilidad de elegir no recibir contenido algorítmico perfilado para ellos. Según advirtió la fiscal general de Nueva York, Letitia James, los chicos de ese estado presentan niveles récord de ansiedad y depresión, y las plataformas digitales son, en parte, responsables. ,
Una cuestión química
Ese sistema de recompensas, que podría resultar en una suerte de adicción, tiene su explicación química en la liberación de dopamina. Alejandro Andersson, director del Instituto de Neurología de Buenos Aires, explica que esta es una sustancia que hace de mensajero químico entre las neuronas y está muy involucrada en la sensación de placer o recompensa que reciben las personas frente a un estímulo que consideran positivo.
“La liberación de dopamina está vinculada a lo emocional. La conexión entre las redes y la dopamina tiene que ver con la anticipación, la gratificación y la recompensa. Cuando usamos las redes y me ponen un comentario positivo, eso te genera una sensación gratificante, y el cerebro anticipa esa recompensa cuando realizamos la acción”, describe Andersson, quien sostiene que las redes configuran un sistema de recompensa natural que lleva a repetir el comportamiento que le dio al usuario satisfacción en el pasado, como la experiencia de subir una foto y recibir comentarios positivos.
“Cuando obtenés un ‘me gusta’ se refuerza ese ciclo y eso hace que tiendas a un uso cada vez más continuado y frecuente. La adicción es una búsqueda compulsiva de una sustancia o una actividad. Cuando uno está tan metido en ese ciclo que te invade otras áreas de la vida, entrás en un campo negativo”, indica el especialista.
Nora Koremblit de Vinacur, especialista en niños y adolescentes y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), argumenta que las redes se están convirtiendo en altamente peligrosas para los chicos. No solo por el nivel de imágenes que pueden ver, y que no están preparados para procesar, como fue el caso de las fotos de los ataques de Hamas en Israel, o viceversa y también por el efecto que puede tener un comentario de algún usuario.
“Los adultos tienen que explicarles el peligro de esta situación a los adolescentes. Creo que los chicos entran a las redes incluso antes de que los padres tengan acceso a conocer de qué se trata ese universo, aunque ya pasó bastante tiempo desde el surgimiento de las redes y los adultos deberían estar informados y atentos”, sugiere la especialista.
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