Médico a domicilio: se duplicaron las llamadas a servicios de emergencia privados y hay demoras
Las empresas solicitan a la población reservar las líneas de riesgo de vida a consultas por urgencias reales ante el aumento de la demanda por Covid-19; preocupa tanto como la falta de disponibilidad de camas
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Los pedidos de atención a domicilio a las empresas de emergencias médicas se duplicaron en las últimas dos semanas, también con un aumento de las llamadas a las líneas de riesgo de vida por consultas que no son urgencias. Esto, de acuerdo con la entidad que nuclea a la mayoría de esos servicios prehospitalarios privados, preocupa tanto como la disminución de la disponibilidad de camas y demora horas la respuesta a una demanda que no para de crecer por la segunda ola de Covid-19.
Desde la Federación de Cámaras Emergencias Médicas y Medicina Domiciliara (FEM) aseguran que por cada pedido de asistencia los operadores telefónicos están atendiendo cuatro llamadas por otros motivos, que van desde consultas administrativas, solicitud de información general sobre la pandemia o reclamos para los que hay habilitadas otras líneas. En una de esas empresas, que trabaja con gran parte de las obras sociales y particulares, un 15% de las llamadas a su línea 0810 es por número equivocado.
“Las empresas de atención prehospitalaria tienen diferenciados los números de consultas generales de los de las líneas por emergencias. Como los llamados suben a la par de los casos de Covid-19, se duplicaron en los últimos 15 días y esto hace que haya demoras en la atención y cueste comunicarse. Es necesario en este contexto generar conciencia en la población de que no hay que llamar a las líneas que están indicadas para las urgencias o riesgo de vida salvo que exista una real emergencia”, dice Silvio Aguilera, médico emergentólogo y asesor médico de la FEM.
El primer llamado de atención lo hizo el viernes pasado la Cámara de Emergencias Médicas y Medicina Extrahospitalaria de Santa Fe (Cemme), que integra la entidad nacional. En los dos últimas semanas, los traslados asociados con Covid-19 (casos sospechoso o confirmados) subieron un 60%, mientras que la cantidad de llamadas a las líneas de las empresas de emergencias lo había hecho de manera “exponencial”, sobre todo por síntomas como dolor de garganta, fiebre, cefalea, diarrea y vómitos.
Ante el actual contexto de tensión del sistema sanitario, apelaron a la conciencia ciudadana al solicitar “el uso responsable del sistema de emergencias, dejar libres las líneas de contacto de riesgo de vida y utilizar alternativas como la telemedicina para la atención médica no urgente”, indicó la Cemme, que alentó a la vez a “seguir con un alto nivel de cuidados personales”: uso correcto del barbijo, lavado frecuente de manos, distanciamiento social y ventilación de los ambientes.
Desde una de las firmas que brinda servicios a obras sociales y particulares en gran parte del país, afirman que la cantidad de llamadas ya es similar a la que se dio durante el pico de casos de Covid-19 de 2020. “Y un 40% de esos contactos a través de las líneas de atención con riesgo de vida es por causas que no tienen que ver directamente con una urgencia médica –indicaron fuentes de la empresa Emergencias–. Casi un 15% de los llamados a esas líneas es de gente que se equivoca de número”.
Las empresas más grandes, según se estimó, están recibiendo unos 300 llamados cada media hora.
La preocupación por los problemas que generan esos contactos no urgentes ya está a la altura de la que causan las demoras para encontrar camas disponibles. De hecho, varias firmas recurrieron a un mensaje grabado para recordar que si no se está llamando por una urgencia, no se ocupe esa línea roja.
“Si no es una real emergencia, se le está impidiendo a otra persona que realmente lo necesita que se pueda comunicar”, dice Aguilera, que afirma que aunque se podría instalar una cantidad ilimitada de líneas para atender la demanda, la disponibilidad de operadores entrenados para atender las emergencias no lo son.
Estos problemas en la atención generan retrasos de horas en quienes realmente la necesitan. El martes pasado, Liliana, que vive en el barrio porteño de Villa del Parque y pidió reserva de su apellido, se comunicó con el servicio de emergencia asignado por la cobertura que tiene su madre, de 91 años; los síntomas hacían sospechar de una arritmia (alteración del ritmo cardíaco). El servicio médico demoró 13 horas en llegar, desde su llamada a las 20 hasta las 9 del miércoles, cuando la trasladaron al Policlínico Bancario. Ahí se confirmó la sospecha y se decidió su internación para recibir atención; también hallaron líquido en los pulmones.
Andrés, de Villa Ballester, en la zona norte del Gran Buenos Aires, empezó a sentir un fuerte dolor en el pecho y la espalda el miércoles pasado. A las 21, llamó a su obra social, que lo derivó con la empresa de emergencias contratada. Tras detallar los síntomas y aclarar que hacía 15 días había tenido Covid-19, el operador le advirtió que estaban “con el sistema saturado”. Y agregó: “Si no tiene la cara azul o las manos moradas, no es del corazón”, por lo que no le dieron prioridad. A las 22, cada vez con más dolor, pidió un Uber hasta el Cemic de Saavedra: era un ataque cardíaco. Se eliminó la obstrucción coronaria por cateterismo y le colocaron un stent.
Curvas paralelas
La mayoría de esas empresas amplió la respuesta de la demanda en la pandemia mediante la atención por telemedicina o teléfono con un profesional, de acuerdo con un triage por síntomas que hacen los operadores. En todos los casos, los recursos humanos son limitados frente a un aumento de las consultas, ya sea por Covid-19 como por otros problemas de salud que también demandan atención.
Pero aun cuando esa demanda no siempre se traduce en un traslado de ambulancia a un sanatorio o un hospital, de acuerdo con la cobertura que se tenga, la curva de traslados va siguiendo a la de los casos de Covid-19 desde octubre pasado. A diferencia de la primera ola, se están haciendo hisopados en el domicilio si hay sospecha de la infección y se monitorea a los pacientes por teléfono antes de cualquier desplazamiento, sobre todo las empresas que cubren la ciudad y el conurbano bonaerense.
Hoy, según agrega Aguilera, se está trasladando a los pacientes que necesitan tratamiento o estudios que no se pueden resolver fuera de un centro de salud, con esperas que pueden llegar a 12 horas y hasta con una ambulancia en la puerta de un domicilio a la espera de la asignación de una cama. “También, hay traslados interhospitalarios”, suma.
Es un promedio diario de 1500 viajes solo del sector privado, sin incluir los servicios de emergencias públicos, como el SAME porteño, ante una segunda ola que llegó con unos 25.0000 casos por día de Covid-19, según informa el Ministerio de Salud de la Nación. Lo que no muestran las estadísticas del sector hasta ahora es un crecimiento de las consultas por otras emergencias en salud.
Luciano Gandini es técnico superior en Emergencia Médica y preside la Sociedad Argentina de Medicina Prehospitalaria (Sampre). Afirma que la pandemia profundizó las debilidades previas del sistema sanitario, incluido el de la atención prehospitalaria. Evalúa, a la vez, que la vacunación del personal de esos servicios públicos y privados en la primera línea de respuesta a la pandemia está reduciendo los contagios y fortaleciendo la atención con respecto al año pasado.
“Algunas empresas pudieron prepararse mejor, sobre todo con el aislamiento social al comienzo del año pasado. Los sistemas fuertes se pudieron rearmar, otros hicieron lo que pudieron, pero en general hubo una buena respuesta por la vocación de servicio del recurso humano de salud –detalla–. Esa es una de las grandes fortalezas que tienen los sistemas prehospitalarios públicos y privados del país, donde sigue demorada la sanción de una ley nacional que habilite a los paramédicos en la atención de la emergencia como un respaldo legal de las legislaciones provinciales. Esto sería de gran alivio para el sistema sanitario en su totalidad.”
En lo que va de la pandemia, las cien empresas más grandes que nuclea la FEM hicieron casi 350.000 traslados. Si se tiene en cuenta al centenar de empresas más pequeñas habilitadas en el país que no integran esa federación, en el sector estiman que la cifra de traslados desde marzo del año pasado alcanza el medio millón.
Hasta el 20 de marzo, que es cuando los registros oficiales muestran un aumento abrupto de los casos positivos de Covid-19 en el arranque de esta nueva ola, los servicios privados de atención prehospitalaria habían hecho 301.221 traslados en ambulancia: el 78% (234.315) en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que incluye a la ciudad de Buenos Aires y los municipios del conurbano bonaerense que la rodean.
En las cuatro semanas siguientes –hasta el lunes pasado–, hubo 36.701, con un 71% solo en el AMBA. En esta área, los traslados están hoy como en agosto pasado, cuando la primera ola alcanzó su nivel máximo de positivos.
“Los pacientes se trasladan porque su condición clínica indica que hay que hacerlo por alguna necesidad diagnóstica o terapéutica, en su mayoría con ambulancias de mediana o baja complejidad, a diferencia del año pasado que los traslados eran para hacer hisopados por la sospecha de Covid-19. Hoy, muchas empresas envían a su propio personal a tomar las muestras o hacer las pruebas en los domicilios, lo que reduce los desplazamientos”, explica Aguilera.
A la vez, observa que, desde finales de octubre del año pasado, empieza a darse una relación muy estrecha de los traslados con los casos positivos en el país. “Si los números de Covid-19 suben, también lo hacen los traslados diarios y viceversa”, agrega.
Operativamente, el trabajo de estos servicios no se puede separar entre la ciudad y el conurbano bonaerense porque las ambulancias cruzan todo el tiempo la avenida General Paz. Son más de 1800 unidades móviles que van y vienen las 24 horas, de acuerdo con el último relevamiento de la FEM de la capacidad instalada en las empresas que representa. Incluyen 987 ambulancias de alta complejidad, 522 para traslados con complejidad moderada y 320 de baja complejidad, con capacidad de ampliación por la demanda.
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