Amante del rugby y los asados: Quién era el médico que murió en Tanzania
Fernando Morales, el médico argentino que murió ayer en Tanzania, tenía otra gran pasión además de la medicina: el rugby. Podía pasarse horas delante de un televisor viendo partidos y le gustaba mucho más que el fútbol. Su amor por este deporte lo llevó hasta el Mundial de Japón que compartió con su hermano el año pasado, una de las últimas aventuras que disfrutaron juntos. Meses después de ese viaje Mariano, de 48 años, murió repentinamente, una pérdida de la que Fernando no se pudo recuperar.
Mientras sus amigos lo recuerdan aún sin poder entender el fallecimiento, su familia espera el resultado del hisopado post mortem que le realizaron para determinar si falleció a causa de coronavirus, aunque los síntomas previos que presentó hacen pensar que esa fue la razón del deceso. Los testeos que les hicieron a sus hijos, de 12 y 8 años, dieron negativo, lo que podría facilitar el reencuentro con su madre, Crymy, que se encuentra en Buenos Aires desde marzo pasado. El caso está en manos de Cancillería que a través de la embajada argentina en Nairobi, Kenia, se encuentra analizando las posibilidades para reunirlos
Fernando tenía 52 años y había nacido en San Isidro donde estudió en el Colegio Martín y Omar. Al terminar el secundario comenzó la carrera de medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y se graduó en 1996. Una de sus primeras experiencias fue en África cuando se sumó a la organización Médicos Sin Fronteras (MSF). Su madre recuerda cuando fue tapa de los diarios argentinos al ser secuestrado en Sierra Leona mientras formaba parte de MSF, aunque a Fernando no le gustaba conversar sobre ese tema.
El fallecimiento de su hermano, el 4 de noviembre, lo golpeó mucho y desde ese momento estuvo pendiente de lo que ocurría con su sobrino, Octavio, y su madre, Nora, con quienes tenía contacto permanente. No era muy amante de la comunicación por WhatsApp: se rehusaba a utilizarlo "porque no soportaba tantos mensajes juntos". Prefería los mensajes de texto, a la antigua.
En su profesión y en su ámbito era una persona exitosa. "En varias ocasiones me comentó que sus jefes no lo querían mover de Tanzania debido al alto índice de éxito que conseguía en sus trabajos contra el HIV y la tuberculosis", cuenta su amigo Jaime Andrés Carpintero, desde Tanzania.
Allí no ejercía la medicina directamente ya que era el Director General (Country Director) de ICAP Columbia University Mailman School of Public Health, una ONG que pertenece a la Universidad de Columbia de los Estados Unidos, enfocada en brindar servicios integrales para combatir el HIV y en iniciativas de fortalecimiento del sistema de salud en comunidades vulnerables .
Dar es-Salaam, la capital económica de Tanzania donde vivía con su esposa Crymy y sus hijos, es una comunidad relativamente pequeña y los pocos latinos que residen allí se relacionan entre sí. Con algunos amigos de diferentes países de América Latina había formado un grupo que se reunía al menos dos veces al meses al mes a jugar póker y beber algo de whisky, del que era amante. Otro motivo de las reuniones era prender la parrilla y hacer un asado, una costumbre que no perdió a pesar de la distancia con la Argentina.
Fue un lector apasionado de biografías e historia y, así lo confirman los más cercanos, un buen amigo con quien se podía compartir un café y charlar varias horas de distintos temas. En Tanzania, al rugby, su deporte favorito, "solo jugaba en el patio de su casa junto a su hijo, por la insuficiencia cardíaca que padecía".
"Era una persona querida por todos porque era amable, te hacía sentir bien. Cuando ibas a su casa te recibía con una sonrisa de oreja a oreja, con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Era una persona muy abierta, no tenía reparos en contar sobre su vida, de sus problemas", recuerda Jaime.
"Estoy en la lona. No le quiero decir a mi vieja, pero empeoré muchísimo en 12 horas. Sin el oxígeno no sobrevivo ni dos minutos", había escrito Fernando en uno de los últimos mensajes que le envío a sus allegados el lunes, horas antes de morir. Su estado de salud se deterioró rápidamente durante el fin de semana, con serias dificultades para respirar; se trataba de un paciente con antecedentes pulmonares y cardíacos.
Tras su muerte la prioridad de la familia es reunir a sus dos hijos, nacidos en Tanzania, pero con nacionalidad argentina, con su madre, ya sea en Tanzania o en la Argentina, por lo que se iniciaron gestiones el cónsul de Mozambique en la Argentina, con la embajada de Tanzania en Brasilia y con la de Sudáfrica en Buenos Aires. Sin embargo es a través de la embajada argentina en Nairobi, donde se lleva adelante el pedido.
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