"Me va a dolor un poquito, pero voy a tener cinco dedos": realizaron cirugías reconstructivas solidarias en Chaco
"Me va a dolor un poquito, pero voy a tener cinco". Diano, con tres años, habla con LA NACION minutos antes de entrar al quirófano del hospital 4 de Junio Ramón Carrillo en Roque Sáenz Peña ( Chaco ). El "voy a tener cinco" significa que le corregirán el doble dedo pulgar de su mano derecha. Está con su mamá, Romina Pucheta. Su mellizo, Laureano, quedó en casa. La intervención la hará el equipo de la Fundación Plásticos, que recorre el mundo haciendo cirugías reconstructivas por el mundo. Es la segunda vez que llegan a la Argentina, donde trabajan con médicos locales. Las operaciones serán 70 en una semana.
El vínculo entre la fundación y la Argentina lo realizó el estadounidense John Barker, referente mundial en cirugía reconstructiva que se graduó en Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y siempre trabajó para "devolver la educación gratuita" que recibió. Philippe Schaison preside la fundación y asegura que la experiencia en territorio "supera las fotos y los videos que ví". "Estoy muy impresionado. Es algo muy intenso desde lo emocional. Somos muy bien recibidos por médicos, enfermeras, por la gente", agrega.
La fundación realizó más de cien operativos similares en zonas vulnerables del mundo. En 2020 será el turno de Salta. El cirujano plástico Paul Coronel -quien es titular de una organización similar en su provincia, Reconstruir- se sumó ahora al equipo. "No venimos sólo a operar, sino a aprender y enseñar; es un intercambio educativo con nuestros colegas locales. Es una tarea muy enriquecedora y es impactante ver resultados extraordinarios, las caras radiantes de niños y mamá después de las cirugías", apunta Schaison. La comitiva incluye 15 extranjeros, staff chaqueño y una residente de Buenos Aires.
A los cuatro años, Víctor va por su segunda cirugía. El año pasado le corrigieron un labio leporino con doble fisura y esta vez, le hicieron una reconstrucción del paladar. Llegó con sus padres de Río Bermejito, en el Impenetrable chaqueño, a 140 kilómetros de Sáenz Peña. "Varias veces viajamos a Resistencia, hicimos mucho gasto y volvimos sin respuesta -describe su papá, Walter Aguirre-.Vamos a la Iglesia y Dios nos escuchó; una enfermera del pueblo nos contactó y acá vivimos. Al nene le cambió la cara y ahora hablará mejor".
Trabajo de campo
Cecilia Colombo es fonoaudióloga y una de las encargadas del trabajo de campo para ir seleccionando los casos que se atenderán: "El de Víctor era un caso complicado, con dentición saliente. Con la primera operación mejoró mucho y seguirá evolucionando con la de ahora. Probablemente de acá unos años requiera una tercera". Desde los centros de salud del interior provincial contactan a los equipos y con colaboraciones de distintas organizaciones se hacen cargo de los traslados, la comida y el alojamiento.
El labio leporino es una malformación frecuente en el Chaco, sobre todo en el interior. Los médicos lo relacionan con distintos factores, como las aguas arsenicadas que "compiten" con el ácido fólico que requieren las mujeres embarazadas, los suelos contaminados y la deficiencia alimentaria. "Resolver la malformación que tiene distintos grados mejora el habla y también el contacto social, facilita la mirada", indica Colombo.
Isabela de ocho meses se va después de un día de internación tras la corrección de su labio leporino. La mamá Araceli Gurñac la trajo de Coronel Duratti, a 140 kilómetros. "Si no hubiera sido así era muy difícil por el costo. Había que ir a Resistencia y no tenemos posibilidades. Estoy súper contenta, a la nena le cambió totalmente la cara", dice.
Solidaridad
Juan Ortellado es uno de los tres cirujanos plásticos del hospital Carrillo, y ratifica que para gran parte de la población hay "muchas barreras de accesibilidad" a las cirugías reconstructivas. "Es complejo llegar conseguir turnos con varios especialistas. Es tiempo y plata que no tienen", relata.
Entre las 70 cirugías hay variedad de casos, incluyendo tres reconstrucciones mamarias complejas y resolución de secuelas de quemaduras. Vera, la esposa de Barker, es experta en reconstrucción mamaria e hizo las intervenciones con los médicos locales. La fundación trajo los implantes y los expansores. Eran masectomías por cáncer.
Coronel subraya que no hay que perder de vista lo que significa una malformación o una cicatriz para la inserción social: "Hay que dimensionarlo desde los pacientes, no desde los médicos. Una cirugía simple cambia una vida. Ayuda a gente que no tiene la posibilidad de resolverlo sino es de otra manera".
Barker está feliz con la continuidad de los operativos: "Se suman profesionales y es apasionante pensar que el año que viene ya no nos necesitarán acá. Iremos a otro lado. El "gol" es que nos educamos, nos capacitamos. Aprendemos unos de otros".
Diano termina su día con cinco dedos y una pequeña cicatriz que pronto se reabsorberá. Su mamá está contenta: "Le molestaba, no podía agarrar bien las cosas. Tenía temor de que cuando empezara la guardería, lo molestaran. Fue un milagro dar con esta posibilidad".
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