“Me pagan lo que puedan”: pidió trabajo, la China Suárez viralizó su volante y un mensaje está por cambiarle la vida
Carlos vive en La Plata y hace changas, pero la cuarentena estricta lo golpeó duramente; desesperado, pegó “papelitos” en busca de nuevas oportunidades
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“Corto pasto, limpio canaletas, pinto, etc. Me pagan lo que puedan. Cualquier ayuda me sirve”, decía el volante que Carlos Colombo pegó en enero pasado en los negocios de los alrededores de su casa de Parque Castelli, en La Plata, junto a su número de celular (0221-15-5521244). Lo que nunca se imaginó fue que una usuaria publicaría este pedido de trabajo en Twitter y que sería retuiteado por la China Suárez, que tiene 3,9 millones de seguidores.
“Recién hablé con el señor y es súper amable. Lo único que no tiene máquina grande para cortar pasto, pero sí para trabajos normales. Y hace de todo”, informó la usuaria que lo compartió en la red social. Este mensaje llegó a Juani Giorgetti, fundador y tecladista de la banda platense Los Totora, que se comunicó con Carlos este lunes para informarle que ya habían juntado el dinero y que le iban a comprar la herramienta en agosto.
“No imaginamos que iba a pasar esto. Yo puse una necesidad y que lo hayan visto... por lo menos lo valoraron, lo leyeron y eso se agradece mucho”, le dijo Carlos a LA NACION, y detalló cómo surgió este volante.
El hombre, de 55 años, terminó séptimo grado y no pudo continuar sus estudios. Tuvo trabajos estables, pero en el último tiempo solo le salieron changas. Según afirmó, hace “lo que sea”: pinta, limpia tanques, canaletas, corta el pasto y está dispuesto a aprender. “Si no lo sé me animo, aprendo y lo hago”, admitió.
“Yo hago changuitas, no pongo precio o valor porque todo el mundo está pasando una situación difícil”, señaló el trabajador platense, y reveló que en plena cuarentena hizo trabajos a cambio de mercadería para que su familia pudiera comer.
Con la llegada de la pandemia de coronavirus, y el decreto de la cuarentena estricta, el trabajo se paró y la situación económica en su casa se volvió muy complicada. Carlos vive junto a su esposa Gladys Villafañe, de 55 años, y a su hijo Valentín, de 16, que nació con síndrome de Down. “Vivimos para él”, aseguran.
“Hice volantes, los fui pegando en los negocios del barrio, los subí a los grupos que hay”, contó Carlos a este medio. Gracias a eso, lo llamaron de la UOCRA para ofrecerle una changa de 27 días que le sirvió mucho, pero que ya se terminó.
“Tengo un nene con síndrome de Down, operado del corazón, que usa plantillas ortopédicas y lentes recetados. Cobra una pensión de 1200 pesos por discapacidad, este año tuvimos que sacarle a la maestra de apoyo y a la fonoaudióloga”, detalló Carlos, notablemente dolido.
El chico está en tercer año de una escuela especial y, según contó Gladys, “es un orgullo”. “Luchamos por él y es un chico super dado, muy estimulado”, aseveró.
Gladys es repostera y sus clientes la contactan a través de Facebook e Instagram. Hace 35 años que es profesora de repostería y sus creaciones deslumbran. Sin embargo, reconoce que no tiene dinero para poner un local o enseñar y que sufre artrosis, lo que le dificulta poder trabajar muchas horas.
“Soy la que apuntalo y tironeo a Carlitos para salir adelante”, señaló a LA NACION esta mujer que tuvo una vida dura y sufrió la pérdida de un hijo a los 20 años. Fue de ella la idea de hacer los volantes y de puño y letra escribió: “Me pagan lo que puedan”. Pero tampoco se imaginó que el mensaje cobraría tal dimensión.
“La pasamos muy mal. Hubo momentos en los que no teníamos para comer”, reconoció. Y explicó que “por suerte” no deben pagar un alquiler porque viven en la casa que le dejó su mamá. Aunque sí tienen que pagar los impuestos y en los momentos más difíciles tuvieron que priorizar.
“No sabés la tristeza. Que Valentín pida algo y no poder dárselo. Que te diga ‘tengo hambre’ y no tenés para darle. Solo el que lo pasa sabe qué es”, resaltó. La familia está agradecida a un comerciante de la zona que les guardaba los recortes de los fiambres para que pudieran comer.
Carlos confió que estaban “muy angustiados” por la necesidad que estaban pasando, y admitió: “No entendíamos cómo había llegado Juani a nuestras vidas. Mirá cómo algo tan chiquitito se volvió tan grande”, dijo sorprendido. Y pidió a LA NACION: “Agradecele a la China Suárez y a todos los que lo viralizaron”. “Para uno que lo hayan compartido es una satisfacción”.
El hombre quiere trabajar y está dispuesto a hacer lo que le propongan. Para llegar a destino tiene una bicicleta o viaja en colectivo. Tenían un auto propio, pero tuvieron que venderlo. “He tenido trabajos estables, pero con el cambio de gobierno se nos complicó a todos, después vino la pandemia y nadie quiere arriesgarse a tomar a una persona mayor”, reflexionó, y admitió que no cuestiona a los empresarios, porque “tenés que estar en todas las veredas”.
Carlos se presentó en la Municipalidad para pedir empleo, pero indicó que con su edad y su nivel de estudios “no te dan ni para barrer las calles, y te dicen ‘déjeme un teléfono y lo llamo’”. Nunca lo llamaron.
Solidaridad, en medio de la necesidad
“Solo el que lo pasa sabe qué es”, sostiene Gladys, quien resaltó que la suya es una familia “muy empática” y que crían a su hijo Valentín para que sea solidario.
Hace un tiempo, el adolescente estuvo ayudando en Ensenada a una familia a la que se le quemó la casa. Carlos y Gladys integran un grupo de trabajadores de la UOCRA que hacen trabajos de ayuda social como estos. Valentín levantó escombros, mientras otras personas derribaban paredes para luego volver a levantarlas.
Anteriormente, fueron a Punta Lara para construirle una habitación a una mujer que necesitaba “una pieza digna” para su hijo. “Pienso que Dios de alguien siempre se tiene que acordar. Nosotros lo poco que tenemos lo compartimos”, indicó Carlos.
El mensaje que mejoró su vida
Carlos afirmó a LA NACION que cuando le escribió Juani Giorgetti para ayudarlo, al principio desconfió. “Me asusté, dije ‘¿esto será cierto?’. Porque a veces hacen cosas que no corresponde”, planteó, en referencia a las estafas del estilo “cuento del tío”.
Le preguntó a Gladys si le parecía que debía responder o no. Afortunadamente, lo hizo. Gracias a este mensaje, supo que pronto tendrá una máquina de cortar el pasto más grande, que lo ayudará a poder cortar el césped en terrenos más amplios. Ya que hasta ahora lo hacía “con una máquina chiquitita y a machetazos”.
“Si me brindan algo para hacer, siempre voy a estar agradecido. Por eso no pongo valores”, resaltó Carlos que consiguió la herramienta, pero que sigue necesitando trabajo.
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